'Tres anuncios en las afueras' es una soberbia fábula criminal que rebosa misantropía y humor macabro
Es casi un milagro que, con el punto de partida de la historia, esquemática y rotunda, que sostiene 'Tres anuncios en las afueras' ('Three Billboards Outside Ebbing, Missouri'), su director y guionista, el irlandés Martin McDonagh, consiga que el espectador empatice con los personajes, que sus dramas y actitudes importen. Pero lo consigue.
Al fin y al cabo, había espacio para la fe después de la negrísima y desnortada 'Escondidos en Brujas' ('In Bruges') o la metalocura de 'Siete psicópatas' ('Seven Psychopaths'): si algo se le da bien a McDonagh es dotar de densidad dramática a auténticos desalmados. Los Globos de Oro lo han corroborado con los cuatro premios a mejor actriz, mejor actor de reparto, mejor guión y mejor película dramática.
Que no necesariamente criminales o delincuentes. Pero éticamente, hay uno o dos peros que ponerle a Mildred, encarnada por una impresionante Frances McDormand que hace pocas concesiones a la simpatía, en lo que posiblemente es su mejor papel desde 'Fargo' -aunque por aquí también somos muy fans de la entrañable boba de 'Quemar después de leer' ('Burn After Reading')-. Ella es el motor emocional, uno medio trastornado, de todo lo que sucede en 'Tres anuncios en las afueras'.
Como en las películas previas de McDonagh, el director y guionista y juega con nuestras espectativas, y no solo acerca de qué podemos esperar de los protagonistas, empezando por todo lo que germina a partir de los tres carteles del título: ¿está justificado el odio de Mildred al Jefe Willoughby? También juguetea con los códigos de género, y aunque la película ha sido comparada con justicia con el ritmo, el humor sardónico y la tipología de la América Profunda de los hermanos Coen, la película también se adentra en el estilo de un whodunit (¿sabremos finalmente quién es el asesino de la hija de Mildred?) y en la pura observación de una tipología de personajes con muchas heridas por cicatrizar.
Mildred es el prisma con el que 'Tres anuncios en las afueras' observa a sus personajes, y por eso su ex-marido es un capullo y su nueva y jovencísima novia es boba. Por eso "el enano" es patético (un Peter Dinklage adorable) y el cuerpo de policía está lleno de imbéciles, chupatintas y torturadores. Empezando por Dixon (otra creación espectacular, y van tres, esta a manos de Sam Rockwell), un auténtico enigma policial del que no está claro qué debemos pensar.
'Tres anuncios en las afueras': personajes en llamas
Como autor teatral antes que director de cine, McDonagh cincela estos personajes gloriosos (a los mencionados se suman el cartelista afroamericano, el responsable de la agencia de publicidad, la familia de Mildred o la mujer del sheriff) a golpe de diálogo profano y con fondo negrísimo. Palabroteros y faltones, los diálogos también son hilarantes, y el mejor ejemplo es una secuencia de auténtica reverencia, el diálogo que Mildred tiene con el sacerdote del pueblo, y que es a la vez un chiste perfecto y una reflexión afiladísima sobre una tragedia cotidiana.
De algún modo, a base de una combinación extrañamente equilibrada de planos de gran belleza formal, monólogos verborreicos rebosantes de deliciosas obscenidades que los actores parecen lanzar como si fueran piedras y momentos de calma surgida de lo inesperado (construcciones e instituciones que arden, establos a punto de contemplar una tragedia, carreteras que no van a ninguna parte), 'Tres anuncios en las afueras' parece hablar de cómo gente que no se entiende acaba encontrando puntos de contacto. Caracteres dispares y actitudes opuestas con objetivos comunes.
'Tres anuncios en las afueras' habla de casualidades y de gente sin metas en la vida que acaba encontrándose sentido, pero también de cómo esas cosas hay que azuzarlas. Aunque sea desde el rencor. El que lleva a una madre sin nada que perder a poner tres anuncios maleducados en las afueras de Ebbing, Missouri.
Via:espinof
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