Julián López dejó en evidencia las limitaciones de las galas de premios en España con su monólogo en los Feroz
Anoche se celebró la quinta gala de los Premios Feroz, una suerte de antesala de los Goya organizada por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España y que, a día de hoy, se etiqueta como una homóloga patria de los Globos de Oro norteamericanos.
Esta comparación ha terminado trascendiendo a su naturaleza de preámbulo de la entrega de premios principal de la temporada cinematográfica, para verse reflejada también en un estilo que, especialmente este año, ha intentado mimetizar con poca fortuna el de la ceremonia estadounidense.
Antes de nada, debo confesar que siempre he defendido a Julián López, considerándolo como uno de mis "chanantes" favoritos —por encima de Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes quienes, curiosamente, presentarán la póxima gala de los Goya—. No hay más que ver alguna de sus histriónicas participaciones en 'El club de la comedia' para comprobar que derrocha frescura y habilidad a la hora de generar comedia; es por eso que una buena parte del fracaso del número inicial de los Feroz lo achaco a una mala decisión de casting.
Más allá del maestro de ceremonias, sorprende la frialdad de un público que, salvo honrosas excepciones —Antonio de la Torre y los Javis parecían estar disfrutando del show—, se mostró particularmente gélido frente a los chistes y "ataques" a asistentes y nominados.
En contraposición a este último momento se encuentra la heladora recepción del primer y esperado chascarrillo sobre los abusos sexuales: "Somos el secreto mejor guardado del cine español. Ese, y el nombre de nuestros acosadores sexuales". Una sentencia seguida de un silencio sepulcral e incómodo.
Tal vez este no sea el camino a seguir. Tal vez debamos desistir de copiar el estilo yanqui cuando, obviamente, no jugamos en la misma liga. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que tengamos que volver a ver a Antonio Resines rapear como en los Goya 2012; pero de adaptar el contenido de estas veladas al sobrado talento que encierran nuestras fronteras, es muy probable que dejásemos de llevarnos las manos a la cabeza —o al mando a distancia para cambiar de canal— cada vez que se emiten en televisión.
Via:espinof
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