El humor de Sacha Baron Cohen no es un plato del
gusto de todos, pero incluso dentro de su estilo ha mostrado una notable
irregularidad. Por mi parte, de los vehículos para su lucimiento
personal me encanta ‘Borat’ y disfruté con ‘El dictador’ (‘The Dictator’), pero a cambio ‘Bruno’ me dejó un poco frío y en su momento odié con todas mis fuerzas ‘Ali G anda suelto’ (‘Ali G Indahouse’).
Lo positivo de ello es que es imposible crearme unas expectativas muy marcadas de cara a sus próximos trabajos, por lo que lo único que esperaba de ‘Agente contrainteligente’ (‘The Brothers Grimsby’) era pasar un rato entretenido y que tuviera algunos gags realmente graciosos. De lo primero algo hay, pero en lo segundo destaca una apuesta decidida y esperada por lo excesivo y la escatología que no le sale demasiado bien.
Cohen ya había demostrado con anterioridad una marcada querencia por el humor de trazo grueso, un recurso especialmente peligroso,
pues puedes quedarte muy corto y que resulte un pegote extraño con muy
poca gracia, pero también pasarte de rosca y que acabe perdiendo la
gracia que seguramente llegó a tener en algún momento.
Sin embargo, en sus trabajos anteriores acertaba en un aspecto clave, y era que, tanto si me encantaba como si odiaba el resultado final, modulaba muy bien esa comicidad en función de las características del personaje protagonista -sí, los excesos estaban ahí, pero nunca de la misma forma que otras películas-, lo cual le daba una razón de ser y una constancia que justifica por completo el echar mano de ello.
En el caso de ‘Agente contrainteligente’ me da la sensación de que eso no termina de cumplirse y que sus excesos son a veces más consecuencia de estar buscando sorprender al espectador que de encajar del todo con Nobby, el personaje interpretado por Cohen. Como consecuencia de ello, la película sufre de un marcado desequilibrio cómico en el que sus excesos acaban jugando más en su contra que a favor.
Con todo, hay un puñado de gags que sí funcionan, algunos incluso que sobre el papel no son más que un festival escatológico
-aquí podéis esperar cosas nunca antes vistas, aunque no tengo muy
claro que eso sea algo bueno- o una celebración de la estupidez
-prácticamente todo lo relacionado con Grimsby-, pero la película tiende
demasiado a volver sobre las mismas ideas, agotando así su efectividad
cómica y dejando en evidencia sus debilidades.
Lo que sí funciona en todo momento, incluso cuando ‘Agente contrainteligente’ toca fondo en términos humorísticos, es la química entre Sacha Baron Cohen y Mark Strong, tanto por la oposición en las personalidades de sus personajes como por la aportación específica de los actores. Sin eso habría momentos que simplemente serían ridículos, pero sus interacciones consiguen elevar el resultado final y dejan con ganas de volver a verlas juntos.
Como es lógico, en este tipo de producciones uno no suele fijarse
demasiado en la aportación de su director, pero en el caso que nos ocupa
sí conviene detenerse un poco en Louis Leterrier. ¿El
motivo? La acción también juega un papel importante, y en su caso se
entiende su elección en las escenas de acción con los planos más
abiertos, mientras que en aquellas en las que recurre a los planos
cortos incluso resulta un tanto mareante -también culpa del montaje-, un
fallo incomprensible.
Tampoco ayuda demasiado la poca entidad que tienen algunos personajes secundarios, sobre todo una Penélope Cruz que deambula por la película un tanto perdida, aunque en el caso de Isla Fisher tampoco saben que sirva para algo más que resolver problemas sin dejarnos muy claro cómo consigue todo eso cuando se supone que está muy vigilada. Por lo demás, algunos secundarios sin gracia -hola, Rebel Wilson- y falso cameo bastante simpático.
En definitiva, ‘Agente contrainteligente’ es una comedia excesiva que falla mucho más a menudo de lo que da en la diana. Con todo, nunca llega a aburrir, en gran medida por la buena química que hay entre Cohen y Strong, y alguna vez si te ríes, lo cual ya es mucho más de lo que consigue la desastrosa ‘El pregón’, la otra cinta de corte humorístico que llegó ayer a los cines españoles.
Lo positivo de ello es que es imposible crearme unas expectativas muy marcadas de cara a sus próximos trabajos, por lo que lo único que esperaba de ‘Agente contrainteligente’ (‘The Brothers Grimsby’) era pasar un rato entretenido y que tuviera algunos gags realmente graciosos. De lo primero algo hay, pero en lo segundo destaca una apuesta decidida y esperada por lo excesivo y la escatología que no le sale demasiado bien.
El humor según Sacha Baron Cohen
Sin embargo, en sus trabajos anteriores acertaba en un aspecto clave, y era que, tanto si me encantaba como si odiaba el resultado final, modulaba muy bien esa comicidad en función de las características del personaje protagonista -sí, los excesos estaban ahí, pero nunca de la misma forma que otras películas-, lo cual le daba una razón de ser y una constancia que justifica por completo el echar mano de ello.
En el caso de ‘Agente contrainteligente’ me da la sensación de que eso no termina de cumplirse y que sus excesos son a veces más consecuencia de estar buscando sorprender al espectador que de encajar del todo con Nobby, el personaje interpretado por Cohen. Como consecuencia de ello, la película sufre de un marcado desequilibrio cómico en el que sus excesos acaban jugando más en su contra que a favor.
Lo que sí funciona en todo momento, incluso cuando ‘Agente contrainteligente’ toca fondo en términos humorísticos, es la química entre Sacha Baron Cohen y Mark Strong, tanto por la oposición en las personalidades de sus personajes como por la aportación específica de los actores. Sin eso habría momentos que simplemente serían ridículos, pero sus interacciones consiguen elevar el resultado final y dejan con ganas de volver a verlas juntos.
Otros problemillas de ‘Agente contrainteligente’
Tampoco ayuda demasiado la poca entidad que tienen algunos personajes secundarios, sobre todo una Penélope Cruz que deambula por la película un tanto perdida, aunque en el caso de Isla Fisher tampoco saben que sirva para algo más que resolver problemas sin dejarnos muy claro cómo consigue todo eso cuando se supone que está muy vigilada. Por lo demás, algunos secundarios sin gracia -hola, Rebel Wilson- y falso cameo bastante simpático.
En definitiva, ‘Agente contrainteligente’ es una comedia excesiva que falla mucho más a menudo de lo que da en la diana. Con todo, nunca llega a aburrir, en gran medida por la buena química que hay entre Cohen y Strong, y alguna vez si te ríes, lo cual ya es mucho más de lo que consigue la desastrosa ‘El pregón’, la otra cinta de corte humorístico que llegó ayer a los cines españoles.
- Otra crítica en Blogdecine | 'Agente Contrainteligente': Sacha Baron Cohen sin filtros
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