En Hollywood parece que cada vez les cuesta más a las productoras dar luz verde a títulos originales que requieran una inversión de cierta consideración. Por ello, la realización de títulos como ‘La cura del bienestar’ (‘A Cure for Wellness’) sigue es toda una rareza en la actualidad por mucho que tras las cámaras se encuentre Gore Verbinski.
Vendida como el regreso de su director al cine de terror tras el exitoso remake de ‘The Ring’ estrenado hace ya quince años, ‘La cura del bienestar’ es una película que huye del estilo propio del género de nuestro tiempo, tomando como modelo, al menos en lo referente al séptimo arte, títulos de los años 60 y 70. Eso se traduce en una propuesta con una estimulante atmósfera malsana que logra mantenerte enganchado hasta su, por desgracia, decepcionante final.
Una propuesta diferente
Lo primero que hay que tener claro es que ‘La cura del bienestar’ es una película extraña que juega al mismo tiempo con el exceso -los jefes del protagonista están a un milímetro de caer en lo grotesco- y lo sutil -el modo de llevar el misterio alrededor de lo que sucede en el balneario- de una forma que podría haberla destruido con mucha facilidad. Es ahí donde resulta esencial la aportación visual de Verbinski para seducir al espectador.
Esa cocción a fuego lento trae consigo una primera consecuencia de lo más estimulante en términos de atmósfera, ya que, guste más o menos, hay que reconocer que en todo momento uno percibe que algo raro sucede, contando además con un acabado visual que nos ofrece escenas no ya con mucha fuerza visual, una tónica a lo largo del metraje gracias al gran acierto de producción por el lugar elegido para rodar, sino que incluso poseen una cualidad casi hipnótica.
‘La cura del bienestar’, muchas virtudes con un gran pero
Ese aire malsano es lo que permite a ‘La cura del bienestar’ destacar sobre sus coetáneas, y para ello también resulta imprescindible destacar a su reparto, sobre todo a un Dane DeHaan, un actor especialista en papeles intensos y con un físico que le permite jugar con la ambivalencia de un personaje muy alejado de lo que entendemos por un héroe al uso. Por su parte, Mia Goth casi parece la hija de Shelley Duvall y Jason Isaacs aporta su solvencia habitual.
Donde la película muestra una gran debilidad es en su tramo final. Es cierto que se mantiene su apuesta por lo malsano, pero su ejecución resulta fallida en el mejor de los casos. Era inevitable que se perdiera el poder de la sugerencia y, hasta cierto punto, que lo previsible se adueñase de la función, pero lo que cuesta más aceptar es que no provoque impacto alguno cuando debería ser el punto culminante. No entraré en otros detalles que lo ensucian aún más por eso de los spoilers.
En definitiva, ‘La cura del bienestar’ es una película enfermiza e hipnótica que pone a prueba la paciencia de los espectadores habituados a un ritmo mucho más dinámico y también a los golpes de efecto cada vez más habituales en el cine de terror. Por desgracia, su final no está a la altura y es ahí cuando también caí en que quizá su duración es un pelín excesiva, pero lo cierto es que hasta entonces estaba disfrutando bastante con esta singular propuesta de Gore Verbinski.
Via:blog de cine
Comentarios