Muchos fueron los que lloraron una supuesta muerte del cine de acción —salvando honrosas excepciones— durante los últimos coletazos de los 90 y, especialmente, en el inicio del nuevo siglo. La espectacularidad que ofrecían las técnicas de realización de décadas anteriores apostando por el plano general, la economía en la sala de edición y las coreografías elaboradas, tendió a desaparecer frente a la imposición del plano corto, el exceso de fragmentación, y una caótica y poco inspirada aproximación a las peleas y persecuciones.
Por suerte, parece que durante los últimos años estamos atendiendo al resurgimiento de un género que, aunque siempre ha estado ahí, parecía haber perdido un frescor que, irónicamente, se ha recuperado explotando sus mecanismos más añejos. Filmes como las imprescindibles ‘Redada Asesina’ —‘The Raid’— y su secuela, o las dos estimulantes entregas de la ahora saga ‘John Wick’, han conseguido saciar nuestro hambre por la acción más física y salvaje gracias en gran medida a los impecables trabajos de sus coreógrafos.
La precisión de la acción frente al caos narrativo
No obstante, todos aquellos que acudan al cine buscando una nueva ‘John Wick’ en clave femenina, puede que salgan ligeramente decepcionados al descubrir que el desarrollo de la trama de espionaje acapara el mayor peso dentro del conjunto, alzándose como el principal lastre del filme.
Al igual que en el cómic original, el juego de traiciones y agentes dobles se pierde entre complicaciones innecesarias y un caos narrativo que lleva a la confusión e invita a la desconexión. Pese a ello, cuando ‘Atómica’ decide brillar, lo hace con creces, y gran parte de la culpa la tiene Charlize Theron.
Un envoltorio tan seductor como su protagonista
Es este envoltorio de color, luces de neón, pelucas y modelitos imposibles lo que termina de dar a ‘Atómica’ una personalidad propia que la distancia ampliamente de sus congéneres. Junto a esto, su fantástica —aunque utilizada de forma excesiva y poco orgánica— selección musical, perfila un largometraje tan caótico como refrescante que actualiza con acierto un subgénero ambientado en un marco histórico tan revisitado como la Guerra Fría.
Una excusa perfecta para disfrutar de un par de horas de entretenimiento sin complejos si sabemos perdonar su desmadre argumental.
Via:espinof
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