Una colección de datos divinísimos sobre la comedia 'teen' más pija (y
más divertida) de la historia. ¡Intenta escribir esto con zapatos de
plataforma!
Hoy nos habíamos levantado como un día cualquiera: a las doce del mediodía pasadas, tras diez horitas de sueño reparador, abrimos los ojos, abandonamos el colchón de agua y (tras el obligado paso por esa toilette nuestra en la que el producto más barato tiene un precio de cuatro cifras) empezamos a decidir cómo combinaríamos hoy la ropa. Y ahí estábamos nosotras, pensando a qué party acudiríamos esta noche, cuando nos quedamos ojipláticas de la impresión. ¡Fuera de onda cumplía 20 años y no habíamos hecho nada para celebrarlo! ¿Cómo era eso posible?
Está claro que, a unas fashionistas de la muerte como nosotras, las andanzas de la buena de Cher (Alicia Silverstone) nos parecen sagradas, aunque hoy en día estén un poco passé por lo demás. Lo de usar el PC para elegir los outfits ya no se lleva (ahora las valley girls californianas usamos nuestros iPad con incrustaciones de platino) y, al ritmo al que avanzan las tendencias, sumar veinte tacos de calendario alcanza como mucho para que Tavi Gevinson se ría de ti en los editoriales de la Rookie, por vieja. Aun así la película que consagró a la pija de buen corazón como figura capital del cine, que reavivó el género teen en el ya lejano 1995 y que nos presentó a un Paul Rudd superjovencito (pero ya buenorro) se merecía un homenaje en condiciones, así que hemos reunido estos 15 datos superdivinos para que asombres a tus amigos del insti entre que aparcas tu todoterreno y le buscas novio a esa chica que se sienta en el pupitre de al lado y que es así como fea.
Resumiendo mucho Fuera de onda habla de una chica que, intentando arreglarles la vida a sus amigos y vecinos, sólo consigue causar desastres. ¿Nos suena esto de algo? Pues va a ser que sí: se trata de una adaptación encubierta de Emma, el clásico (y humorístico) novelón de Jane Austen. Como experta en cine teen (no en vano había dirigido Aquel excitante curso en 1982), Amy Heckerling sabía que el libro era la materia prima ideal para una comedia de instituto. Señalemos que Emma tuvo una adaptación más ortodoxa y emperifollada en 1996, con su título original y con Gwyneth Paltrow al frente del reparto, pero, a nuestro juicio, Alicia Silverstone da más el pego como esa antiheroína de la cual su creadora dijo “me temo que no va a caerle bien a nadie excepto a mí”.
Tras haber puesto en marcha su idea, Amy Heckerling se la vendió a la 20th Century Fox: los mandamases de la productora estaban interesados en una historia de instituto “centrada en los pijos en vez de en los chicos rebeldes”. Pero, eso sí, no la veían como algo destinado a la pantalla grande, sino a la pequeña: no olvidemos que el megaéxito de Sensación de vivir era todavía algo reciente. Tras muchos dimes y diretes, las tornas volvieron a cambiar: el agente de Heckerling convenció a los mandamases que aquello era “demasiado bueno para acabar en televisión”, y éstos estuvieron de acuerdo… con una ‘pequeña’ salvedad. Según Fox, a la historia le sobraban personajes femeninos y sólo tendría posibilidades si se le daba más protagonismo a los chicos: está claro que algunas cosas nunca cambian en Hollywood. Además, querían alterar la relación entre Cher y su hermanastro Josh (Paul Rudd) para alejar las sospechas de incesto. Para colmo, tras tanto tira y afloja, la major decidió cancelar el proyecto.
Si hubiera que hacer una lista con los productores más avispados de Hollywood, Scott Rudin estaría como mínimo en el top 5: con 108 películas llevando su nombre en los créditos, este señor neoyorquino trabaja habitualmente con los hermanos Coen, David Fincher, Wes Anderson y otros titanes del séptimo arte en EE UU. En 1994, eso sí, Rudin era más conocido por haber financiado los éxitos de Sister Act y La familia Addams, y andaba a la búsqueda de proyectos con posibilidades… como, sin ir más lejos, el de Fuera de onda. “En cuanto Scott se subió al carro, todos los que antes nos habían rechazado se volvieron locos con la película”, recuerda ahora Amy Heckerling.
Mucho antes de que Chicas malas nos hiciera mirar a los adolescentes desde un ángulo, digamos, zoológico, la directora de Fuera de onda ya hizo sus pinitos en la observación sobre el terreno. Cual aguerrida primatóloga, Amy Heckerling visitó institutos pijísimos y divinísimos de Beverly Hills, sentándose entre los alumnos y tomando nota de sus expresiones para darle más garbo a los diálogos. Nos encantaría saber si frases como aquellas de “un bailarín seguidor de Streisand y amigo de Dorothy”, “llegó la marea roja” o “esto no quema ni las calorías de un chicle light” salieron de dichas sesiones. Ojo, de todos modos, porque la cineasta también puso en boca de Cher y de Dionne (Stacey Dash) modismos del argot de las lesbianas de Los Ángeles y Nueva York. El vocabulario del filme acabó quedando tan enmarañado que se imprimió un diccionario ‘pijo-inglés’ para repartirlo como material de promoción en los primeros pases.
Conocido para el gran público por su pérfido Vizzini de La princesa prometida, y con una ilustre carrera como dramaturgo, Wallace Shawn hizo un trabajo de altura interpretando al profesor Hall, la primera víctima de las ‘ayuditas’ sentimentales de Cher. ¿De dónde sacó el actor esa cara de resignación, esos ojillos sin vida y esos otros signos de haber malgastado su vida intentando espabilar a hijos de millonarios? Pues de sus propias experiencias: Shawn había sido profesor de enseñanza media en la vida real. Su nombre, eso sí, proviene de Herbert Hall, un amigo de Amy Heckerling que ejercía realmente como profesor, y que se ganó un cameo en la película interpretando al director del instituto.
Pese a sus buenas intenciones (esas de las que está empedrado el camino al infierno), Cher tiene un punto ligeramente alucinado, que a veces llega a rondar la paranoia. No nos extraña, pues, que una de las candidatas para interpretarla fuera Reese Witherspoon: cuatro años después, la rubia nos demostraría en Election su capacidad para dejar un insti como un solar a base de tejemanejes. Heckerling, que se entrevistó con ella en un hotel de Los Ángeles, no lo tuvo nada claro: “Hablé con Reese, y me di cuenta de que iba a ser muy grande, pero Alicia [Silverstone] era Cher”, declaró. Otras de las actrices que aspiraron al papel fueron Sarah Michelle Gellar (Buffy cazavampiros), que tuvo que renunciar por cosas de calendario, Zooey Deschanel, Gwyneth Paltrow (mira tú por dónde) y la mismísima Angelina Jolie, cuyo videobook espantó tanto a los directores de cásting que ni siquiera la llamaron para las pruebas presenciales.
¿Por qué estaba Heckerling tan empeñada en que Alicia Silverstone protagonizase su película? Pues porque la directora es fan de los Aerosmith, y la actriz había prestado su rostro a los videoclips de Cryin’, Amazing y Crazy, los tres tremebundos baladones que el grupo de Steven Tyler y Joe Perry extrajo como sencillos de su disco Get A Grip. Silverstone, una chiquilla de 19 años sin apenas títulos en su filmografía (el thriller Veneno en la piel, que le granjeó un Premio MTV a la actriz revelación, era el más destacado) se vio así elevada de intérprete en ciernes a figura de culto: nunca subestimes el poder del Metal, baby.
Antes de que Paul Rudd se hiciera finalmente con el papel de Josh, dos actores con mucho futuro habían pasado por las audiciones: Jeremy Renner y nada menos que Ben Affleck. Ambos se quedaron en las primeras fases del casting, y la directora ni siquiera llegó a hablar con ellos. Heckerling reconoce que el hermanastro de Cher fue el personaje al que más le costó poner cara, y cuando finalmente lo consiguió, su intérprete no pensaba lo mismo: el actual protagonista de Ant Man quería hacer de Murray, el novio de Dionne, ya que al leer el guión se había convencido de que el susodicho era “uno de esos pijos blancos que quieren ser negros”.
Si hay algo en lo que coinciden todos los responsables de Fuera de onda es que Brittany Murphy fue un placer: la actriz, fallecida en 2009 a los 32 años, se ganó sus corazones interpretando a Tai, esa chica desaliñada a la cual Cher adopta como protegida y pupila. “Era la más joven del reparto”, recuerda Amy Heckerling, “y parecía que estaba descubriendo el mundo”. Y añade: “Cuando la vi por primera vez, pensé ‘quiero cuidar de ella, quiero protegerla”. Por otra parte, Silverstone reconoce que aquello de “¡Eres una virgen que no sabe conducir!” (un insulto que el personaje de Murphy le espeta en el momento más dramático del filme) describía perfectamente a su yo de aquel entonces.
Como corresponde a una comedia de presupuesto mediano (16,7 millones de euros, ajustados) y sin muchas pretensiones, Fuera de onda tuvo un rodaje apacible y relativamente breve de cuarenta días. Ahora bien: hubo un aspecto de la película que sí dio problemas, y ese fue el guion. Y no porque el estudio ordenase reescrituras, sino porque Amy Heckerling siempre estuvo dispuesta a admitir las sugerencias que le formulaban los actores y el equipo técnico: cada vez que alguien decía una parida entre bambalinas, ésta iba a la película casi tal cual. Esta costumbre dio lugar a momentos tan épicos (que sólo pueden apreciarse, por desgracia, en versión original) como ese discurso de Cher en el que ésta pone una cuchipanda en casa de sus papás como ejemplo de política internacional. No fue sólo que la Silverstone improvisara la alocución durante tres minutos largos, sino que durante la misma demostró que no sabía cómo pronunciar la palabra “haitianos”: en vez de repetir la toma, Heckerling decidió aprovechar la peculiar dicción de su protagonista porque “aquello era Cher en estado puro”.
Otro punto conflictivo del rodaje fue el juego de “chupar y soplar”, ese pasatiempo festivo de nombre escandaloso (y en inglés, más) y desarrollo inocente cuyo componente principal es una tarjeta de crédito (preferiblemente de gama alta). Resultó que el reparto estaba bastante pez en las cosas del chupar y del soplar, con lo que hubo que reemplazar la tarjeta de plástico por otra de cartón. Y, como tampoco bastaba con eso, Silverstone, Murphy y compañía tuvieron que embadurnarse los morros con cacao labial para que el objeto se les quedase bien pegadito.
Tras obtener una nominación a los premios del Sindicato de Guionistas, Heckerling ya se veía aspirando a los Premios de la Academia como escritora. Pero el Hado, en forma de actriz británica con mucho salero, le tenía reservada una decepción: resultaba que, como versión oficiosa de Emma, Fuera de onda debería haber competido en la categoría de Mejor Guión Adaptado… y aquel era justo el año en el que Emma Thompson aspiraba a la categoría por Sentido y sensibilidad. Aquello era mucha Jane Austen para una sola edición de los Oscar, con lo que Thompson acabó nominada (y llevándose el premio) mientras Heckerling rabiaba en un rincón. “West Side Story está basada en Romeo y Julieta, y nadie le puso pegas”, recuerda.
Pese al planchazo en los Oscar, Fuera de onda acabó proporcionándole grandes satisfacciones a su creadora: aquella película de la que casi nadie se fiaba amasó 14,8 millones de euros (ajustados) en su primer fin de semana, y acabó haciéndose con 96 millones en total, convirtiéndose en uno de los éxitos sorpresa del año. Además, su banda sonora con canciones de No Doubt, Luscious Jackson, Supergrass y otros grupos de moda por entonces llegó al disco de platino. No sólo eso: la película supuso un revulsivo en la moda teen de todo el mundo (devolviendo el gusto por el glamour tras cuatro años largos de predominio grunge) y provocó un inesperado revival de las comedias juveniles, un género que parecía exhausto. En cuanto a su influencia cultural en la actualidad… pues échale un vistazo al vídeo musical de Iggy Azalea que puedes ver arriba, y luego nos cuentas.
La prueba crucial para el triunfo de Fuera de onda tuvo lugar en el mismo medio al que parecía destinado el filme: la televisión. En 1996 se emitió el primer capítulo de Clueless, una serie bastante apañada en la que (salvo Silverstone, que fue relevada por Rachel Blanchard como protagonista) repetían muchos actores de la película, como Stacey Dash y Wallace Shawn. Aun sin batir récords, el show aguantó tres temporadas en antena. Por otra parte, Amy Heckerling planea ahora convertir su obra en todo un musical de Broadway, con el respaldo de los mismos productores que lanzaron la versión teatral de Jersey Boys: según afirma la directora, el guion de la obra ya está escrito, y ahora sólo le falta adquirir los derechos de varios temazos de los 90 para crear el repertorio de canciones.
A largo plazo, y pese a su éxito, Fuera de onda no supuso un terremoto en las carreras de sus responsables: tras el batacazo de Batman y Robin, Alicia Silverstone se ha centrado sobre todo en papeles televisivos, mientras que el perfil de Amy Heckerling como directora no llegó a rayar tan alto como debería. El único que se convirtió en una estrella (y necesitó años para conseguirlo) fue ese Paul Rudd que entró en el reparto casi de rebote. Pero todos los participantes en el filme se muestran muy orgullosos de éste y, lo más importante, afirman seguir siendo buenos amigos, manteniéndose en contacto y quedando siempre que sus agendas se lo permiten. Todo un testimonio del poder de un filme que, en el fondo, no deja de ser una oda al buen rollo y a la frivolidad bien entendida.
Via;Cinemania
Hoy nos habíamos levantado como un día cualquiera: a las doce del mediodía pasadas, tras diez horitas de sueño reparador, abrimos los ojos, abandonamos el colchón de agua y (tras el obligado paso por esa toilette nuestra en la que el producto más barato tiene un precio de cuatro cifras) empezamos a decidir cómo combinaríamos hoy la ropa. Y ahí estábamos nosotras, pensando a qué party acudiríamos esta noche, cuando nos quedamos ojipláticas de la impresión. ¡Fuera de onda cumplía 20 años y no habíamos hecho nada para celebrarlo! ¿Cómo era eso posible?
Está claro que, a unas fashionistas de la muerte como nosotras, las andanzas de la buena de Cher (Alicia Silverstone) nos parecen sagradas, aunque hoy en día estén un poco passé por lo demás. Lo de usar el PC para elegir los outfits ya no se lleva (ahora las valley girls californianas usamos nuestros iPad con incrustaciones de platino) y, al ritmo al que avanzan las tendencias, sumar veinte tacos de calendario alcanza como mucho para que Tavi Gevinson se ría de ti en los editoriales de la Rookie, por vieja. Aun así la película que consagró a la pija de buen corazón como figura capital del cine, que reavivó el género teen en el ya lejano 1995 y que nos presentó a un Paul Rudd superjovencito (pero ya buenorro) se merecía un homenaje en condiciones, así que hemos reunido estos 15 datos superdivinos para que asombres a tus amigos del insti entre que aparcas tu todoterreno y le buscas novio a esa chica que se sienta en el pupitre de al lado y que es así como fea.
Guapa, rica e ¿inteligente?
Resumiendo mucho Fuera de onda habla de una chica que, intentando arreglarles la vida a sus amigos y vecinos, sólo consigue causar desastres. ¿Nos suena esto de algo? Pues va a ser que sí: se trata de una adaptación encubierta de Emma, el clásico (y humorístico) novelón de Jane Austen. Como experta en cine teen (no en vano había dirigido Aquel excitante curso en 1982), Amy Heckerling sabía que el libro era la materia prima ideal para una comedia de instituto. Señalemos que Emma tuvo una adaptación más ortodoxa y emperifollada en 1996, con su título original y con Gwyneth Paltrow al frente del reparto, pero, a nuestro juicio, Alicia Silverstone da más el pego como esa antiheroína de la cual su creadora dijo “me temo que no va a caerle bien a nadie excepto a mí”.
Demasiada clase para la TV
Tras haber puesto en marcha su idea, Amy Heckerling se la vendió a la 20th Century Fox: los mandamases de la productora estaban interesados en una historia de instituto “centrada en los pijos en vez de en los chicos rebeldes”. Pero, eso sí, no la veían como algo destinado a la pantalla grande, sino a la pequeña: no olvidemos que el megaéxito de Sensación de vivir era todavía algo reciente. Tras muchos dimes y diretes, las tornas volvieron a cambiar: el agente de Heckerling convenció a los mandamases que aquello era “demasiado bueno para acabar en televisión”, y éstos estuvieron de acuerdo… con una ‘pequeña’ salvedad. Según Fox, a la historia le sobraban personajes femeninos y sólo tendría posibilidades si se le daba más protagonismo a los chicos: está claro que algunas cosas nunca cambian en Hollywood. Además, querían alterar la relación entre Cher y su hermanastro Josh (Paul Rudd) para alejar las sospechas de incesto. Para colmo, tras tanto tira y afloja, la major decidió cancelar el proyecto.
Salvados por Sister Act
Si hubiera que hacer una lista con los productores más avispados de Hollywood, Scott Rudin estaría como mínimo en el top 5: con 108 películas llevando su nombre en los créditos, este señor neoyorquino trabaja habitualmente con los hermanos Coen, David Fincher, Wes Anderson y otros titanes del séptimo arte en EE UU. En 1994, eso sí, Rudin era más conocido por haber financiado los éxitos de Sister Act y La familia Addams, y andaba a la búsqueda de proyectos con posibilidades… como, sin ir más lejos, el de Fuera de onda. “En cuanto Scott se subió al carro, todos los que antes nos habían rechazado se volvieron locos con la película”, recuerda ahora Amy Heckerling.
Trabajo de campo
Mucho antes de que Chicas malas nos hiciera mirar a los adolescentes desde un ángulo, digamos, zoológico, la directora de Fuera de onda ya hizo sus pinitos en la observación sobre el terreno. Cual aguerrida primatóloga, Amy Heckerling visitó institutos pijísimos y divinísimos de Beverly Hills, sentándose entre los alumnos y tomando nota de sus expresiones para darle más garbo a los diálogos. Nos encantaría saber si frases como aquellas de “un bailarín seguidor de Streisand y amigo de Dorothy”, “llegó la marea roja” o “esto no quema ni las calorías de un chicle light” salieron de dichas sesiones. Ojo, de todos modos, porque la cineasta también puso en boca de Cher y de Dionne (Stacey Dash) modismos del argot de las lesbianas de Los Ángeles y Nueva York. El vocabulario del filme acabó quedando tan enmarañado que se imprimió un diccionario ‘pijo-inglés’ para repartirlo como material de promoción en los primeros pases.
“Los viejos pueden ser enternecedores”
Conocido para el gran público por su pérfido Vizzini de La princesa prometida, y con una ilustre carrera como dramaturgo, Wallace Shawn hizo un trabajo de altura interpretando al profesor Hall, la primera víctima de las ‘ayuditas’ sentimentales de Cher. ¿De dónde sacó el actor esa cara de resignación, esos ojillos sin vida y esos otros signos de haber malgastado su vida intentando espabilar a hijos de millonarios? Pues de sus propias experiencias: Shawn había sido profesor de enseñanza media en la vida real. Su nombre, eso sí, proviene de Herbert Hall, un amigo de Amy Heckerling que ejercía realmente como profesor, y que se ganó un cameo en la película interpretando al director del instituto.
Reese y Angelina se quedan a cuadros
Pese a sus buenas intenciones (esas de las que está empedrado el camino al infierno), Cher tiene un punto ligeramente alucinado, que a veces llega a rondar la paranoia. No nos extraña, pues, que una de las candidatas para interpretarla fuera Reese Witherspoon: cuatro años después, la rubia nos demostraría en Election su capacidad para dejar un insti como un solar a base de tejemanejes. Heckerling, que se entrevistó con ella en un hotel de Los Ángeles, no lo tuvo nada claro: “Hablé con Reese, y me di cuenta de que iba a ser muy grande, pero Alicia [Silverstone] era Cher”, declaró. Otras de las actrices que aspiraron al papel fueron Sarah Michelle Gellar (Buffy cazavampiros), que tuvo que renunciar por cosas de calendario, Zooey Deschanel, Gwyneth Paltrow (mira tú por dónde) y la mismísima Angelina Jolie, cuyo videobook espantó tanto a los directores de cásting que ni siquiera la llamaron para las pruebas presenciales.
La chica de Aerosmith
¿Por qué estaba Heckerling tan empeñada en que Alicia Silverstone protagonizase su película? Pues porque la directora es fan de los Aerosmith, y la actriz había prestado su rostro a los videoclips de Cryin’, Amazing y Crazy, los tres tremebundos baladones que el grupo de Steven Tyler y Joe Perry extrajo como sencillos de su disco Get A Grip. Silverstone, una chiquilla de 19 años sin apenas títulos en su filmografía (el thriller Veneno en la piel, que le granjeó un Premio MTV a la actriz revelación, era el más destacado) se vio así elevada de intérprete en ciernes a figura de culto: nunca subestimes el poder del Metal, baby.
¿Batman, o Ant Man?
Antes de que Paul Rudd se hiciera finalmente con el papel de Josh, dos actores con mucho futuro habían pasado por las audiciones: Jeremy Renner y nada menos que Ben Affleck. Ambos se quedaron en las primeras fases del casting, y la directora ni siquiera llegó a hablar con ellos. Heckerling reconoce que el hermanastro de Cher fue el personaje al que más le costó poner cara, y cuando finalmente lo consiguió, su intérprete no pensaba lo mismo: el actual protagonista de Ant Man quería hacer de Murray, el novio de Dionne, ya que al leer el guión se había convencido de que el susodicho era “uno de esos pijos blancos que quieren ser negros”.
Te echamos de menos, Brittany
Si hay algo en lo que coinciden todos los responsables de Fuera de onda es que Brittany Murphy fue un placer: la actriz, fallecida en 2009 a los 32 años, se ganó sus corazones interpretando a Tai, esa chica desaliñada a la cual Cher adopta como protegida y pupila. “Era la más joven del reparto”, recuerda Amy Heckerling, “y parecía que estaba descubriendo el mundo”. Y añade: “Cuando la vi por primera vez, pensé ‘quiero cuidar de ella, quiero protegerla”. Por otra parte, Silverstone reconoce que aquello de “¡Eres una virgen que no sabe conducir!” (un insulto que el personaje de Murphy le espeta en el momento más dramático del filme) describía perfectamente a su yo de aquel entonces.
Un rodaje espontáneo, o sea
Como corresponde a una comedia de presupuesto mediano (16,7 millones de euros, ajustados) y sin muchas pretensiones, Fuera de onda tuvo un rodaje apacible y relativamente breve de cuarenta días. Ahora bien: hubo un aspecto de la película que sí dio problemas, y ese fue el guion. Y no porque el estudio ordenase reescrituras, sino porque Amy Heckerling siempre estuvo dispuesta a admitir las sugerencias que le formulaban los actores y el equipo técnico: cada vez que alguien decía una parida entre bambalinas, ésta iba a la película casi tal cual. Esta costumbre dio lugar a momentos tan épicos (que sólo pueden apreciarse, por desgracia, en versión original) como ese discurso de Cher en el que ésta pone una cuchipanda en casa de sus papás como ejemplo de política internacional. No fue sólo que la Silverstone improvisara la alocución durante tres minutos largos, sino que durante la misma demostró que no sabía cómo pronunciar la palabra “haitianos”: en vez de repetir la toma, Heckerling decidió aprovechar la peculiar dicción de su protagonista porque “aquello era Cher en estado puro”.
Las chicas no saben chupar
Otro punto conflictivo del rodaje fue el juego de “chupar y soplar”, ese pasatiempo festivo de nombre escandaloso (y en inglés, más) y desarrollo inocente cuyo componente principal es una tarjeta de crédito (preferiblemente de gama alta). Resultó que el reparto estaba bastante pez en las cosas del chupar y del soplar, con lo que hubo que reemplazar la tarjeta de plástico por otra de cartón. Y, como tampoco bastaba con eso, Silverstone, Murphy y compañía tuvieron que embadurnarse los morros con cacao labial para que el objeto se les quedase bien pegadito.
Emma Thompson nos deja sin Oscar
Tras obtener una nominación a los premios del Sindicato de Guionistas, Heckerling ya se veía aspirando a los Premios de la Academia como escritora. Pero el Hado, en forma de actriz británica con mucho salero, le tenía reservada una decepción: resultaba que, como versión oficiosa de Emma, Fuera de onda debería haber competido en la categoría de Mejor Guión Adaptado… y aquel era justo el año en el que Emma Thompson aspiraba a la categoría por Sentido y sensibilidad. Aquello era mucha Jane Austen para una sola edición de los Oscar, con lo que Thompson acabó nominada (y llevándose el premio) mientras Heckerling rabiaba en un rincón. “West Side Story está basada en Romeo y Julieta, y nadie le puso pegas”, recuerda.
Dinero a espuertas
Pese al planchazo en los Oscar, Fuera de onda acabó proporcionándole grandes satisfacciones a su creadora: aquella película de la que casi nadie se fiaba amasó 14,8 millones de euros (ajustados) en su primer fin de semana, y acabó haciéndose con 96 millones en total, convirtiéndose en uno de los éxitos sorpresa del año. Además, su banda sonora con canciones de No Doubt, Luscious Jackson, Supergrass y otros grupos de moda por entonces llegó al disco de platino. No sólo eso: la película supuso un revulsivo en la moda teen de todo el mundo (devolviendo el gusto por el glamour tras cuatro años largos de predominio grunge) y provocó un inesperado revival de las comedias juveniles, un género que parecía exhausto. En cuanto a su influencia cultural en la actualidad… pues échale un vistazo al vídeo musical de Iggy Azalea que puedes ver arriba, y luego nos cuentas.
La serie y ¿el musical?
La prueba crucial para el triunfo de Fuera de onda tuvo lugar en el mismo medio al que parecía destinado el filme: la televisión. En 1996 se emitió el primer capítulo de Clueless, una serie bastante apañada en la que (salvo Silverstone, que fue relevada por Rachel Blanchard como protagonista) repetían muchos actores de la película, como Stacey Dash y Wallace Shawn. Aun sin batir récords, el show aguantó tres temporadas en antena. Por otra parte, Amy Heckerling planea ahora convertir su obra en todo un musical de Broadway, con el respaldo de los mismos productores que lanzaron la versión teatral de Jersey Boys: según afirma la directora, el guion de la obra ya está escrito, y ahora sólo le falta adquirir los derechos de varios temazos de los 90 para crear el repertorio de canciones.
“¡Hemos hecho algo por la humanidad!”
A largo plazo, y pese a su éxito, Fuera de onda no supuso un terremoto en las carreras de sus responsables: tras el batacazo de Batman y Robin, Alicia Silverstone se ha centrado sobre todo en papeles televisivos, mientras que el perfil de Amy Heckerling como directora no llegó a rayar tan alto como debería. El único que se convirtió en una estrella (y necesitó años para conseguirlo) fue ese Paul Rudd que entró en el reparto casi de rebote. Pero todos los participantes en el filme se muestran muy orgullosos de éste y, lo más importante, afirman seguir siendo buenos amigos, manteniéndose en contacto y quedando siempre que sus agendas se lo permiten. Todo un testimonio del poder de un filme que, en el fondo, no deja de ser una oda al buen rollo y a la frivolidad bien entendida.
Via;Cinemania
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