En lo que llevamos de 2016 se han estrenado producciones animadas de todo tipo, desde propuestas excelentes como ‘Zootrópolis’ (‘Zootopia’) hasta títulos muy deficientes como ‘Ice Age: El gran cataclismo’ (‘Ice Age. Collision Course’), pasando por agradables sorpresas como ‘Mascotas’ (‘The Secret Life of Pets’), pequeñas decepciones tipo ‘Buscando a Dory’ (‘Finding Dory’) o grandes oportunidades perdidas como ‘Batman: La broma asesina’ (‘Batman: The Killing Joke’)
Además, el público ha convertido a todas ellas en éxitos comerciales de mayor o menor envergadura en un año, algo que al estudio Laika se le ha resistido hasta ahora. Por desgracia, tengo mis dudas sobre que eso vaya a cambiar con ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ (‘Kubo and the Two Strings’), y sería una pena, porque estamos ante una película extraordinaria, no ya sólo la mejor de 2016 hasta ahora en animación, sino incluyendo también a cualquier otro largometraje.
Laika había empezado con muy bien pie gracias a la notable ‘Los mundos de Coraline’, pero después se claramente por debajo de la cinta dirigida por Henry Selick con ‘El alucinante mundo de Norman’ (‘ParaNorman’) y ‘Los Boxtrolls’ (‘The Boxtrolls’), dos títulos bastante estimables y con excelente trabajo de animación por stop-motion, pero cuyo contenido narrativo presentaba claras debilidades que les impedían alcanzar todo su esplendor.
Mi gran miedo con ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ es que volviera a suceder exactamente lo mismo, es decir, una historia sencilla -seguramente demasiado y con claros altibajos- muy estimulante en lo visual y con algunos apuntes siniestros cada vez más difíciles de ver en el cine orientado a los más pequeños de la casa, todo ello con el aderezo de un ajustado presupuesto de 60 millones de dólares, exactamente lo mismo que sus tres largometrajes anteriores.
Por suerte, estaba equivocado en lo negativo y en lo positivo incluso me quedé corto en este extraordinario cruce entre lo oriental y lo occidental
que nunca decae y que encima brilla con especial intensidad durante no
pocas escenas. He de confesar que no soy un gran experto en animación,
pero lo que veía aquí en pantalla me dejaba embobado, tanto por la
imaginación demostrada para la creación de un universo propio como en
los propios diseños, increíblemente efectivos y sin hacer concesión
alguna de cara a la creación de posible merchandising.
Ese último punto y el hecho de que renieguen de la posibilidad de rodar secuela alguna me deja claro que uno de sus principales objetivos es la pureza, es decir, que todo siga su curso natural y lo haga de la forma que crean más adecuada sin tener en cuenta cualquier tipo de factor exógeno, y además planteando un relato con influencias, pero totalmente original. Eso también se traduce en una serie de limitaciones para llegar al público masivo, pero ellos se lo pierden, porque ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ también es un relato emocionante digno de ser disfrutado por niños de todas las edades.
No voy a negar que, como ya sucedía en anteriores obras suyas, ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ no es una propuesta 100% amigable
-aunque sin llegar a los niveles de ‘Los mundos de Coraline’ ahí- y que
hay momentos que coquetean con el terror, pero es que era exactamente
lo que pedía la historia para que su credibilidad no se viera afectada.
¿Sería mejor eliminarlos para que todo resultase más genérico e
inofensivo? Yo creo que la película bajaría bastantes enteros cuando lo
que cuenta ya es suficientemente sencillo y accesible.
De hecho, una de las claves de todo es que el guion de Marc Haimes y Chris Butler mantenga el toque más terrenal de un relato repleto de elementos fantásticos y que nunca lo compliquen todo más de la cuenta. De esta forma, en ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ surge un corazón que va cautivándote poco a poco a través de la presentación de los personajes y de los vínculos que van surgiendo entre ellos. No es nada novedosa ahí, pero sí totalmente consistente y con el encanto suficiente para meterte aún más en lo que sucede.
El debutante Travis Knight tiene así una raíz sólida y la certeza de que va a florecer con normalidad, siendo él quien tiene que hacer que nos deslumbre con una belleza sin igual. Ahí es cierto que no podéis esperar unos niveles de fotorrealismo como los exhibidos en otras producciones animadas, pero es que tampoco es ese realmente su camino. Aquí lo que importa es la capacidad para seducir al espectador con la imagen, tanto en los momentos de más acción como en aquellos donde reina la pausa.
Ahí es donde más me llamó la atención ese cruce que mencionaba más
atrás entre lo oriental y lo occidental, ya presente en el guion -la
historia pertenece más al primer mundo pero la forma de desarrollarla se
acerca algo más al segundo- y que aquí aprovecha en parte lo expuesto
en algunos animes para plantear su propia versión, una en la que hay que
aceptar que la magia existe y que pueden suceder cosas extraordinarias,
que es justo lo que pasa.
Al final, la auténtica clave está en que los responsables de ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ han conseguido dar con las teclas adecuadas para encontrar ese difícil equilibrio entre lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero también en un acabado visual cuidado hasta el más mínimo detalle. No me olvido tampoco de la preciosa banda sonora de Dario Marianelli o del seductor tema musical de Regina Spektor que logra que el embrujo persista durante sus estupendos títulos de crédito finales.
En definitiva, ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ se queda a nada de ser una obra maestra, una calificación que muchos dan con demasiada alegría, pero que en mi opinión no llega a 40 el número de películas que lo merecen. Extraordinaria y fascinante visualmente, sencilla pero precisa e impecable en lo argumental y con una fuerza tanto en lo emocional como en la aventura de su protagonista que te deja sin argumento alguno en su contra. Imprescindible para cualquier amante del cine.
Via:blog de cine
Además, el público ha convertido a todas ellas en éxitos comerciales de mayor o menor envergadura en un año, algo que al estudio Laika se le ha resistido hasta ahora. Por desgracia, tengo mis dudas sobre que eso vaya a cambiar con ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ (‘Kubo and the Two Strings’), y sería una pena, porque estamos ante una película extraordinaria, no ya sólo la mejor de 2016 hasta ahora en animación, sino incluyendo también a cualquier otro largometraje.
El paso adelante definitivo de Laika
Mi gran miedo con ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ es que volviera a suceder exactamente lo mismo, es decir, una historia sencilla -seguramente demasiado y con claros altibajos- muy estimulante en lo visual y con algunos apuntes siniestros cada vez más difíciles de ver en el cine orientado a los más pequeños de la casa, todo ello con el aderezo de un ajustado presupuesto de 60 millones de dólares, exactamente lo mismo que sus tres largometrajes anteriores.
Ese último punto y el hecho de que renieguen de la posibilidad de rodar secuela alguna me deja claro que uno de sus principales objetivos es la pureza, es decir, que todo siga su curso natural y lo haga de la forma que crean más adecuada sin tener en cuenta cualquier tipo de factor exógeno, y además planteando un relato con influencias, pero totalmente original. Eso también se traduce en una serie de limitaciones para llegar al público masivo, pero ellos se lo pierden, porque ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ también es un relato emocionante digno de ser disfrutado por niños de todas las edades.
’Kubo y las dos cuerdas mágicas’ es imprescindible
De hecho, una de las claves de todo es que el guion de Marc Haimes y Chris Butler mantenga el toque más terrenal de un relato repleto de elementos fantásticos y que nunca lo compliquen todo más de la cuenta. De esta forma, en ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ surge un corazón que va cautivándote poco a poco a través de la presentación de los personajes y de los vínculos que van surgiendo entre ellos. No es nada novedosa ahí, pero sí totalmente consistente y con el encanto suficiente para meterte aún más en lo que sucede.
El debutante Travis Knight tiene así una raíz sólida y la certeza de que va a florecer con normalidad, siendo él quien tiene que hacer que nos deslumbre con una belleza sin igual. Ahí es cierto que no podéis esperar unos niveles de fotorrealismo como los exhibidos en otras producciones animadas, pero es que tampoco es ese realmente su camino. Aquí lo que importa es la capacidad para seducir al espectador con la imagen, tanto en los momentos de más acción como en aquellos donde reina la pausa.
Al final, la auténtica clave está en que los responsables de ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ han conseguido dar con las teclas adecuadas para encontrar ese difícil equilibrio entre lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero también en un acabado visual cuidado hasta el más mínimo detalle. No me olvido tampoco de la preciosa banda sonora de Dario Marianelli o del seductor tema musical de Regina Spektor que logra que el embrujo persista durante sus estupendos títulos de crédito finales.
En definitiva, ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ se queda a nada de ser una obra maestra, una calificación que muchos dan con demasiada alegría, pero que en mi opinión no llega a 40 el número de películas que lo merecen. Extraordinaria y fascinante visualmente, sencilla pero precisa e impecable en lo argumental y con una fuerza tanto en lo emocional como en la aventura de su protagonista que te deja sin argumento alguno en su contra. Imprescindible para cualquier amante del cine.
Via:blog de cine
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