El director de ‘Capitán Calzoncillos’, David Soren y su guionista, Nicholas Stoller, en su afán de adaptar los libros infantiles de Dav Pilkey a la pantalla grande, han logrado sacar una rentabilidad inusitada a sus referencias cómicas de humor de caca, culo pedo, pis. Quizá sea porque, en realidad, toda su película trata sobre ello. Es decir, sobre saber reírse del humor tan básico, y cómo esa habilidad es uno de nuestros nexos con la propia infancia.
El villano de ‘Capitán Calzoncillos’ se afana en extirpar la parte del cerebro de los niños que les hace reírse, y explica de una forma gráfica y simple el problema principal de hacerse mayor. Perder esa capacidad de sorpresa, de risa inesperada, provocada por los aspavientos más bajos es un síntoma de otras carencias. No saber/querer reírse de un chiste de pedos indica una falta de permeabilidad, imaginación e inventiva que desafía la definición de humor inteligente.
Celebración de la infancia
‘Captain Calzonzillos’ también sirve como parodia del cine de superhéroes, examinando el género desde su origen principal. Los cómics de Marvel y DC eran nuestra forma de escapismo ante el estudiar de memoria, las reglas y normas de las escuelas, maestros que nos odiaban y castigaban. La existencia del capitán aparece como un revulsivo contra un mundo constantemente amenazado por el tedio, una lucha contra el aburrimiento a través del poder de la creatividad.
'Capitán Calzoncillos': nuevas técnicas, dibujos de siempre
Todos hemos tenido ese amigo que se convertía en un segundo miembro, con el que compartíamos bromas, cómics y todo nuestro tiempo libre, quizá esa sensación no se recuperaba de forma tan tierna desde ‘Supersalidos’ (Superbad, 2007), aunque Greg Mottola lo refiriera todo justo a la etapa en la que esas conexiones se deshacen al crecer. Recuerdos aparte, la capacidad más valiosa de ‘Capitán Calzoncillos’ es utilizar el humor como llave de la nostalgia de un estado mental. Quizá por eso dedique algunos guiños al cine de John Huges.Quizá el mayor problema del incesante ritmo del largometraje es su consecución esquizofrénica de gags delirantes. Por supuesto, muchos de ellos funcionan pero también otros salen de la red. Lo mejor de esta estrategia es que hay un hueco tremendo para el mejor absurdo, aquel que solo puedes encontrar en dibujos infantiles de moda, que mantienen la antorcha del buen arte secuencial y el cartoon. Reacciones exageradas, completo desprecio por la cuarta pared y complicidad con el espectador a través de la cultura pop.
Este dinámico intercambio de escenas se apoya en un sorprendente manejo de distintas técnicas de animación, desde dibujos a trazo libre a calcetines animados a lo Jan Švankmajer, lo cual señala al mayor cierto de esta ‘Capitán Calzoncillos’. utilizar las técnicas 3D para recrear el espíritu de las tiras de cómic, del dibujo animado menos antropomórfico y encorsetado en las aspiraciones fotorrealistas del canon de las grandes compañías. Una agradable sorpresa que demuestra el océano de posibilidades de animación que abrió ‘Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts’ (The Penauts Movie, 2015).
Via:blog de cine
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