Por qué ‘Manchester frente al mar’ no debería ganar el Oscar

Tenemos unas cuantas razones para que el melodramón de Kenneth Lonergan no se lleve ni una estatuilla a casa el próximo 26 de febero


Los Oscar 2017 se acercan. Y, como todos los años, CINEMANÍA lanza su serie de artículos henchidos de razonamiento crítico (y de mala baba) donde repasamos por qué los filmes nominados a mejor película no se merecen ganar la estatuilla. Tras retar a duelo a Comanchería, (crítica de estreno aquí), hoy es el turno de una de las películas favoritas de los premios, –con permiso de La La Land–

Hablamos de Manchester frente al mar, tercer filme del reputado dramaturgo Kenneth Lonergan: una película, pues, firmada por el director de Puedes contar conmigo, Margaret y guionista de Una terapia peligrosa, Gangs of New York y, sí, amigo, sí, Las aventuras de Rocky y Bullwinke. ¡Ah! También es muy amigo de Matt Damon, productor de este nuevo drama aspirante a los Oscar, quien, antes de que apareciese Casey Affleck por allí, le pidió que escribiese un guión para interpretarlo él mismo. ¡De la que te libraste, querido!

El caso Affleck


Si algo bueno tiene la oscarizable Manchester frente al mar es la interpretación del pequeño de los Affleck. Su personaje, un conserje torturado por un pasado más oscuro que Mordor, es lo mejor de este dramón hiperbólico diseñado para conseguir a caudales el moqueo del personal. Ahora bien, una cosa es que el maromo borde la cara de sufrir mucho, y otra muy distinta que mantenga el semblante plúmbeo en todas y cada una de las entrevistas de promoción de la película. Y, no, no es esta procesión del pucherito camino de los Oscar por lo que nos oponemos tajantemente a que le den la estatuilla. Aunque Hollywood mostró valores castigando sin premios a El nacimiento de una nación por la acusación de violación a su director y actor Nate Parker (quien finalmente fue absuelto, por cierto), no ha tenido reparos en nominar a Casey Affleck, denunciado por acoso sexual durante el rodaje de I’m Still Here en 2010. Pues eso.

El pasado para dummies


Ahora que está muy de moda, gracias a Donald Trump, recordemos esa inteligentísima película de Asghar Fahardi titulada El pasado. Era precisamente ese tiempo verbal el que se cebaba con sus personajes sutilmente, desde el fuera de campo, sin ser más que una amenaza velada que se entreveía entre muecas y silencios. No es el caso del pasado según lo entiende Lonergan, una sucesión de flashbacks que explican por qué Affleck está tan depre, el pasado para dummies, con una secuencia de telefilme de Antena 3 con fuego y bomberos –y ojo a la camilla– como colofón final.

Coritos, gaviotas y atardeceres rosas


Ah, qué bien le sientan al drama las localizaciones bellas y los personajes pobres. El pueblecito encantador que da título a la película de Kenneth Lonergan, en Massachusetts, a unos cuarenta kilómetros de Boston, es el marco perfecto para una tragedia tan sentida. Venga de atardeceres rosas, del graznido de las gaviotas, de las casitas blancas y los barcos pesqueros. Porque sufrir nos gusta pero si es en un entorno de postal, mucho mejor. Por si estos artefactos utilitaristas desprovistos de su esencia natural no fuesen suficiente, el director se empeña en llenarlo todo con una eclesial banda sonora de adagios y corales. Pero no marinos.

Michelle Williams sale 5 minutos


“Michelle Williams está increíble”, exclamaba un crítico de Los Angeles Times en el trailer de la película. La interpretación de la actriz de Brokeback Mountain y Blue Valentine es, junto a la de Affleck, un motivo para quedarse hasta los créditos finales de Manchester frente al mar… si no fuese porque sale en tres secuencias y menos de cinco minutos. Desde luego, hay que tener hocico para plantarla en el cartel y dejar al pobre sobrino fuera. 

Un charco limpito



Como saltar a un charco limpito y con las katiuskas puestas. Así es Manchester frente al mar, emociona pero no te mojas. Todo está perfectamente milimetrado en esta fórmula del melodrama familiar: la madre alcohólica derrumbada en el sofá, el hermano bueno, el sobrino divertido e ingenioso con banda de rock y varias novias… Viendo este Pequeña Miss Sunshine de los dramas uno se acuerda de esa magnífica película titulada Declaración de guerra y de cuando las tragedias familiares son de verdad.
Via:cinemania

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