¿Ver 'Marte (The Martian)' en una estación espacial? Comparado con las
proyecciones que te contamos aquí, esa parece casi normal...
Este Ridley Scott sí que sabe, pese a todo. Una vez que Marte (The Martian) se ha ganado aplausos en el Festival de Toronto 2015, y que todo el público internacional está deseando ver cómo se las apaña Matt Damon en el planeta rojo, el director inglés buscó un buen lugar para una premiere exclusiva de su película… y lo encontró en la Estación Espacial Internacional. Como puedes ver en la foto de abajo, tuiteada por el tripulante Kjell Lindgren, los astronautas que ocupan esta instalación orbital pudieron darse el gusto de ver la película, que en España se estrena el 16 de octubre. Aún no tenemos constancia de qué les pareció, eso sí.
Estamos seguros de que el personal de la EEI se lo pasó pipa con el filme. Y, viéndoles frente a la pantalla, nos ha dado por recordar cinco sesiones de cine que han tenido lugar (o que tienen lugar: la más rara de todas es la que más se repite) en lugares de lo más insospechados. Créenos: aunque hay muchos cines raros por el mundo, estos son los lugares más insospechados donde jamás nadie ha puesto una pantalla, un proyector, unas butacas y unas palomitas.
La labor del pionero cósmico es especialmente ardua (que se lo pregunten a Matt Damon y Matthew McConaughey, sin ir más lejos), y pasar una larga temporada allá arriba, sin gravedad y con una escuálida conexión a internet (“Peor que cuando conectabas el módem al teléfono”, en palabras del veterano Scott Kelly) se hace muy, muy aburrido. Ahora bien: puestos a organizar una sesión de cine en órbita… ¿de verdad que es buena idea proyectar el filme de Alfonso Cuarón sobre un cataclismo astronáutico? Pues parece ser que sí: en abril, los ocupantes de la Estación Espacial Internacional se dieron el gustazo de estrenar su flamante proyector HD con las desventuras de Sandra Bullock y George Clooney. Tratándose de tamaño peliculón, seguro que disfrutaron mucho, pero seguro que durante el pase debieron mirar más de una vez por la escotilla, que con la chatarra espacial ya se sabe… Finalmente, constatar que el cine de la EEI está bien surtido: en mayo, los astronautas se regalaron con una proyección de Star Wars Episodio I: La amenaza fantasma.
¿Es una broma? Pues podría, andando los Monty Python de por medio, pero juramos por la Santa Granada de Antioquía que este hecho sucedió de verdad. En febrero de 2007, la sátira bíblica del grupo inglés fue proyectada en la iglesia de Santo Tomás Martir, histórico y bello templo de estilo neogótico sito en Newcastle Upon Tyne. Por si no fuese bastante con el marco incomparable, el párroco (o quien fuese) montó un tinglado a la altura de The Rocky Horror Picture Show para acompañar la sesión: antes empezar la película hubo música de órgano, los feligre… esto, los espectadores recibieron hojas con la letra de Always Look On The Bright Side Of Life (para poder corearla al final, cual himno anglicano) y los taquilleros y los acomodadores iban disfrazados adecuadamente, bien de hebreos, bien de romanos. Pero el detalle que nos hace suspirar estaba destinado a las espectadoras, que recibieron barbas postizas para ponérselas en la escena de la lapidación. Pese a las protestas de algunos grupos fundamentalistas, la proyección se llenó hasta la bandera. Y eso que los morros de nutria y las lenguas de alondra no reemplazaron a las palomitas.
Desde luego, los hay que se buscan las desgracias. Sin ir más lejos, los responsables del festival de cine fantástico Awesomefest decidieron en 2013 organizar una maratón de películas slasher en un paraje muy adecuado: el Adventureland Day Camp de Bensalem, Pensilvania. Hablamos de un recinto de ocio activo desde 1965, situado a orillas de un río y con un frondoso bosque en sus inmediaciones. Vamos, el sitio ideal para que Jason Voorhees, su señora madre o alguno de sus discípulos hicieran de las suyas. Para tentar a la suerte, los responsables del evento proyectaron la primera entrega de Viernes 13, la también apropiadísima Campamento de verano (1983), La quema (1981) y otros títulos más recientes como Seducción mortal, todos ellos proyectados frente a un público que se arrebujaba en sus sacos de dormir. Sorprendentemente, ningún miembro de dicho público acabó empalado, destripado, degollado o ahogado en el lago: será que, durante el sarao, nadie bebió alcohol ni practicó sexo prematrimonial.
Vale, no impone tanto como las playas de Amity Island, pero siendo una iniciativa de Alamo Drafthouse, teníamos que ponerla aquí. En julio de este año, los formidables cines texanos organizaron una proyección de la obra maestra de Spielberg en el lago artificial del rancho Texas Ski, una bonita propiedad situada entre Austin y San Antonio. Y cuando decimos “en el lago” queremos decir “dentro del lago”: en vez de en butacas o sillas, el público se tumbaba sobre flotadores gigantes que flotaban sobre las aguas mientras, en la pantalla gigante montada para el evento, el bueno del escualo Bruce devoraba bañistas. Así, el público podía desplazarse (remando con las manos al ritmo del ostinato de John Williams) hasta los chiringuitos montados en la orilla, a fin de acompañar la experiencia con un refresco o lo que se terciase. ¿Lo ‘mejor’ de todo? La proyección coincidió con una sucesión de ataques a bañistas por parte de tiburones en las costas de Carolina del Norte, que se ganó titulares a granel en la prensa estadounidense.
El summum, la repera, el no va más de las sesiones de cine improbables no es un evento aislado, sino que se produce una vez al año. Y en un lugar de excepción: nada menos que la Base Amundsen-Scott, instalación científica situada a un tiro de piedra del Polo Sur. Durante sus períodos de máxima actividad, durante el verano antártico, la base está ocupada por aproximadamente 150 científicos, pero, cuando llega febrero y los fríos arrecian, la mayor parte del personal parte en un avión, dejando sólo a 45 individuos responsables de cuidar del chiringuito hasta que acabe el invierno. Y, ¿qué hacen esos 45 intrépidos solitarios, según marca la tradición, para darle la bienvenida a esa larga noche? Pues proyectarse un programa triple con El enigma de otro mundo (1951), La cosa (1982) y, desde hace unas pocas temporadas, la precuela de 2011. Porque, si vas a pasar una larga temporada aguantando temperaturas cercanas a los 73 grados bajo cero, en completa oscuridad y con ventiscas capaces de arrancarte la carne de los huesos, quiénes mejores que John Carpenter, Kurt Russell y Howard Hawks para ayudarte a mantener el calorcito.
Via:cinemania
Este Ridley Scott sí que sabe, pese a todo. Una vez que Marte (The Martian) se ha ganado aplausos en el Festival de Toronto 2015, y que todo el público internacional está deseando ver cómo se las apaña Matt Damon en el planeta rojo, el director inglés buscó un buen lugar para una premiere exclusiva de su película… y lo encontró en la Estación Espacial Internacional. Como puedes ver en la foto de abajo, tuiteada por el tripulante Kjell Lindgren, los astronautas que ocupan esta instalación orbital pudieron darse el gusto de ver la película, que en España se estrena el 16 de octubre. Aún no tenemos constancia de qué les pareció, eso sí.
Estamos seguros de que el personal de la EEI se lo pasó pipa con el filme. Y, viéndoles frente a la pantalla, nos ha dado por recordar cinco sesiones de cine que han tenido lugar (o que tienen lugar: la más rara de todas es la que más se repite) en lugares de lo más insospechados. Créenos: aunque hay muchos cines raros por el mundo, estos son los lugares más insospechados donde jamás nadie ha puesto una pantalla, un proyector, unas butacas y unas palomitas.
Gravity en el espacio
La labor del pionero cósmico es especialmente ardua (que se lo pregunten a Matt Damon y Matthew McConaughey, sin ir más lejos), y pasar una larga temporada allá arriba, sin gravedad y con una escuálida conexión a internet (“Peor que cuando conectabas el módem al teléfono”, en palabras del veterano Scott Kelly) se hace muy, muy aburrido. Ahora bien: puestos a organizar una sesión de cine en órbita… ¿de verdad que es buena idea proyectar el filme de Alfonso Cuarón sobre un cataclismo astronáutico? Pues parece ser que sí: en abril, los ocupantes de la Estación Espacial Internacional se dieron el gustazo de estrenar su flamante proyector HD con las desventuras de Sandra Bullock y George Clooney. Tratándose de tamaño peliculón, seguro que disfrutaron mucho, pero seguro que durante el pase debieron mirar más de una vez por la escotilla, que con la chatarra espacial ya se sabe… Finalmente, constatar que el cine de la EEI está bien surtido: en mayo, los astronautas se regalaron con una proyección de Star Wars Episodio I: La amenaza fantasma.
La vida de Brian en una iglesia
¿Es una broma? Pues podría, andando los Monty Python de por medio, pero juramos por la Santa Granada de Antioquía que este hecho sucedió de verdad. En febrero de 2007, la sátira bíblica del grupo inglés fue proyectada en la iglesia de Santo Tomás Martir, histórico y bello templo de estilo neogótico sito en Newcastle Upon Tyne. Por si no fuese bastante con el marco incomparable, el párroco (o quien fuese) montó un tinglado a la altura de The Rocky Horror Picture Show para acompañar la sesión: antes empezar la película hubo música de órgano, los feligre… esto, los espectadores recibieron hojas con la letra de Always Look On The Bright Side Of Life (para poder corearla al final, cual himno anglicano) y los taquilleros y los acomodadores iban disfrazados adecuadamente, bien de hebreos, bien de romanos. Pero el detalle que nos hace suspirar estaba destinado a las espectadoras, que recibieron barbas postizas para ponérselas en la escena de la lapidación. Pese a las protestas de algunos grupos fundamentalistas, la proyección se llenó hasta la bandera. Y eso que los morros de nutria y las lenguas de alondra no reemplazaron a las palomitas.
Viernes 13 en un campamento
Desde luego, los hay que se buscan las desgracias. Sin ir más lejos, los responsables del festival de cine fantástico Awesomefest decidieron en 2013 organizar una maratón de películas slasher en un paraje muy adecuado: el Adventureland Day Camp de Bensalem, Pensilvania. Hablamos de un recinto de ocio activo desde 1965, situado a orillas de un río y con un frondoso bosque en sus inmediaciones. Vamos, el sitio ideal para que Jason Voorhees, su señora madre o alguno de sus discípulos hicieran de las suyas. Para tentar a la suerte, los responsables del evento proyectaron la primera entrega de Viernes 13, la también apropiadísima Campamento de verano (1983), La quema (1981) y otros títulos más recientes como Seducción mortal, todos ellos proyectados frente a un público que se arrebujaba en sus sacos de dormir. Sorprendentemente, ningún miembro de dicho público acabó empalado, destripado, degollado o ahogado en el lago: será que, durante el sarao, nadie bebió alcohol ni practicó sexo prematrimonial.
Tiburón en un lago
Vale, no impone tanto como las playas de Amity Island, pero siendo una iniciativa de Alamo Drafthouse, teníamos que ponerla aquí. En julio de este año, los formidables cines texanos organizaron una proyección de la obra maestra de Spielberg en el lago artificial del rancho Texas Ski, una bonita propiedad situada entre Austin y San Antonio. Y cuando decimos “en el lago” queremos decir “dentro del lago”: en vez de en butacas o sillas, el público se tumbaba sobre flotadores gigantes que flotaban sobre las aguas mientras, en la pantalla gigante montada para el evento, el bueno del escualo Bruce devoraba bañistas. Así, el público podía desplazarse (remando con las manos al ritmo del ostinato de John Williams) hasta los chiringuitos montados en la orilla, a fin de acompañar la experiencia con un refresco o lo que se terciase. ¿Lo ‘mejor’ de todo? La proyección coincidió con una sucesión de ataques a bañistas por parte de tiburones en las costas de Carolina del Norte, que se ganó titulares a granel en la prensa estadounidense.
La Cosa en la Antártida
El summum, la repera, el no va más de las sesiones de cine improbables no es un evento aislado, sino que se produce una vez al año. Y en un lugar de excepción: nada menos que la Base Amundsen-Scott, instalación científica situada a un tiro de piedra del Polo Sur. Durante sus períodos de máxima actividad, durante el verano antártico, la base está ocupada por aproximadamente 150 científicos, pero, cuando llega febrero y los fríos arrecian, la mayor parte del personal parte en un avión, dejando sólo a 45 individuos responsables de cuidar del chiringuito hasta que acabe el invierno. Y, ¿qué hacen esos 45 intrépidos solitarios, según marca la tradición, para darle la bienvenida a esa larga noche? Pues proyectarse un programa triple con El enigma de otro mundo (1951), La cosa (1982) y, desde hace unas pocas temporadas, la precuela de 2011. Porque, si vas a pasar una larga temporada aguantando temperaturas cercanas a los 73 grados bajo cero, en completa oscuridad y con ventiscas capaces de arrancarte la carne de los huesos, quiénes mejores que John Carpenter, Kurt Russell y Howard Hawks para ayudarte a mantener el calorcito.
Via:cinemania
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