'120 pulsaciones por minuto', la batalla de vivir con SIDA en los 90

No hay exoplaneta que supere jugar
El sida ha causado más de 40 millones de muertes desde su descubrimiento a principios de 1980. Además, fue una enfermedad muy mal entendida en su momento por la sociedad, pues no eran pocos los que creían que era exclusiva de los homosexuales, favoreciendo así su propagación. Son muchas las películas que se han centrado en el SIDA, pero luego pocas han llegado a conseguir una popularidad suficiente para que su mensaje llegue al público suficiente.
Por ello, el estreno de una cinta como ‘120 pulsaciones por minuto’ (‘120 battlements per minute’) es una gran ocasión para que ciertos espectadores puedan entender mejor el impacto que el sida tuvo en su momento. Aquí la acción se traslada a principios de los años 90 en París y se centra en el grupo activista Act Up de esa ciudad. Ganadora de cuatro premios en el último Festival de Cannes, es una propuesta notable que, eso sí, funciona mejor cuando se centra en lo general que en lo particular.

Así fue la lucha contra el sida

Foto Pulsaciones
Como he mencionado antes, la sociedad no llegó a entender muy bien lo que era el sida en su momento -y los hay que seguramente tampoco hayan querido molestarse en entenderlo en la actualidad-, lo cual aumentaba aún más el aislamiento de los infectados. La (in)acción gubernamental tampoco ayudaba a que eso cambiase y la frustración entre aquellos que la sufrían no dejaba de ir a más ante la falta de novedades por parte de los laboratorios científicos que investigaban la enfermedad.
Todo ello es algo que Robin Campillo, su director y guionista, aprovecha para centrarse en el grupo Act Up París en un esfuerzo divulgativo que no llega tampoco a caer en resultar un acercamiento meramente didáctico. Y es que sirve para ir definiendo a sus personajes, sabiendo qué es lo que les preocupa más a cada uno de ellos y también qué iniciativas son las que ven con mejores ojos.
Escena Pulsacione
Además, Campillo opta por un acercamiento lo más sobrio posible -aunque eso no es óbice para ciertos excesos en el manejo de la cámara que redundan en su toque documental-, no queriendo desentenderse de lo que sucede, sino intentando que su dosis de realismo alcance la máxima expresión posible. Quizá por eso también prescinda prácticamente por completo de la música en off, la cual habría incidido en la sensación de que estaba guiándonos para conseguir una determinada respuesta emocional, sobre todo en un tramo final que es cuando gana importancia un drama personal.
No es que antes desconozcamos lo que les está sucediendo a los demás y también cómo la enfermedad va progresando y llevándose por delante cada vez a más gente mientras los nuevos medicamentos se retrasan por motivos que ninguno de ellos logran entender. Esa indignación podría haberse tratado de múltiples formas, pero Campillo opta por un retrato de lo más equilibrado que nos permite entender muy bien todo lo que eso supone.

‘120 pulsaciones por minuto’, lo general frente a lo particular

Imagen Pulsaciones
Soy consciente de que algunos espectadores podrían llegar a sentirse frustrados porque puede parecer que ‘120 pulsaciones por minuto’ carece de un elemento central que sirva como referencia para asimilar mejor todo lo que se nos va mostrando. No tengo nada en contra de hacer algo así y mostrar la batalla individual de alguien como se hacía en ‘Dallas Buyers Club’, pero hace falta más que conocer el drama humano de una persona para llegar a entender todo lo que el sida supuso en su momento y cómo se reaccionó ante él , y eso es algo que aquí se hace de maravilla.
Eso también nos permite conocer mejor a muchos personajes antes de que Campillo opte por centrarse en dos de ellos. ‘120 pulsaciones por minuto’ va progresivamente centrándose en su historia de amor y en cómo la enfermedad va afectando cada vez más a uno de ellos. El que necesite ese drama íntimo lo encontrará en un tramo final donde lo reivindicativo queda a un lado para centrarse en el lado más trágico de la enfermedad. A fin de cuentas, todos los infectados tenían fecha de expiración por aquel entonces…
Por mi parte, me interesó menos esa parte por mucho que Campillo sepa manejar el in crescendo dramático y que los actores cumplan con holgura. Es también verdad que se comprime bastante bien lo que en otras propuestas requiere todo el metraje, pero lo que debería haberme dejado al borde del llanto no terminó de lograr el impacto deseado. ¿Quizá sea porque la película había guiado mi interés hacia otro lado y eso, por muy bien ejecutado que esté, me supiera a algo más convencional? Podría ser.

En definitiva, ‘120 pulsaciones por minuto’ es un estimulante acercamiento al impacto que tuvo el sida en su momento y al otro malestar que creó en los infectados. Y es que no tenían suficiente con sufrir los efectos del sida, sino que también se veían obligados a hacer frente a la incomprensión por parte de la sociedad y la escasa diligencia por parte de aquellos que debían velar por ellos. Eso se redondea con buenas actuaciones -sobre todo la de Nahuel Pérez Biscayart- y un retrato de esta enfermedad que va más allá de lo habitual en el cine.
Via:espinof

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