Mientras su trayectoria televisiva seguía haciéndole acreedor de
grandes elogios y su nombre continuaba asociándose a numerosas cabeceras
—ya que aún está reciente su adaptación cinematográfica podríamos
destacar aquí que Jerry Goldsmith sería el encargado de la música de 'El agente de la C.I.P.O.L' ('Man fron U.N.C.L.E', 1964-1968)— el que estaba llamado a convertirse en maestro del arte de la música de cine seguía dando pequeños pasos en la gran pantalla de la mano de producciones de poca entidad
que, como ya dije en la presentación del especial, contaron siempre
contra todo pronóstico con toda su atención sobre los pentagramas.
Ejemplo claro de ello es 'Studs Lonigan' (id, Irving Lerner, 1960) un oscuro filme de escaso presupuesto que reunía al compositor de nuevo con el cineasta para el que había compuesto el año anterior esa 'City of Fear' (id, 1959) que comentábamos hace unos días. Y si ya en relación al errático thriller comprobábamos que se abría un considerable abismo entre música e imágenes, dicho abismo comienza a adquirir tintes de insondable cuando hemos de atender a lo que ofrece la cinta y lo que la partitura de Jerry Goldsmith llega a transmitir en modos que, aquí y allá, son completamente ajenos a la parquedad de lo rodado por Lerner.
El interés de una producción cinematográfica reside en su historia, y en 'Studs Lonigan' dicho interés es inexistente.
Adaptación de los libros segundo y tercero de una trilogía que fue reconocida como una de las 100 mejores novelas del s.XX y cuya autoría se debe a James T.Farrell, sorprende en todo momento en el transcurso de la hora y media de metraje del filme la completa carencia de elementos básicos de apoyo en un guión que —y esto es una valoración personal no fundada en la lectura de la novela—, considerando el reconocimiento del texto original, se queda bien lejos de conseguir atrapar para sí algo del talento que al parecer éste atesora, mostrándose incluso con cierta tendencia pretenciosa en esos soliloquios que el personaje mantiene durante todo el filme.
El interés de una producción cinematográfica descansa en sus personajes, y en 'Studs Lonigan' dicho interés es inexistente.
Con un arranque in media res que provoca que la entrada a la acción se haga de forma atropellada, el sendero por el que va discurriendo 'Studs Lonigan' es de una irregularidad suma que nunca termina de provocar la empatía, ni con su personaje central ni con las dramáticas circunstancias en las que tanto el joven que nunca encuentra su camino como otros secundarios que también van dando tumbos por la vida, llegan a moverse. A ello ayuda enormemente el trabajo del corpúsculo de intérpretes que encabeza Christopher Knight y del que sólo cabría destacar a Jack Nicholson en uno de los primeros papeles de su dilatada trayectoria profesional.
El interés de una producción cinematográfica yace en su dirección, y en 'Studs Lonigan' dicho interés es inexistente.
Pero el máximo responsable de que la cinta no atrape desde su torpe y atribulado comienzo hasta su final en ninguna parte, es Irving Lerner: rodando el guión como si de una obra de teatro televisada se tratara, no son pocas las ocasiones en las que más que estar viendo una producción para la gran pantalla, parece que nos estemos asomando a una de aquellas grabaciones que bajo la cabecera de 'Estudio 1' emitió Televisión Española in illo tempore. Teatralizada la puesta en escena al máximo con abuso de exagerados primeros planos, y con el molesto añadido de la voz en off que comentaba más arriba, es 'Studs Lonigan' un filme del que nada puede rescatarse...excepto su banda sonora.
Americana es el término que se usa para definir un género
musical propio de los Estados Unidos que surge de la fusión de estilos e
influencias tan dispares como el folk, el rock, el country blues, el
bluegrass o hillbilly, el country alternativo o el rockabilly. De tamaña
mezcla nacen unas sonoridades bajo las que cabría encajar lo que Jerry
Goldsmith —acreditado aquí como Jerrald Goldsmith— componía para 'Studs
Lonigan'; un trabajo ecléctico que se debate entre los dos ámbitos por los que se mueve el metraje: el alocado ritmo de vida del personaje central y su sesgo más lírico y dramático.
Con la armónica como instrumento con el que caracterizar la melancolía que impregna una buena parte de la narración del filme, el score compuesto por el maestro se apoya de forma ostensible en el piano y en los metales para construir un universo sonoro que evoca de forma directa a los años en los que transcurre la acción —la década de los veinte del siglo pasado— y que encuentra sus mayores virtudes en unas orquestaciones ingeniosas que, conforme vaya avanzando su trayectoria, llegarán a ser una de las cualidades que mejor lleguen a definir los trabajos de Jerry Goldsmith.
Recogida por Varese Sarabande en una de sus ediciones Club que hoy por hoy ya es pieza de coleccionista muy difícil de encontrar —al menos a un precio razonable— 'Studs Lonigan' es un testimonio musical asombroso de la madurez que con tan sólo treinta años ya había alcanzado Jerry Goldsmith. Una madurez que además apunta aquí a muchos de los rasgos más identificables que el compositor seguirá explorando a lo largo de su prolongada filmografía y que entronca de pleno con las sonoridades más reconocibles del maestro californiano.
Via:blog de cine
Ejemplo claro de ello es 'Studs Lonigan' (id, Irving Lerner, 1960) un oscuro filme de escaso presupuesto que reunía al compositor de nuevo con el cineasta para el que había compuesto el año anterior esa 'City of Fear' (id, 1959) que comentábamos hace unos días. Y si ya en relación al errático thriller comprobábamos que se abría un considerable abismo entre música e imágenes, dicho abismo comienza a adquirir tintes de insondable cuando hemos de atender a lo que ofrece la cinta y lo que la partitura de Jerry Goldsmith llega a transmitir en modos que, aquí y allá, son completamente ajenos a la parquedad de lo rodado por Lerner.
'Studs Lonigan', desnuda de interés
Adaptación de los libros segundo y tercero de una trilogía que fue reconocida como una de las 100 mejores novelas del s.XX y cuya autoría se debe a James T.Farrell, sorprende en todo momento en el transcurso de la hora y media de metraje del filme la completa carencia de elementos básicos de apoyo en un guión que —y esto es una valoración personal no fundada en la lectura de la novela—, considerando el reconocimiento del texto original, se queda bien lejos de conseguir atrapar para sí algo del talento que al parecer éste atesora, mostrándose incluso con cierta tendencia pretenciosa en esos soliloquios que el personaje mantiene durante todo el filme.
El interés de una producción cinematográfica descansa en sus personajes, y en 'Studs Lonigan' dicho interés es inexistente.
Con un arranque in media res que provoca que la entrada a la acción se haga de forma atropellada, el sendero por el que va discurriendo 'Studs Lonigan' es de una irregularidad suma que nunca termina de provocar la empatía, ni con su personaje central ni con las dramáticas circunstancias en las que tanto el joven que nunca encuentra su camino como otros secundarios que también van dando tumbos por la vida, llegan a moverse. A ello ayuda enormemente el trabajo del corpúsculo de intérpretes que encabeza Christopher Knight y del que sólo cabría destacar a Jack Nicholson en uno de los primeros papeles de su dilatada trayectoria profesional.
El interés de una producción cinematográfica yace en su dirección, y en 'Studs Lonigan' dicho interés es inexistente.
Pero el máximo responsable de que la cinta no atrape desde su torpe y atribulado comienzo hasta su final en ninguna parte, es Irving Lerner: rodando el guión como si de una obra de teatro televisada se tratara, no son pocas las ocasiones en las que más que estar viendo una producción para la gran pantalla, parece que nos estemos asomando a una de aquellas grabaciones que bajo la cabecera de 'Estudio 1' emitió Televisión Española in illo tempore. Teatralizada la puesta en escena al máximo con abuso de exagerados primeros planos, y con el molesto añadido de la voz en off que comentaba más arriba, es 'Studs Lonigan' un filme del que nada puede rescatarse...excepto su banda sonora.
'Studs Lonigan', la música
Con la armónica como instrumento con el que caracterizar la melancolía que impregna una buena parte de la narración del filme, el score compuesto por el maestro se apoya de forma ostensible en el piano y en los metales para construir un universo sonoro que evoca de forma directa a los años en los que transcurre la acción —la década de los veinte del siglo pasado— y que encuentra sus mayores virtudes en unas orquestaciones ingeniosas que, conforme vaya avanzando su trayectoria, llegarán a ser una de las cualidades que mejor lleguen a definir los trabajos de Jerry Goldsmith.
Recogida por Varese Sarabande en una de sus ediciones Club que hoy por hoy ya es pieza de coleccionista muy difícil de encontrar —al menos a un precio razonable— 'Studs Lonigan' es un testimonio musical asombroso de la madurez que con tan sólo treinta años ya había alcanzado Jerry Goldsmith. Una madurez que además apunta aquí a muchos de los rasgos más identificables que el compositor seguirá explorando a lo largo de su prolongada filmografía y que entronca de pleno con las sonoridades más reconocibles del maestro californiano.
Via:blog de cine
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