Antes o después de ver 'Cenicienta', dale una oportunidad a estos
relatos fantásticos que te harán soñar (o te darán pesadillas).
Está claro: Disney no repara en gastos a la hora de poner en valor su fondo de catálogo. Después de que Maléfica le diese una vuelta de tuerca a La bella durmiente gracias a aquella Angelina Jolie cornuda (obteniendo, de paso, un éxito ligeramente inesperado), ahora es Cenicienta la que llega de nuevo a los cines, con Kenneth Branagh tras la cámara y protagonizada por una Lily James lista para demostrar que ni siquiera Cate Blanchett (en funciones de malvada madrastra) puede amargarle el baile. Pero, ahora que la casa de ‘Tío Walt’ está dispuesta a llevar sus princesas de toda la vida a la imagen real, nosotros venimos para demostrar que esa idea no es nada nueva: desde que el cine es cine, muchos directores han abordado los cuentos de hadas clásicos, bien para homenajearlos, bien para subvertirlos. Échale un vistazo a esta lista, repleta de narraciones que te harán soñar… o te darán pesadillas.
El cuento: Recogida por Charles Perrault y los socorridos hermanos Grimm, entre otros, la historia de Caperucita Roja tuvo unos orígenes de lo más gore, con la heroína y su abuelita sirviendo de merienda al Lobo Feroz. Afortunadamente, si el cine sirve para algo, es para subvertir según qué relatos…
La película: El periplo de Caperucita ha inspirado filmes con mucho mérito, como el road thriller Sin salida (1990). Ahora bien: la unión entre Neil Jordan (el director hetero más gay del mundo) y la escritora Angela Carter (en cuyo libro La cámara sangrienta se basa el filme) nos procuró esta joyita, que pone al descubierto las raíces psicosexuales del original para después volverlas de vuelta y media a base de feminismo. Porque algunos lobos llevan el pelo por dentro, y algunas niñas (creciditas ya, ojo) no tienen nada, pero nada de ingenuas.
El cuento: No todos los relatos fabulosos vienen de la tradición oral: sin ir más lejos, y aunque podría contar con precedentes populares, la historia de Bella y su bestia nació de la pluma de la francesa Leprince de Beaumont allá por 1756. Su moraleja: que la belleza está en el interior… y que los matrimonios concertados no son tan malos como parece.
La película: Dado que La bella y la bestia dio lugar a uno de los filmes más amados de Disney, y que próximamente tendrá otra versión más en imagen real (con Emma Watson, Luke Evans y una Emma Thompson transmutada en tetera), no está de más recordar que la casa del ratón Mickey tomó prestadas algunas ideas de este filme. Desmelenándose como sólo él sabía hacerlo, Cocteau envolvió en alucinaciones a unos protagonistas (Josette Day, encantadora, y un Jean Marais de lo más peludo) extremadamente carismáticos.
El cuento: Durante las hambrunas que sacudieron Europa Central allá por el siglo XII, muchas familias tuvieron que recurrir a métodos extremos de supervivencia, como el canibalismo o el infanticidio. Este cuento popular, recogido también por los Grimm, tiene su origen más probable en dicho período. Lo cual aclara bastantes cosas acerca de los padres desnaturalizados, las casitas de chocolate y los niños (o las brujas) asados al horno.
La película: Parece que ni Jeremy Renner ni Gemma Arterton están muy orgullosos de haber participado en este filme, cosa que no nos explicamos en absoluto: el director Tommy Wirkola (Zombis nazis) nos ofreció aquí una delicia subversiva, que ejerce como secuela del relato original explorando consecuencias inesperadas (con tanto dulce, Hansel se volvió diabético) y bañando la historia en tropos del cine de acción. Además de mostrarnos un inolvidable arsenal de armas cazamonstruos, claro.
El cuento: Durante los cinco siglos del Período Joseon, ser mujer en Corea no era ninguna bicoca: sometidas a sus familias por la férrea moral confuciana, las féminas podían sufrir destinos de lo más negros en cuanto alguien pusiese en duda su castidad. Justo eso es lo que les ocurre a las protagonistas de La historia de Janghwa y Johreon, el cuento adaptado en este filme.
La película: Si La historia de Janghwa y Johreon es ya de por sí un relato cruel, Dos hermanas le da una doble dosis de espanto al modernizar (y gorizar) elementos como las madrastras malas, los fantasmas vengadores y las princesas en apuros. No en vano hablamos de la película más recaudadora de la historia del cine coreano, y de uno de los títulos que escogimos para mostrarte lo mejor del terror internacional.
El cuento: Como sabrás si has leído la versión original de La sirenita, el mundo de Hans Christian Andersen tenía muy poco lugar para los finales felices: amargado como siempre, el escritor danés se superó a sí mismo con este cuento, en el que una bailarina en ciernes paga muy caras sus ambiciones por culpa del calzado titular.
La película: Las zapatillas rojas es una película que da que pensar. Veamos: un thriller psicológico ambientado en el mundo del ballet, rodado con todo el esteticismo del que era capaz el maestro Michael Powell y cuya protagonista (Moira Shearer) va perdiendo poco a poco la chaveta por una mezcla de celos profesionales y frustración sexual… ¿Te recuerda a algo? Señalemos que el filme fue un fracaso de crítica y taquilla en su día: sólo los esfuerzos de un tal Martin Scorsese, amigo del director, lograron su reconocimiento como obra maestra.
El cuento: Un rey incestuoso, una princesa que no le hace ascos a casarse con su propio padre, un burro que defeca monedas de oro, un príncipe voyeur… Puede que Charles Perrault escribiera sus cuentos para moralizar a las jóvenes aristócratas de Versalles, pero hay que reconocer que aquí le salió una cosa muy enfermiza.
La película: ¿Creías que las producciones Disney chorreaban sacarina? Pues prepárate, porque el director Jacques Demy y Catherine Deneuve, su actriz fetiche, han llegado para sumirte en el coma diabético. Sus armas: un diseño de producción refinado hasta lo melindroso, canciones al lado de las cuales El rey león suena a thrash metal, y un guión que recoge todos los puntos oscuros de la historia original. Huelga decir que, con tantos lacitos en el envoltorio, dichos puntos oscuros dan todavía más grima.
El cuento: Con sus gatos con sonrisa, sus sonrisas sin gato, sus reinas decapitadoras y su manifiesto desafío a la lógica, Alicia en el país de las maravillas es uno de los clásicos de la literatura infantil más proclives al mal rollo. Pero si a eso le sumamos la presunta pedofilia del escritor Lewis Carroll y su amistad con Alice Liddell (la niña que le inspiró la historia), entonces la cosa rompe las escalas.
La película: Cuando se trata de adaptaciones siniestras del cuento de Carroll, la magistral Alice (Jan Svankmajer, 1988) suele llevarse la palma. Pero nosotros preferimos reivindicar esta joyita, escrita por el maestro de guionistas Dennis Potter y donde una Alice Liddell (Coral Browne) muy ancianita ya rememora su amistad infantil con Lewis Carroll (Ian Holm), a base de flashbacks y escenas oníricas cortesía del taller de Jim Henson. El resultado es un drama agridulce que precisa de un rescate inmediato.
El cuento: Procedente de la República Checa, este relato ofrece una variante muy especial de una moraleja clásica: “ten cuidado con lo que deseas”. Cuando una pareja descubre que no puede tener hijos, remedia la situación adoptando a un tronco de árbol, al que trata como si fuese un auténtico bebé. ¿El problema? Que dicho pedazo de madera tiene mucha hambre, y un carácter bastante diferente del de Pinocho.
La película: Combinando la animación stop motion, su mejor arma, con la imagen real, Jan Svankmajer (sí, el mismo al que mencionábamos en el apartado anterior) se marcó una de sus películas más inquietantes con Little Otik, lo cual es decir muchísimo. Si el relato original ya rebosa mal rollo de por sí, el cineasta checo lleva sus premisas hasta el infinito y más allá, convirtiéndolo en un ejemplo de bioterror que, en algunas escenas, no desmerece del David Lynch de Cabeza borradora.
El cuento: Tan enfrascados estábamos en el repertorio cuentista de Europa, que nos olvidábamos de una de las mayores minas de historias fabulosas: Las mil y una noches. Y, como a Pier Paolo Pasolini (que adaptó varios cuentos del ciclo en su filme homónimo de 1974) ya le dimos lo suyo recientemente, nos fijamos en otra de las ocasiones en las que el marinero más audaz de Basora navegó por el cine.
La película: Con un reparto prácticamente desconocido, y el director de El ataque de la mujer de 50 pies tras la cámara, Simbad y la princesa no pasaría de ser una muestra más (muy bien hecha, eso sí) del cine de serie B de los 50. “No pasaría”, decíamos, porque entre su equipo técnico estuvo Ray Harryhausen, y eso sí marca la diferencia. El maestro de los monstruos stop motion ofreció aquí un festín de efectos especiales extremadamente ingeniosos, que se complementan a las mil maravillas con la sencillez del guión. Sherezade habría estado orgullosa de él.
El cuento: De nuevo nos encontramos con nuestros amigos los hermanos (germanos) Grimm, que nos ofrecen aquí su historia más conocida, más expurgada con respecto a la versión tradicional… y más inseparable de la marca Disney, que logró su primer blockbuster adaptándola en Blancanieves y los siete enanitos (1937).
La película: La reina malvada es una Julia Roberts muy fashion victim, en uno de los papeles más divertidos de su carrera. El príncipe, un Armie Hammer que, si sale más tonto, no nace. Los enanitos, una banda de ladrones cuyos intérpretes sufren realmente acondroplasia. Y la princesa titular, una Lilly Collins de lo más avispada y encantadora. El mismo año en el que Blancanieves y la leyenda del cazador intentó tolkienizar el cuento, Tarsem Singh entregó esta joyita infavalorada. En la cual, para colmo [SPOILERS] sale Sean Bean, ¡y no se muere! [/SPOILERS]. ¿Puede haber algo más maravilloso?
Via:Cinemania
Está claro: Disney no repara en gastos a la hora de poner en valor su fondo de catálogo. Después de que Maléfica le diese una vuelta de tuerca a La bella durmiente gracias a aquella Angelina Jolie cornuda (obteniendo, de paso, un éxito ligeramente inesperado), ahora es Cenicienta la que llega de nuevo a los cines, con Kenneth Branagh tras la cámara y protagonizada por una Lily James lista para demostrar que ni siquiera Cate Blanchett (en funciones de malvada madrastra) puede amargarle el baile. Pero, ahora que la casa de ‘Tío Walt’ está dispuesta a llevar sus princesas de toda la vida a la imagen real, nosotros venimos para demostrar que esa idea no es nada nueva: desde que el cine es cine, muchos directores han abordado los cuentos de hadas clásicos, bien para homenajearlos, bien para subvertirlos. Échale un vistazo a esta lista, repleta de narraciones que te harán soñar… o te darán pesadillas.
En compañía de lobos (1984)
El cuento: Recogida por Charles Perrault y los socorridos hermanos Grimm, entre otros, la historia de Caperucita Roja tuvo unos orígenes de lo más gore, con la heroína y su abuelita sirviendo de merienda al Lobo Feroz. Afortunadamente, si el cine sirve para algo, es para subvertir según qué relatos…
La película: El periplo de Caperucita ha inspirado filmes con mucho mérito, como el road thriller Sin salida (1990). Ahora bien: la unión entre Neil Jordan (el director hetero más gay del mundo) y la escritora Angela Carter (en cuyo libro La cámara sangrienta se basa el filme) nos procuró esta joyita, que pone al descubierto las raíces psicosexuales del original para después volverlas de vuelta y media a base de feminismo. Porque algunos lobos llevan el pelo por dentro, y algunas niñas (creciditas ya, ojo) no tienen nada, pero nada de ingenuas.
La bella y la bestia (1946)
El cuento: No todos los relatos fabulosos vienen de la tradición oral: sin ir más lejos, y aunque podría contar con precedentes populares, la historia de Bella y su bestia nació de la pluma de la francesa Leprince de Beaumont allá por 1756. Su moraleja: que la belleza está en el interior… y que los matrimonios concertados no son tan malos como parece.
La película: Dado que La bella y la bestia dio lugar a uno de los filmes más amados de Disney, y que próximamente tendrá otra versión más en imagen real (con Emma Watson, Luke Evans y una Emma Thompson transmutada en tetera), no está de más recordar que la casa del ratón Mickey tomó prestadas algunas ideas de este filme. Desmelenándose como sólo él sabía hacerlo, Cocteau envolvió en alucinaciones a unos protagonistas (Josette Day, encantadora, y un Jean Marais de lo más peludo) extremadamente carismáticos.
Hansel y Gretel: Cazadores de brujas (2013)
El cuento: Durante las hambrunas que sacudieron Europa Central allá por el siglo XII, muchas familias tuvieron que recurrir a métodos extremos de supervivencia, como el canibalismo o el infanticidio. Este cuento popular, recogido también por los Grimm, tiene su origen más probable en dicho período. Lo cual aclara bastantes cosas acerca de los padres desnaturalizados, las casitas de chocolate y los niños (o las brujas) asados al horno.
La película: Parece que ni Jeremy Renner ni Gemma Arterton están muy orgullosos de haber participado en este filme, cosa que no nos explicamos en absoluto: el director Tommy Wirkola (Zombis nazis) nos ofreció aquí una delicia subversiva, que ejerce como secuela del relato original explorando consecuencias inesperadas (con tanto dulce, Hansel se volvió diabético) y bañando la historia en tropos del cine de acción. Además de mostrarnos un inolvidable arsenal de armas cazamonstruos, claro.
Dos hermanas (2003)
El cuento: Durante los cinco siglos del Período Joseon, ser mujer en Corea no era ninguna bicoca: sometidas a sus familias por la férrea moral confuciana, las féminas podían sufrir destinos de lo más negros en cuanto alguien pusiese en duda su castidad. Justo eso es lo que les ocurre a las protagonistas de La historia de Janghwa y Johreon, el cuento adaptado en este filme.
La película: Si La historia de Janghwa y Johreon es ya de por sí un relato cruel, Dos hermanas le da una doble dosis de espanto al modernizar (y gorizar) elementos como las madrastras malas, los fantasmas vengadores y las princesas en apuros. No en vano hablamos de la película más recaudadora de la historia del cine coreano, y de uno de los títulos que escogimos para mostrarte lo mejor del terror internacional.
Las zapatillas rojas (1948)
El cuento: Como sabrás si has leído la versión original de La sirenita, el mundo de Hans Christian Andersen tenía muy poco lugar para los finales felices: amargado como siempre, el escritor danés se superó a sí mismo con este cuento, en el que una bailarina en ciernes paga muy caras sus ambiciones por culpa del calzado titular.
La película: Las zapatillas rojas es una película que da que pensar. Veamos: un thriller psicológico ambientado en el mundo del ballet, rodado con todo el esteticismo del que era capaz el maestro Michael Powell y cuya protagonista (Moira Shearer) va perdiendo poco a poco la chaveta por una mezcla de celos profesionales y frustración sexual… ¿Te recuerda a algo? Señalemos que el filme fue un fracaso de crítica y taquilla en su día: sólo los esfuerzos de un tal Martin Scorsese, amigo del director, lograron su reconocimiento como obra maestra.
Piel de asno (1970)
El cuento: Un rey incestuoso, una princesa que no le hace ascos a casarse con su propio padre, un burro que defeca monedas de oro, un príncipe voyeur… Puede que Charles Perrault escribiera sus cuentos para moralizar a las jóvenes aristócratas de Versalles, pero hay que reconocer que aquí le salió una cosa muy enfermiza.
La película: ¿Creías que las producciones Disney chorreaban sacarina? Pues prepárate, porque el director Jacques Demy y Catherine Deneuve, su actriz fetiche, han llegado para sumirte en el coma diabético. Sus armas: un diseño de producción refinado hasta lo melindroso, canciones al lado de las cuales El rey león suena a thrash metal, y un guión que recoge todos los puntos oscuros de la historia original. Huelga decir que, con tantos lacitos en el envoltorio, dichos puntos oscuros dan todavía más grima.
Dreamchild (1985)
El cuento: Con sus gatos con sonrisa, sus sonrisas sin gato, sus reinas decapitadoras y su manifiesto desafío a la lógica, Alicia en el país de las maravillas es uno de los clásicos de la literatura infantil más proclives al mal rollo. Pero si a eso le sumamos la presunta pedofilia del escritor Lewis Carroll y su amistad con Alice Liddell (la niña que le inspiró la historia), entonces la cosa rompe las escalas.
La película: Cuando se trata de adaptaciones siniestras del cuento de Carroll, la magistral Alice (Jan Svankmajer, 1988) suele llevarse la palma. Pero nosotros preferimos reivindicar esta joyita, escrita por el maestro de guionistas Dennis Potter y donde una Alice Liddell (Coral Browne) muy ancianita ya rememora su amistad infantil con Lewis Carroll (Ian Holm), a base de flashbacks y escenas oníricas cortesía del taller de Jim Henson. El resultado es un drama agridulce que precisa de un rescate inmediato.
Little Otik (2000)
El cuento: Procedente de la República Checa, este relato ofrece una variante muy especial de una moraleja clásica: “ten cuidado con lo que deseas”. Cuando una pareja descubre que no puede tener hijos, remedia la situación adoptando a un tronco de árbol, al que trata como si fuese un auténtico bebé. ¿El problema? Que dicho pedazo de madera tiene mucha hambre, y un carácter bastante diferente del de Pinocho.
La película: Combinando la animación stop motion, su mejor arma, con la imagen real, Jan Svankmajer (sí, el mismo al que mencionábamos en el apartado anterior) se marcó una de sus películas más inquietantes con Little Otik, lo cual es decir muchísimo. Si el relato original ya rebosa mal rollo de por sí, el cineasta checo lleva sus premisas hasta el infinito y más allá, convirtiéndolo en un ejemplo de bioterror que, en algunas escenas, no desmerece del David Lynch de Cabeza borradora.
Simbad y la princesa (1958)
El cuento: Tan enfrascados estábamos en el repertorio cuentista de Europa, que nos olvidábamos de una de las mayores minas de historias fabulosas: Las mil y una noches. Y, como a Pier Paolo Pasolini (que adaptó varios cuentos del ciclo en su filme homónimo de 1974) ya le dimos lo suyo recientemente, nos fijamos en otra de las ocasiones en las que el marinero más audaz de Basora navegó por el cine.
La película: Con un reparto prácticamente desconocido, y el director de El ataque de la mujer de 50 pies tras la cámara, Simbad y la princesa no pasaría de ser una muestra más (muy bien hecha, eso sí) del cine de serie B de los 50. “No pasaría”, decíamos, porque entre su equipo técnico estuvo Ray Harryhausen, y eso sí marca la diferencia. El maestro de los monstruos stop motion ofreció aquí un festín de efectos especiales extremadamente ingeniosos, que se complementan a las mil maravillas con la sencillez del guión. Sherezade habría estado orgullosa de él.
Blancanieves (Mirror, Mirror) (2012)
El cuento: De nuevo nos encontramos con nuestros amigos los hermanos (germanos) Grimm, que nos ofrecen aquí su historia más conocida, más expurgada con respecto a la versión tradicional… y más inseparable de la marca Disney, que logró su primer blockbuster adaptándola en Blancanieves y los siete enanitos (1937).
La película: La reina malvada es una Julia Roberts muy fashion victim, en uno de los papeles más divertidos de su carrera. El príncipe, un Armie Hammer que, si sale más tonto, no nace. Los enanitos, una banda de ladrones cuyos intérpretes sufren realmente acondroplasia. Y la princesa titular, una Lilly Collins de lo más avispada y encantadora. El mismo año en el que Blancanieves y la leyenda del cazador intentó tolkienizar el cuento, Tarsem Singh entregó esta joyita infavalorada. En la cual, para colmo [SPOILERS] sale Sean Bean, ¡y no se muere! [/SPOILERS]. ¿Puede haber algo más maravilloso?
Via:Cinemania
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