Hay películas que viven obsesionadas con alcanzar la maestría técnica
y descuidan de forma alarmante la fuerza emocional del relato que
cuentan al espectador, pero eso es algo que también sucede en la otra
dirección, con títulos tan empeñados en lograr cierto tipo de reacción
que aceptan el siempre peligroso todo vale para intentar conseguirlo. No sé cuál de esos dos extremos me convence menos, porque al final lo importante está en saber dar con el equilibrio que necesite tu historia.
Mi gran miedo con ‘Captain Fantastic’ es que se potenciase hasta tal punto el particular modo de vida de la familia protagonista que se iba a acabar comiendo todo lo demás. Además, creía que iba a hacer falta un milagro para que ninguno de los chavales acabase resultando irritante, ya fuera por su propia actuación o por el modo de ser de su personaje. Me equivocaba, ya que la cinta de Matt Ross es un soplo de aire fresco en el que casi todo encaja en su lugar.
Matt Ross nos lleva en ‘Captain Fantastic’ a conocer un modelo de
vida alejado de los cánones de la sociedad actual, lo cual da pie a la
inevitable confrontación con el modelo imperante. Ahí podría haber caído
en el error de demonizar uno para que las virtudes del que llevan los
protagonistas fueran más claras, pero su primer gran acierto es que nunca juzga qué está bien y qué está mal,
mostrando tanto lo bueno de uno como lo malo de otro de forma sencilla y
natural, no como en otras reflexiones vitales cinematográficas que, en
algunos casos, hasta dan vergüenza ajena.
Sí es cierto que a Ross, también responsable del guion, se le ve muy cómodo en esa pequeña sociedad aparte, pero nunca se recrea más de la cuenta. De la modélica presentación pronto pasa a convertirse todo en una suerte de road movie en la que se establece un claro paralelismo entre el viaje físico y el emocional. Poco a poco vamos viendo pequeñas grietas en lo que parecía una forma de vida ideal, pero siempre de una forma fluida y lógica.
Además, Ross opta por la construcción de pequeñas set-pieces que
ofrecen una gran variedad a un relato que sobre el papel parecía
diseñado para limitarse a mostrar un descubrimiento y la evidente y
necesaria reacción ante lo sucedido. Hay momentos más íntimos, otros más
cómicos e incluso algunos casi de acción. Como es lógico, no esperéis
acción en el sentido de un blockbuster, pero sí lo suficiente como para
añadir un mayor dinamismo a una propuesta relajada pero muy vital y con el puntio justo de excentricidad.
Sin grandes alardes, Ross consigue su objetivo fundamental, el de imprimir una dosis de verdad a un relato que se prestaba a ser poco más que un enaltecimiento. Claro que también hay algo de esto último, pero de una forma neutra y mostrando únicamente la rutina de la familia o simplemente como respuesta a un “ataque” recibido -pienso sobre todo en la escena en la que una de las niñas pone en evidencia a dos adolescentes que están recibiendo una enseñanza tradicional-.
Visualmente también se apuesta por la calma, dejando que los escenarios naturales destaquen de forma notable durante sus primeros minutos y luego pasando de complicarse la vida cuando se produce de forma directa el choque entre ambas realidades. Ahí quizá le hubiera venido bien un mayor empuje y un tono más enérgico, pero Ross se decanta por la vertiente emocional y, pese a que ahí sí que surgen alguna debilidad esquemática -aunque quizá mejor eso que pecar de una forzada trascendentalidad-, sale airoso del envite.
Sin embargo, Ross necesitaba unos cómplices adecuados en sus
protagonistas para que ‘Captain Fantastic’ no se viniera abajo. En el
caso de Viggo Mortensen no sorprende su solvencia y
entrega total hacia un personaje en el que demuestra una confianza
plena. Se siente a gusto y no duda en dejarse llevar por las emociones de su personaje, en convertirse en él, dando así una naturalidad total a su Ben.
Además, Mortensen demuestra una química envidiable con los seis jóvenes actores que dan vida a sus hijos en la ficción, siendo ellos la verdadera sorpresa de la función, en especial los más pequeños, ya que han de lidiar con escenas un tanto complicadas en lo referente a su verosimilitud. Sin embargo, consiguen el equilibrio entre pureza infantil y la necesidad de transmitir al espectador que realmente comprenden lo que dicen.
No tengo claro hasta qué punto en algunos casos realmente actúan o
simplemente se divierten jugando con unos personajes alejados de lo que
seguramente sean en la vida real, pero es en ese acierto de
casting donde ‘Captain Fantastic’ da un paso más allá al encontrar un
punto de encuentro con el excelente guion de Ross. Ojo, alguno
de ellos está un poco desdibujado, algo que se nota más según avance la
historia, pero es que Ross prefiere centrarse en la disonancia que rompe
la perfecta armonía que hay entre ellos para ofrecer un dibujo más
variado de la situación.
Por lo demás, los “representantes” del mundo real cumplen de una forma más que correcta con sus papeles y también en su labor de oposición a los protagonistas. Como decía antes, Ross evita caer en un retrato señalando qué está bien y qué está mal, aunque sí es cierto que existe una cierta tendencia a destacar lo positivo de Ben y su familia. Ahí quizá se podría haber buscado un mayor equilibrio, aunque también es verdad que así quizá su encanto -genial la reinvención de una famosa canción- se hubiera visto dañado.
En definitiva, ‘Captain Fantastic’ es una muy buena película que esquiva muchos de los problemas en los que podría haber caído. Además, tiene un encanto especial que ayuda a que ciertos desequilibrios, en su mayoría por la superficialidad con la que aborda algún punto, nunca molesten y a que sus virtudes brillen con mayor intensidad. No te cambiará la vida, pero sí te hará disfrutar, reflexionar un poco, y abandonarás la cara con una sonrisa de satisfacción.
Via:blog de cine
Mi gran miedo con ‘Captain Fantastic’ es que se potenciase hasta tal punto el particular modo de vida de la familia protagonista que se iba a acabar comiendo todo lo demás. Además, creía que iba a hacer falta un milagro para que ninguno de los chavales acabase resultando irritante, ya fuera por su propia actuación o por el modo de ser de su personaje. Me equivocaba, ya que la cinta de Matt Ross es un soplo de aire fresco en el que casi todo encaja en su lugar.
La vida al margen de la sociedad
Sí es cierto que a Ross, también responsable del guion, se le ve muy cómodo en esa pequeña sociedad aparte, pero nunca se recrea más de la cuenta. De la modélica presentación pronto pasa a convertirse todo en una suerte de road movie en la que se establece un claro paralelismo entre el viaje físico y el emocional. Poco a poco vamos viendo pequeñas grietas en lo que parecía una forma de vida ideal, pero siempre de una forma fluida y lógica.
Sin grandes alardes, Ross consigue su objetivo fundamental, el de imprimir una dosis de verdad a un relato que se prestaba a ser poco más que un enaltecimiento. Claro que también hay algo de esto último, pero de una forma neutra y mostrando únicamente la rutina de la familia o simplemente como respuesta a un “ataque” recibido -pienso sobre todo en la escena en la que una de las niñas pone en evidencia a dos adolescentes que están recibiendo una enseñanza tradicional-.
Visualmente también se apuesta por la calma, dejando que los escenarios naturales destaquen de forma notable durante sus primeros minutos y luego pasando de complicarse la vida cuando se produce de forma directa el choque entre ambas realidades. Ahí quizá le hubiera venido bien un mayor empuje y un tono más enérgico, pero Ross se decanta por la vertiente emocional y, pese a que ahí sí que surgen alguna debilidad esquemática -aunque quizá mejor eso que pecar de una forzada trascendentalidad-, sale airoso del envite.
’Captain Fantastic’ y su fantástico reparto
Además, Mortensen demuestra una química envidiable con los seis jóvenes actores que dan vida a sus hijos en la ficción, siendo ellos la verdadera sorpresa de la función, en especial los más pequeños, ya que han de lidiar con escenas un tanto complicadas en lo referente a su verosimilitud. Sin embargo, consiguen el equilibrio entre pureza infantil y la necesidad de transmitir al espectador que realmente comprenden lo que dicen.
Por lo demás, los “representantes” del mundo real cumplen de una forma más que correcta con sus papeles y también en su labor de oposición a los protagonistas. Como decía antes, Ross evita caer en un retrato señalando qué está bien y qué está mal, aunque sí es cierto que existe una cierta tendencia a destacar lo positivo de Ben y su familia. Ahí quizá se podría haber buscado un mayor equilibrio, aunque también es verdad que así quizá su encanto -genial la reinvención de una famosa canción- se hubiera visto dañado.
En definitiva, ‘Captain Fantastic’ es una muy buena película que esquiva muchos de los problemas en los que podría haber caído. Además, tiene un encanto especial que ayuda a que ciertos desequilibrios, en su mayoría por la superficialidad con la que aborda algún punto, nunca molesten y a que sus virtudes brillen con mayor intensidad. No te cambiará la vida, pero sí te hará disfrutar, reflexionar un poco, y abandonarás la cara con una sonrisa de satisfacción.
Via:blog de cine
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