Y el maestro de ceremonias es Álex de la Iglesia con su última película 'Mi gran noche'
¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De España, esa gran fiesta disparatada. Ese guateque que se nos fue de las manos y en el que todos opinan, todos hablan, nadie es capaz de callar. Al que se calle un día le van a dar un premio, uno para ciudadanos del mundo como si esto fuera una canción de Manu Chao. Pues nada, que suban la música, que alguien nos saque a bailar si al final España era esto, las niñas esperando maquilladas a que llegue Mario Casas a la alfombra del Kursaal. Como en Mi gran noche, película número doce de Álex de la Iglesia, cuando dos chonis le hacen una mamada al famoso de turno (¡anda, pero si también es Mario Casas!) para ver si con el semen dan la campanada. ¡Y que luego las llamen ni-nis! Si encima se sacan unas perras en la grabación de un especial de nochevieja, homenaje kitsch del director de El día de la bestia a los programas de Televisión Española de finales de los setenta, con Esteso y Pajares, etc, “el único momento en el que país estaba unido -ha dicho él-. El momento de máxima felicidad de España”. Pero claro, por mucho que sea homenaje, esto es una película suya, del hombre que dirigió La comunidad o Muertos de risa. Así, normal que Mi gran noche se parezca más a El ángel exterminador o Danzad danzad malditos que a Noche de fiesta, algo que queda claro en cuanto figurantes (Pepón Nieto, Blanca Suárez, Luis Fernández, Enrique Villén…) y el resto del equipo (Carolina Bang, Hugo Silva, Santiago Segura, Mario Casas…) se quedan atrapados dentro del plató. Por allí, para más inri, pulula un hito de la canción nuestra: Raphael, que ha conmovido a medio Donosti con su look tan Lotería de Navidad de 2013 (sí, “nanananana”). Y es que hace tiempo que las películas de Álex de la Iglesia dejaron de parecerse a España, hiperbólicas, esperpénticas deformaciones del país. Ahora somos nosotros los que cada vez nos parecemos más a ellas.
¿Qué hemos visto? Una peli de Sección Oficial (21 noches con Pattie) de la que me ahorro comentarios y la última película del encantador Hirokazu Koreeda, Nuestra hermana pequeña, un auténtico regalo para hijas únicas, delicada y deliciosa. Tras la muerte de su padre, tres hermanas deciden adoptar a la hija que este tuvo con otra mujer, una adolescente sensible y buena que enseguida acepta mudarse a vivir con ellas. Como un Mujercitas moderno, lo que podría ser un dramón se convierte en una película dulce y tierna sobre la necesidad de querer a los que llegan y dejar marchar a los que se van. Qué bonito sería vivir en una película de Koreeda.
¿Con quién hemos hablado? Con Cesc Gay, un tipo con pinta de callado pero con mucho discurso. Entre pase y pase me ha contado que la durísima Truman nació de una necesidad personal y que los diálogos eran tan sensibles que Javier Cámara se echó a llorar más de una vez mientras rodaban. Glups.
¿Qué hemos comido? Una mini hamburguesa de bacon y queso en la descomunal cola para entrar a ver Anomalisa mientras soñaba con fuentes de sushi y soja fruto del antojo post Nuestra hermana pequeña. Eso sí, a la salida del pase me he regalado un helado de New York Cheesecake en honor a Charlie Kaufman, al que he visto camino del Teatro Principal muy sonriente (¡lo juro!), donde me imagino que iría a presentar Anomalisa. Su segunda película como director, menos laberíntica que sus guiones, se parece a un cuento de Carver pero hecho con stop-motion y tiene la escena de sexo más realista que he visto en mucho tiempo.
Conchómetro: Ricardo Darín sigue sonando fuerte, tendría gracia que un argentino se llevase la Concha. Y Truman y Sunset Song, de Terence Davies, parecen la grandes favorita de los corrillos.
¿Qué esperamos de la jornada de mañana? Mucho. Amama, El apóstata y High-Rise, expectativas altísimas con todas. Espero que no me afecte la estupenda resaca que preveo. De la fiesta de Álex de la Iglesia y también de la de España. Esa otra fiesta pero no como la de Hemigway. Esta, más bien, fiesta de pueblo. Una verbena, vaya.
Via:cinemania
¿De qué se habla hoy en San Sebastián? De España, esa gran fiesta disparatada. Ese guateque que se nos fue de las manos y en el que todos opinan, todos hablan, nadie es capaz de callar. Al que se calle un día le van a dar un premio, uno para ciudadanos del mundo como si esto fuera una canción de Manu Chao. Pues nada, que suban la música, que alguien nos saque a bailar si al final España era esto, las niñas esperando maquilladas a que llegue Mario Casas a la alfombra del Kursaal. Como en Mi gran noche, película número doce de Álex de la Iglesia, cuando dos chonis le hacen una mamada al famoso de turno (¡anda, pero si también es Mario Casas!) para ver si con el semen dan la campanada. ¡Y que luego las llamen ni-nis! Si encima se sacan unas perras en la grabación de un especial de nochevieja, homenaje kitsch del director de El día de la bestia a los programas de Televisión Española de finales de los setenta, con Esteso y Pajares, etc, “el único momento en el que país estaba unido -ha dicho él-. El momento de máxima felicidad de España”. Pero claro, por mucho que sea homenaje, esto es una película suya, del hombre que dirigió La comunidad o Muertos de risa. Así, normal que Mi gran noche se parezca más a El ángel exterminador o Danzad danzad malditos que a Noche de fiesta, algo que queda claro en cuanto figurantes (Pepón Nieto, Blanca Suárez, Luis Fernández, Enrique Villén…) y el resto del equipo (Carolina Bang, Hugo Silva, Santiago Segura, Mario Casas…) se quedan atrapados dentro del plató. Por allí, para más inri, pulula un hito de la canción nuestra: Raphael, que ha conmovido a medio Donosti con su look tan Lotería de Navidad de 2013 (sí, “nanananana”). Y es que hace tiempo que las películas de Álex de la Iglesia dejaron de parecerse a España, hiperbólicas, esperpénticas deformaciones del país. Ahora somos nosotros los que cada vez nos parecemos más a ellas.
¿Qué hemos visto? Una peli de Sección Oficial (21 noches con Pattie) de la que me ahorro comentarios y la última película del encantador Hirokazu Koreeda, Nuestra hermana pequeña, un auténtico regalo para hijas únicas, delicada y deliciosa. Tras la muerte de su padre, tres hermanas deciden adoptar a la hija que este tuvo con otra mujer, una adolescente sensible y buena que enseguida acepta mudarse a vivir con ellas. Como un Mujercitas moderno, lo que podría ser un dramón se convierte en una película dulce y tierna sobre la necesidad de querer a los que llegan y dejar marchar a los que se van. Qué bonito sería vivir en una película de Koreeda.
¿Con quién hemos hablado? Con Cesc Gay, un tipo con pinta de callado pero con mucho discurso. Entre pase y pase me ha contado que la durísima Truman nació de una necesidad personal y que los diálogos eran tan sensibles que Javier Cámara se echó a llorar más de una vez mientras rodaban. Glups.
¿Qué hemos comido? Una mini hamburguesa de bacon y queso en la descomunal cola para entrar a ver Anomalisa mientras soñaba con fuentes de sushi y soja fruto del antojo post Nuestra hermana pequeña. Eso sí, a la salida del pase me he regalado un helado de New York Cheesecake en honor a Charlie Kaufman, al que he visto camino del Teatro Principal muy sonriente (¡lo juro!), donde me imagino que iría a presentar Anomalisa. Su segunda película como director, menos laberíntica que sus guiones, se parece a un cuento de Carver pero hecho con stop-motion y tiene la escena de sexo más realista que he visto en mucho tiempo.
Conchómetro: Ricardo Darín sigue sonando fuerte, tendría gracia que un argentino se llevase la Concha. Y Truman y Sunset Song, de Terence Davies, parecen la grandes favorita de los corrillos.
¿Qué esperamos de la jornada de mañana? Mucho. Amama, El apóstata y High-Rise, expectativas altísimas con todas. Espero que no me afecte la estupenda resaca que preveo. De la fiesta de Álex de la Iglesia y también de la de España. Esa otra fiesta pero no como la de Hemigway. Esta, más bien, fiesta de pueblo. Una verbena, vaya.
Via:cinemania
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