Charlize Theron integral

De sex symbol a icono de películas sobre empoderamiento femenino: analizamos el currículo de la actriz sudafricana con motivo del estreno de ‘Atómica’.


Charlize Theron (Benoni, 1975) está a punto de cumplir 42 años con el mundo completamente rendido a sus pies. En CINEMANÍA ya celebramos a la actriz cuando traspasó la barrera de las cuatro décadas recopilando sus mejores momentos sus mejores momentos fuera del cine, y ahora, con el estreno de Atómica (David Leitch, 2017), queremos repasar el currículo de la sudafricana de principio a fin para dar cuenta de su más que provechosa evolución, comenzando por sus pinitos como modelo escultural en anuncios televisivos y acabando, por el momento, en su faceta de mala de la película.


Charlize vampiresa y víctima del diablo
En el imaginario pop de los 90, Charlize Theron se hizo un lugar gracias a su estelar protagonismo en un anuncio de Martini. No obstante, hasta llegar ahí la sudafricana pasó su particular vía crucis cuando, tras lesionarse en la rodilla y abandonar su sueño de ser bailarina, viajó de Nueva York a Los Ángeles con el fin de darle una vuelta a su carrera.

Ahí fue descubierta por un cazatalentos cuando intentaba cambiar por efectivo un cheque de 500 dólares que le había enviado su madre –y después de haber insultado a diestro y siniestro al tipo de la ventanilla de la oficina bancaria porque al parecer no pudo cobrarlo–, quien le ayudó a conseguir sus primeros papeles en el cine, una olvidable aparición en Los chicos del maíz 3 (James D.R. Hickox, 1995) y un antológico papel como secundaria en Dos días en el valle (John Herzfeld, 1996), en el que era capaz de poner bajo las cuerdas (sexuales) al mismísimo Ultrón, James Spader.

Los seguidores de la actriz y productora también recordarán su papel de Tina en The Wonders (Tom Hanks, 1996), pero no sería hasta Pactar con el diablo (Taylor Hackford, 1997) que Hollywood se enamoraría de la actriz, de su rostro aniñado y de sus dotes como actriz. La meca del cine, sin embargo, todavía tardaría en darse cuenta de que Theron era mucho más que un cuerpo de portada.


Charlize encasillada
En los años que acompañarían el cambio de milenio, Charlize Theron tuvo mucho trabajo aunque la mayoría de las producciones en las que participó lamentablemente no van a pasar a la historia del cine: Mi gran amigo Joe (Ron Underwood, 1998) una producción Disney sobre un gorila gigante, variación amable del mito de King Kong; La cara del terror (Rand Ravich, 1999), junto a Johnny Depp; Operación Reno (John Frankenheimer, 2000); Hombres de honor (George Tillman Jr,.2000), como partenaire de Robert de Niro y Cuba Gooding Jr.; La leyenda de Bagger Vance (Robert Redford, 2000); Noviembre dulce (Pat o’Connor, 2001), donde repetiría con Keanu Reeves; o Atrapada (2002), con un plantel de lo más curioso –Courtney Love, Kevin Bacon y una pequeñita Dakota Fanning–, son algunas de las muchas películas que participó con la llegada del siglo XXI.

Pero Theron también demostró que de cualidades dramáticas anda sobrada y dio en la diana con su participación en Las normas de la casa de la sidra (Lasse Hallström, 1999). Por entonces llegó a colaborar dos veces con Woody Allen –Celebrity (1998) y La maldición del escorpión de Jade (2001)– y le dio la complicada réplica a Joaquin Phoenix en La otra cara del crimen (James Gray, 2000) en una de las escenas más memorables de este drama criminal.


Charlize y el giro copernicano del Oscar
El mismo año que estrenaba The Italian Job (F. Gary Gray, 2003), Theron se afeó hasta lo inimaginable para un papel que, irónicamente, le llevaría a pisar todas las alfombras rojdas del mundo y lograr su primer y hasta el momento único Oscar de la Academia: en Monster (Patty Jenkins, 2003) se transformaba en la asesina en serie Aileen Wuornos para un biopic desolador que supondría un punto de inflexión en su carrera.

Aunque la actriz todavía actuaría en películas que explotaban su sensual presencia, como Juegos de mujer (John Duigan, 2004), junto su entonces pareja Stuart Townsend y a Penélope Cruz, Charlize Theron aprovecharía el prestigio del Oscar para marcar distancias y escoger los papeles de los largometrajes en los que participaría: con En tierra de hombres (Niki Caro, 2005) lograría su segunda nominación al Oscar; en En el valle de Elah (Paul Haggis, 2007) hacía equipo con Tommy Lee Jones; en Hancock (Peter Berg, 2008), con Willl Smith de superhéroe malote, se atrevía con la comedia; mientras, continuaba buscando su perfil dramático en Lejos de la tierra quemada (Guillermo Arriaga, 2008) o La carretera (John Hillcoat, 2009), adaptación del bestseller postapocalíptico de Cormac McCarthy.


Charlize es mala
Sin duda ha sido el segundo decenio del siglo XXI cuando Charlize Theron ha podido desplegar su talento interpretativo, gracias a papeles de villana o roles femeninos poco habituales en Hollywood. En 2012, por ejemplo, pudimos disfrutar a la actriz por partida triple en Young Adult (Jason Reitman), Blancanieves y la leyenda del cazador (Rupert Sanders) y Prometheus (Ridley Scott); tres trabajos en que demostraban que Theron era mucho mejor cuanto más malvada.

Repitió como la mala del cuento en Blancanieves: El cazador y la reina del hielo (Cedric Nicolas-Troyan, 2015), también en el thriller sórdido Lugares oscuros (2015), basado en una novela de Gillian Flynn (Perdida), pero su gran papel de villana llegó este año con Fast & Furious 8 (2017), donde interpretaba a Cipher, una enigmática ciberterrorista que seduce a Dom (Vin Diesel), el patriarca de la saga.

Charlize pega fuerte

Aunque ha sido el papel de Imperator Furiosa en Mad Max: Furia en la carretera (George Miller, 2015), Theron ya nos sedujo como kick-ass todoterreno en Æon Flux (Karyn Kusama, 2005). Su implicación en las escenas de acción fue tal que la actriz llegó a lesionarse en el cuello en el décimo día de rodaje, al dar una voltereta de espaldas.
Ello no ha sido óbice para que la sudafricana continuara en sus trece para convertirse en estrella del cine de acción y con Atómica (2017) parece que lo ha logrado. Basada en el cómic de Antony Johnston, Theron interpreta a una agente británica que viaja hasta el Berlín de los días previos a la caída del muro para recuperar una lista secreta de espías que ha sido robada por agentes de la KGB.


¿Charlize nos hará reír?
Mientras dirige con aplomo su productora Denver and Delilah –su proyecto más inmediato es Mindhunter, la serie de David Fincher para Netflix–, Theron tiene dos comedias en cartera: Flarsky, junto a Seth Rogen y dirigida por Jonathan Levine; y Tully, de nuevo con la dupla formada por Jason Reitman y Diablo Cody, y en la que Theron ha vuelto a transformar su físico engordando hasta 15 kilogramos para interpretar a una madre con problemas.
A pesar de que la actriz ya probó suerte en este género con Young Adult y Mil maneras de morder el polvo (Seth McFarlane, 2015), lo cierto es que la comedia aún se le resiste. Sin duda es un reto para una intérprete que se ha atrevido con todo y que a estas alturas no tiene que demostrarle nada a nadie. Para los que llegados a este punto todavía se lo pregunten, sí, volveremos a ver a Furiosa en pantalla grande. Los guiones, al menos, ya están encima de la mesa de la actriz.

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