‘Ant Man': 10 cosas que debes saber sobre el héroe más pequeño de Marvel

El aventurero diminuto con el rostro de Paul Rudd tiene una gran historia a cuestas. ¿Te animas a descubrirla con nosotros?.
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A veces, ser pequeño tiene sus ventajas: que se lo digan a Ant ManEl personaje más diminuto de Marvel, que llega este viernes a las pantallas españolas con el rostro de Paul Rudd, no sólo ha conseguido resultados más que dignos en la taquilla de EE UU pese a algunos pronósticos, sino que también se ha sobrepuesto con mucha dignidad a una deserción (la del director y guionista Edgar Wright) que podría haber desestabilizado gravemente al estudio. No es mal currículum para uno de los personajes menos conocidos de la Casa de las Ideas, ¿verdad?
Ojo, a todo esto, porque “poco conocido” no equivale a “carente de interés”. Como corresponde a uno de los personajes más longevos de la editorial, Ant Man lleva a cuestas una larga historia, en la cual ha habido hueco para algunas de las mejores viñetas de Marvel… y también para algunos de sus momentos más perturbadores. Nosotros hemos sacado nuestros microscopios, y (tras ponernos al habla con el hormiguero más cercano, para contrastar fuentes) te ofrecemos un repaso a sus andanzas.

Érase un hombre en un hormiguero…

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Tratándose de un personaje de Marvel, ¿adivináis quiénes crearon a Ant Man? Pues sí: estamos ante otra invención de Stan Lee (con una ayudita de su hermano pequeño, Larry Lieber) y del dibujante Jack Kirby. El doctor Henry ‘Hank’ Pym (Michael Douglas en la película) se asomó por primera vez a un cómic en enero de 1962, lo cual le convertiría en uno de los héroes más antiguos de la casa… si hubiese aparecido como un superhéroe, que no fue el caso. Su primera aventura, titulada El hombre en el hormiguero, se publicó en la antología Tales to Astonish, y era más bien un cuento de ciencia-ficción tirando a terrorífica en la estela de El increíble hombre menguante. Durante los meses posteriores, Lee y Kirby se dieron cuenta de que un señor capaz de encogerse cual camiseta de mercadillo tampoco desentonaba tanto en su galería de tipos con disfraz, así que, en septiembre de 1963, Hank Pym vistió por primera vez el uniforme que todos conocemos.

Disponible en todos los tamaños

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Entre otras cosas, Stan Lee es un maestro de las excusas argumentales reciclables, expandibles y reutilizables. Y con aquello de las ‘partículas Pym’ se le apareció la virgen de los guionistas de superhéroes: inventándose un potingue capaz de “alterar los espacios interatómicos”, el padre fundador de Marvel no sólo se pasó por el forro los principios de la Física de partículas, sino que también halló un macguffin capaz de convertir a Ant Man en uno de los héroes más versátiles de la Casa de las Ideas. Porque, si el invento permitía a Hank Pym volverse pequeñito, ¿qué le impedía usarlo también para aumentar su tamaño? De esta manera, y animado por un considerable complejo de inferioridad, el buen doctor usó las partículas en 1963 para convertirse en el Hombre Gigante, un álter ego que posteriormente rebautizaría con un nombre igual de obvio, pero más sonoro: Goliath. ¿Acabaremos viendo a un Paul Rudd del tamaño de un rascacielos en próximas películas? Pues todo parece apuntar a que sí…

La chica que pica

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Si bien Marvel no parece decidirse del todo a llevarla al cine (por ahora), es de señalar que la figura de Janet Van Dyne es inseparable de la de Ant Man. ¿Por qué? Pues porque hablamos de la identidad secreta de la Avispa, una de las heroínas más veteranas de la Casa y uno de sus personajes más entrañables. Niña pija, fashionista y científico, Janet convenció a Hank Pym de que la dotase con superpoderes para vengar la muerte de su padre, y haciéndolo obtuvo unas cuantas bicocas: además de esas alas membranosas implantadas en su espalda, la Avispa también dispone de un aguijón bioeléctrico que hace mucha pupa a los villanos. Aunque al principio su rol fue el de ‘novia del héroe’ y damisela en apuros, señalemos que Janet ha demostrado su valía con las décadas, siendo elegida como líder de los Vengadores en los 80. También cabe mencionar su récord como el personaje Marvel que más veces ha cambiado de uniforme: durante sus cinco décadas de actividad, ha estrenado un traje nuevo prácticamente cada mes.

Carnet VIP en los Vengadores

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Aunque nunca han tenido una colección propia (el propio Stan Lee los considera los patitos feos de su obra), Ant Man y la Avispa tienen el honor de contarse entre los miembros fundadores de los Vengadores: en septiembre de 1963, como respuesta a una trastada de Loki, Hank y Janet formaron parte de una alineación que también incluyó a Hulk, Iron Man Thor (el Capitán América, señalemos, se hallaba aún congelado por aquellas fechas). Y no sólo eso: en los cómics, la Avispa también fue la responsable de bautizar al grupo. Tal vez por ello, las carreras de Ant Man y de su compañera siempre han circulado paralelas a la de los Vengadores. En el seno de los héroes más poderosos de la Tierra, el dúo ha llevado a cabo sus mayores proezas… y también ha vivido la mayores ordalías.

Héroe y villano por el precio de uno

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¿Buscas a un héroe de ética intachable en el que siempre puedas confiar? Pues, si ese es tu caso, cualquier Marvel zombie te dará un consejo inmediato: no acudas a Hank Pym. El Ant Man original tiene un currículum de meteduras de pata al lado del cual los episodios alcohólicos de Tony Stark o esos momentos en los que Hulk pierde los nervios se quedan en poca cosa. ¿Ejemplos? Pues la creación de Ultrón (sí, amigos, en las viñetas el culpable fue él) o, sobre todo, su conversión en Chaqueta Amarilla, aquella identidad alternativa y maligna que creó en 1968 y que ahora ejerce como villano en la película. Según la historia oficial, tantos escarceos con el lado oscuro se deben a que el uso continuado de las partículas Pym altera la personalidad, convirtiendo a su usuario en un grandísimo bastardo. Algo que tal vez sea verdad, pero que a nosotros nos cuesta aceptar como excusa para el episodio que os contaremos a continuación.

La bofetada que conmocionó Marvel

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En la historia de Marvel abundan los cómics que han dejado a los lectores patidifusos. Pero la que se marcó el guionista Jim Shooter en el número 212 de Los Vengadores (1981) sigue despertando polémica todavía hoy. El hecho de que un Hank Pym en horas bajas (para variar) y con el uniforme de Chaqueta Amarilla conspirase contra sus compañeros no sorprendió a unos lectores acostumbrados a verle caer bajo. Pero lo que sí dejó ojipláticos a muchos fue que, al verse sorprendido por la Avispa, el personaje respondiera arreándole una descomunal bofetada a su chica. Por suerte, la heroína respondió a aquel episodio de violencia machista con un inmediato divorcio, y desde entonces su ex luchó por recuperar sus afectos. Shooter (un señor muy alto y muy facha, cuya etapa como jefazo en Marvel levantó odios y pasiones) ha afirmado siempre que el golpe debería haber sido accidental, pero que el dibujante Alan Kupperberg interpretó mal su libreto. Excusas aparte, las agresiones de Hank contra Janet en la línea Ultimate de Marvel han tenido poco de accidentales, y sí mucho de truculentas: cosas de ese escritor tan amable y optimista llamado Mark Millar…

Y el de la película, ¿qué?

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A estas alturas, el lector se debe estar mosqueando: si, en la película, Hank Pym es un personaje secundario interpretado por Michael Douglas, ¿quién demonios es el Ant Man de Paul Rudd? Pues Scott Lang, un personaje que ya llevaba asomándose a los tebeos de Marvel desde finales de los 70… sólo que como secundario carismático, no como héroe. Cuando debutó en 1979, Lang nos fue presentado como un ex ladrón de guante blanco que, tras purgar sus delitos en la cárcel, había sido contratado por Tony Stark para supervisar la seguridad en la mansión de los Vengadores. Ese mismo año, Lang descubría que su hija Cassie (la adorable Abby Ryder Fortson en la película) padecía una enfermedad del corazón, y, para pagar los gastos médicos, no se le ocurría mejor método que un robo con escalo: tras robar el viejo traje del doctor Pym, Scott vivía una serie de aventuras miniaturizadas que le llevaban a derrotar a esa sabandija llamada Darren Cross (Corey Stoll). Tras haberle seguido a distancia, y habiendo comprobado que eso de tratar con los insectos no se le daba nada mal, Hank Pym decidía confiarle el uniforme de Ant Man. Un giro de guión que venía muy bien para dejarle un buen sabor de boca al lector, y que también se probó muy útil en los años sucesivos.

Un entrañable pringado

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“Superhéroes con superproblemas”, el viejo lema acuñado por Stan Lee, ha servido como divisa a algunos de los mejores momentos de Marvel. Y, en el caso de Scott Lang, sus efectos funcionan a pleno rendimiento. Por si fuera poco con una carrera como superhéroe que le ha obligado a enfrentarse a los Amos del Mal, John el Raro (el amo de los insectos) y a otros supervillanos de mayor o menor tronío, o con aliarse con majaras como Sota de Corazones, el actual Ant Man lleva siempre a cuestas su pasado como ladrón, se las ha visto múltiples veces con su ex a cuenta de la custodia de Cassie y, para colmo, también ha tenido que enfrentarse a uno de los mayores miedos de un papá superhéroe: ver como su hija, ya adolescente, se convertía en una heroína llamada Estatura, usando los efectos agigantadores de las partículas Pym. En el caso del pobre Scott, lo de “hay que ver cómo crecen” se aplica al cien por cien.

Algo bueno tenía que tener esto

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Aun sin discutir su derecho a quejarse, Scott Lang también ha vivido la parte buena de convertirse en superhéroe: uno no alterna todos los días con Spider-Man (él mismo miniaturizado, y en guerra contra el pérfido Escarabajo Escarlata), se va de juerga con los Cuatro Fantásticos Estela Plateada o liga (en los cómics, insistimos) con una churri tan estupenda como esa Jessica Jones a la que dará vida Krysten Ritter en televisión. Por no hablar de que Tony Stark sea tu jefe, con lo bien que queda eso en la tarjeta de visita… En todo caso, esto último es objetable, porque con los años (y las palizas, y los apuros por llegar a fin de mes), Scott Lang decidió convertirse en su propio jefe fundando la empresa Sistemas de seguridad Ant-Man, cuya mascota es una hormiga gigante y cuyo eslogan, no muy pegadizo, reza “Si no quieres que te roben tus cosas, llama al tío que te las solía robar”. Ahora bien: el máximo triunfo de Scott Lang es haber conseguido una colección propia, algo que su predecesor no consiguió en medio siglo de correrías.

Aquellas pequeñas cosas…

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Tal vez la carrera comiquera de Scott Lang no haya sido para tirar cohetes, pero eso no importa: sin personajes así, el Universo Marvel no sería lo mismo. Pero no te confíes, cinemaníaco cinemaníaca, porque tanto el actual Ant Man como su predecesor (y la Avispa) han tenido ocasión de familiarizarse con un enigmático lugar llamado Subespacio Microverso, que seguramente tendrá un papel cada vez más importante en las películas del estudio. Poco se sabe de este enclave, salvo que para llegar hasta él hace falta reducirse a escala subatómica, que quedarse atrapado en él es extremadamente fácil (la pobre Janet Van Dyne lo comprobó, a su pesar, en una ocasión) y que sus reglas van más allá de la lógica de nuestro mundo. ¿Qué sorpresas en miniatura nos prepara Marvel? ¿Estará vinculado el Subespacio a las aventuras místicas del Doctor Extraño, como ya se ha comentado? ¿Conseguiremos ver por fin a los asombrosos Micronautas en una película, como lleva años rumoreándose? Habrá que pegar la oreja a un hormiguero para saberlo…
Via:cinemania

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