Guiños a Philip K. Dick, referencias al original, arrugas en la camiseta
de Harrison Ford... Le aplicamos el test Voight-Kampff al tráiler de la
secuela replicante.
Hace 35 años, nadie pensó que algo así pudiera ocurrir: total, aquella película había resultado un fracaso de taquilla, hundiendo la carrera de su director (aquel Ridley Scott que prometía tanto) y cabreando a unos espectadores que, ni entendían lo de los replicantes, ni se explicaban qué pintaba Harrison Ford en aquel Los Ángeles tan futurista y tan chungo. Pero un buen cazador de clones debe atenerse a la evidencia: el tráiler de Blade Runner 2049 está por fin con nosotros, trayéndonos a Ford y a Ryan Gosling en unas imágenes que el director Denis Villeneuve y el director de fotografía Roger Deakins (Skyfall) parecen haberse currado tanto como Scott las de su clásico de 1982.
Ante semejante acontecimiento, CINEMANÍA ha tenido que tomar medidas extremas. Tras consultar con el banco de datos del sistema Esper, le hemos aplicado al tráiler una sesión intensiva del test Voight-Kampff, a fin de detectar cualquier rastro de humanos artificiales, de guiños al original o de referencias a Sueñan los androides con ovejas eléctricas, la novela en la que este se inspiró. A continuación puedes leer los resultados de nuestra pesquisa.
A falta de ver más imágenes de Blade Runner 2049, podemos decir que Scott y Villeneuve han apostado por un diseño de producción muy apegado al de Syd Mead para el filme de 1982, rematado, para colmo, con una voz en off extraída de sus diálogos. Lo cual no sólo quiere decir que prefieren seguir adelante con el concepto original, sino también que la secuela sigue adelante con la línea temporal de la historia, sin intentar colarnos moderneces por la escuadra. La fotografía de Roger Deakins ayuda, a qué mentir.
Cuando vemos a Ryan Gosling caminando por ese páramo arenoso, los bladerunnerianos de la vieja escuela recordamos dos cosas: la primera, ciertos pasajes especialmente surrealistas de la novela original, vinculadas al mercerismo (una religión basada en la realidad virtual, que no tuvo hueco en el guión de Blade Runner). La segunda, ese final que acabó desapareciendo de la película, y en el que Deckard y Rachael (Sean Young) abandonaban el Los Ángeles futurista para adentrarse en un siniestro desierto. Sea cual sea la función de este lugar en el argumento de Blade Runner 2049, y sumando el potencial ominoso de esa estatua derruída, podemos estar seguros de que Philip K. Dick mira las imágenes con aprobación.
Dado que Blade Runner 2049 se ha rodado en Budapest, en vez de en Los Ángeles, sería demasiado pedir que el emblemático Edificio Bradbury apareciese en la película. Pese a ello, la película parece dispuesta a usar esa mezcla de alta tecnología y arquitectura art déco que tan buenos resultados le dio al original para darnos mal rollo, y para reforzar sus conexiones con el noir clásico. Ahora bien: la presencia de caracteres coreanos en las cristaleras del inmueble nos hace pensar que Scott, Villeneuve y el guionista Hampton Fancher han tenido en cuenta el pulso de la actualidad para, al menos, algunos detalles del filme: dados los precedentes, los responsables de Economía del país asiático harían bien en prepararse para una crisis de las gordas.
Efectivamente: esa gabardina que lleva el detective K de Ryan Gosling (y que tan poco adecuada parece para un entorno tan polvoriento) es calcada a aquella que Michael Kaplan y Michael Knode diseñaron hace tres décadas para Rick Deckard. Y, el propio Deckard, ¿con qué facha se nos aparece? Pues con una camiseta que parece haber sido usada como pijama durante más de una noche, y más de dos. Parece mentira, haber marcado estilo en la moda futurista para caballero, y acabar así. Con respecto a quienes confíen en Blade Runner 2049 para desvelar el misterio de si Deckard es o no un replicante, las palabras del director (“Me gusta la ambigüedad, me gustan las sombras”) indican que van a quedarse a dos velas.
Incluso los detractores más acérrimos de Vangelis suelen adorar la BSO de Blade Runner, afirmando que se trata de lo mejor que el compositor griego ha grabado en su vida. De esta manera, oír una vez más ese motivo de cuatro notas (las del tema principal del filme de 1982) le habrá puesto los pelos como escarpias a más de uno… y han confirmado que Johan Johansson (La llegada) sigue adelante con su costumbre de samplear y reciclar fragmentos de trabajo ajeno para sus obra. Como siga así, este chico volverá a quedarse fuera de los Oscar.
Via:Cinemania
Hace 35 años, nadie pensó que algo así pudiera ocurrir: total, aquella película había resultado un fracaso de taquilla, hundiendo la carrera de su director (aquel Ridley Scott que prometía tanto) y cabreando a unos espectadores que, ni entendían lo de los replicantes, ni se explicaban qué pintaba Harrison Ford en aquel Los Ángeles tan futurista y tan chungo. Pero un buen cazador de clones debe atenerse a la evidencia: el tráiler de Blade Runner 2049 está por fin con nosotros, trayéndonos a Ford y a Ryan Gosling en unas imágenes que el director Denis Villeneuve y el director de fotografía Roger Deakins (Skyfall) parecen haberse currado tanto como Scott las de su clásico de 1982.
Ante semejante acontecimiento, CINEMANÍA ha tenido que tomar medidas extremas. Tras consultar con el banco de datos del sistema Esper, le hemos aplicado al tráiler una sesión intensiva del test Voight-Kampff, a fin de detectar cualquier rastro de humanos artificiales, de guiños al original o de referencias a Sueñan los androides con ovejas eléctricas, la novela en la que este se inspiró. A continuación puedes leer los resultados de nuestra pesquisa.
El lejano futuro… de los 80
A falta de ver más imágenes de Blade Runner 2049, podemos decir que Scott y Villeneuve han apostado por un diseño de producción muy apegado al de Syd Mead para el filme de 1982, rematado, para colmo, con una voz en off extraída de sus diálogos. Lo cual no sólo quiere decir que prefieren seguir adelante con el concepto original, sino también que la secuela sigue adelante con la línea temporal de la historia, sin intentar colarnos moderneces por la escuadra. La fotografía de Roger Deakins ayuda, a qué mentir.
El desierto rojo
Cuando vemos a Ryan Gosling caminando por ese páramo arenoso, los bladerunnerianos de la vieja escuela recordamos dos cosas: la primera, ciertos pasajes especialmente surrealistas de la novela original, vinculadas al mercerismo (una religión basada en la realidad virtual, que no tuvo hueco en el guión de Blade Runner). La segunda, ese final que acabó desapareciendo de la película, y en el que Deckard y Rachael (Sean Young) abandonaban el Los Ángeles futurista para adentrarse en un siniestro desierto. Sea cual sea la función de este lugar en el argumento de Blade Runner 2049, y sumando el potencial ominoso de esa estatua derruída, podemos estar seguros de que Philip K. Dick mira las imágenes con aprobación.
Los restos inertes del antiguo orden
Dado que Blade Runner 2049 se ha rodado en Budapest, en vez de en Los Ángeles, sería demasiado pedir que el emblemático Edificio Bradbury apareciese en la película. Pese a ello, la película parece dispuesta a usar esa mezcla de alta tecnología y arquitectura art déco que tan buenos resultados le dio al original para darnos mal rollo, y para reforzar sus conexiones con el noir clásico. Ahora bien: la presencia de caracteres coreanos en las cristaleras del inmueble nos hace pensar que Scott, Villeneuve y el guionista Hampton Fancher han tenido en cuenta el pulso de la actualidad para, al menos, algunos detalles del filme: dados los precedentes, los responsables de Economía del país asiático harían bien en prepararse para una crisis de las gordas.
Cazador joven, cazador viejo
Efectivamente: esa gabardina que lleva el detective K de Ryan Gosling (y que tan poco adecuada parece para un entorno tan polvoriento) es calcada a aquella que Michael Kaplan y Michael Knode diseñaron hace tres décadas para Rick Deckard. Y, el propio Deckard, ¿con qué facha se nos aparece? Pues con una camiseta que parece haber sido usada como pijama durante más de una noche, y más de dos. Parece mentira, haber marcado estilo en la moda futurista para caballero, y acabar así. Con respecto a quienes confíen en Blade Runner 2049 para desvelar el misterio de si Deckard es o no un replicante, las palabras del director (“Me gusta la ambigüedad, me gustan las sombras”) indican que van a quedarse a dos velas.
Y la música…
Incluso los detractores más acérrimos de Vangelis suelen adorar la BSO de Blade Runner, afirmando que se trata de lo mejor que el compositor griego ha grabado en su vida. De esta manera, oír una vez más ese motivo de cuatro notas (las del tema principal del filme de 1982) le habrá puesto los pelos como escarpias a más de uno… y han confirmado que Johan Johansson (La llegada) sigue adelante con su costumbre de samplear y reciclar fragmentos de trabajo ajeno para sus obra. Como siga así, este chico volverá a quedarse fuera de los Oscar.
Via:Cinemania
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