‘John Wick’ ayudó mucho a revitalizar la carrera de Keanu Reeves, cuya popularidad no pasaba precisamente por su mejor momento cuando la película se estrenó en 2014. Bueno, eso en los cines de casi todo el mundo, porque en España hubo que esperar para poder verla a que Netflix llegase a nuestro país, y encima lo hizo con un montaje recortado en varios minutos respecto al original.
Sin embargo, la película ha ido ganando adeptos de forma paulatina y ahora sí que vamos a poder ver en pantalla grande ‘John Wick: Pacto de sangre’ (‘John Wick: Chapter 2’). Esta secuela se enfrentaba al reto de intentar superar a la primera y a la pérdida del factor sorpresa, por lo que sus responsables han apostado por elevar más el nivel tanto de las brutales escenas de acción como de la propia mitología de la saga. Pese a sus fallitos, el resultado es otra auténtica gozada.
Más ambiciosa
No obstante, ‘John Wick: Pacto de sangre’ vuelve a ser una película que se complica lo justo en lo meramente argumental, ya que se centra en dar a su protagonista una misión aún más difícil a la que ir añadiendo más complicaciones según avanza la trama. Además, se mantiene la tan aplaudida decisión de mostrar las escenas de acción de una forma limpia, prescindiendo en la medida de lo posible de los cambios de plano como forma de disfrazar las limitadas coreografías de las mismas.
Visto así casi podríamos decir que ‘John Wick: Pacto de sangre’ es más de lo mismo, pero sería un error hacerlo. Por lo pronto, las motivaciones del protagonista cambian y ese detalle resulta vital, ya que en la primera entrega buscaba venganza y aquí se ve forzado a hacer algo que no quiere y asumir todo lo que vendrá a continuación. Ese cambio de posición para el personaje interpretado por Reeves da mucho juego, permitiendo incluso algún detalle cómico de lo más efectivo.
Mantiene el estilo sin ser un calco
Eso es algo que Derek Kolstad, guionista de ambas entregas, aprovecha para seguir indagando en esa sociedad de asesinos en general y el hotel Continental en particular. Esto último ya resultaba de lo más sugerente en ‘John Wick’, pero aquí se da un paso adelante sin caer en excesos innecesarios que sobrecarguen la película. Ahí sí es cierto que se hubiera agradecido un metraje un poco más contenido, pero eso tendría que ser principalmente a costa de eliminar escenas de acción y, aunque algunas sobrecargan un poco el toque “enemigo random de videojuego”, no estoy del todo convencido de que fuera lo más adecuado.
Seamos claros, lo que realmente hace grande a estas dos películas son precisamente sus escenas de acción, tanto por su claridad expositiva como por lo gráficas que llegan a ser. Aquí no me cuesta entender a aquellos que no conecten con su estilo -aquí la violencia se muestra sin tapujos, incluso incrementando la brutalidad de su predecesora-, pero es que prescindir de ello la convertiría en una vulgar película de acción con algún apunte argumental inspirado y con un Keanu Reeves que jamás encajó mejor en un personaje.
‘John Wick: Pacto de sangre’, una estupenda secuela
Por el camino hay más detalles para el recuerdo como el impecable prólogo recordándonos lo sucedido en la primera entrega, funcionando además como notable carta de presentación para aquellos recién llegados a la saga, o ciertas escenas muy estimulantes -pienso sobre todo en una durante el tramo final que me recordó lejanamente a ‘La dama de Shanghai’ (‘The Lady from Shanghai’)-.
De hecho, las pegas más importantes que tengo tampoco lo son tanto, porque sigo quedándome con muchas ganas de saber más sobre el personaje de Ian McShane. Ahí sí que estaría encantado de ver una precuela o un spin-off, aunque sea a modo de complemento para la edición doméstica de la ya anunciada tercera entrega. También me pasa a otro nivel con la adición de Laurence Fishburne, pero ahí me basta con lo que añadan en ‘John Wick 3’.
En definitiva, ‘John Wick: Pacto de sangre’ es una gran película de acción que no se limita a ser más de lo mismo. El estilo se mantiene, sí, pero aquí su protagonista se enfrenta a una misión muy diferente y todo acaba deviniendo en un él contra el mundo que podría haberse agotado antes de llegar a la meta, pero su sencillez argumental y el estupendo trabajo de puesta en escena de Stahelski evitan que eso suceda. Vamos, que os lo vais a pasar pipa si ya disfrutasteis en su momento de la primera entrega.
Via:blog d ecine
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