[Festival Sitges 2017] En el nombre del padre, de la madre y de la musa

Musa', de Jaume Balagueró, ha respondido a las (bajas) expectativas en una jornada marcada por las visitas de Guillermo del Toro o Susan Sarandon.

Un día no especialmente agitado en cuestión de películas (aunque una sola de ellas ha sido un auténtico tsunami visual), pero sí de invitados de relumbrón. La proyección de Suspiria y La cumbre escarlata con presencia de Argento y Del Toro, más la visita de William Friedkin con su copia restaurada de Sorcerer, más la llegada de Susan Sarandon para una masterclass rebosante de público hasta la bandera han compensado la escasez de pases estrella.
¿De qué se habla hoy en Sitges?
De la caótica parrilla de pases. Si ayer comentábamos el infortunio de que Sitges promocione a bombo y platillo la presencia de documentales en la programación e impida con decisiones incomprensibles verlos todos al proyectarlos simultáneamente, hoy ha pasado lo mismo con Suspiria y Sorcerer, ambas a las 10:30 de la mañana en cines distintos: los amantes del cine de género clásico se han quedado con dos palmos de narices un día más.
¿Qué hemos visto?
Musa, de Jaume Balagueró, ha respondido a las (bajas) expectativas creadas con una película que se cuenta entre lo menos afortunado de su autor. Si Paco Plaza se había quedado atascado en los noventa pero había conseguido volverlo a su favor en forma de guiño pop y ambientación irrepetible con Verónica, Balagueró se ha apuntado a lo peor de aquellos años: la estética Filmax, los diálogos innecesariamente ampulosos y la poética macabra completamente superada ya. Musa da vueltas en torno a la historia de las siete musas (rebajando las trece del libro en el que se inspira, La dama número 13 de José Carlos Somoza), que inspiran a los poetas clásicos y se revelan demoniacas y letales. Pero todo suena a gastado, sufrido, y su sinopsis es un triste reflejo de la inspiración que no termina de encontrar el propio Balagueró.


Cuando Neveldine & Taylor dejaron de firmar películas como pareja, cierta desazón se apoderó de los devotos del cine adrenalítico sin monsergas. Crank y su secuela quedaban como hitos de una forma de rodar literalmente nunca vista, hiperexpresiva e histérica y donde la caligrafía fílmica se construía a base de subrayado chillón. Separados, Neveldine filmó Exorcismo en el Vaticano, lo que nos hizo temer que hubiera que pasar ya esa gloriosa página del cine de cambio de siglo. Pero es Brian Taylor el que ha heredado los modos broncos y desbocados de las Crank con Mom And Dad, esta historia igualmente lineal, espídica y con los modales de una bola de demolición. Nicolas Cage, Selma Blair y Lance Henriksen son los distinguidos padres que empiezan a asesinar a sus hijos y que ha sido recibida de la única forma posible ante una película catárquica y mucho más inteligente y negra (¡ese uso de los flashbacks!) de lo que parece: entre gritos de sorpresa y aullidos de placer.

¿Qué nos hemos perdido?
Habría estado bien asistir al pase especial de Rocky Horror Picture Show con Susan Sarandon incluida, pero no son horas. Que por eso las llaman sesiones golfas, pero para golfos los pases de prensa a las ocho de la mañana.
¿Con quién hemos hablado?
Con Robert Englund y Alexandre Aja, que andaban presentando Campfire Creepers, piloto de una serie para realidad virtual. Ambos entusiasmados por los resultados, nos han hablado de cómo creían que hasta ahora el cine se veía, pero a partir de este momento y con estas nuevas tecnologías se va a experimentar.
¿Qué esperamos de la jornada de mañana?
Elevadas perspectivas con dos películas muy distintas. Por una parte, Creep 2, que posiblemente prolongue la propuesta mumblecore de su primera entrega, con Mark Duplass (sí, de esos Duplass) como apático asesino en serie. Por otra, The Ritual, que supone en el debut en el largo de un realizador hasta ahora curtido en películas episódicas tan jugosas como The Signal, V/H/S o Southbound: David Bruckner.


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