Aunque la aventura europea de Woody Allen nos haya regalado más de una perla dentro de su filmografía como 'Cassandra's Dream' o 'Match Point', no hay duda de que Nueva York le sienta especialmente bien al director originario del barrio de Brooklyn; siendo una buena muestra de ello su último y maravilloso largometraje estrenado hasta la fecha: 'Wonder Wheel'.
En esta ocasión, Allen acota el terreno en el que desarrolla su historia dentro de la gran manzana limitándose a los idílicos confines de Coney Island, hogar de los Warriors de Walter Hill y, probablemente, uno de los lugares más especiales que pueden encontrarse en la conocida como la capital del mundo. Un marco de ensueño, perfecto para ambientar un relato tan cautivador, bello y, a su vez, amargo, en el que aspiraciones y anhelos colisionan contra la más cruda realidad.
Los tres inigualables puntales de 'Wonder Wheel'
Del primero de ellos, 'Wonder Wheel' hereda su peculiar tratamiento tonal, que hace confluir de una forma inusitadamente orgánica y natural la comedia propia del autor y el drama inherente a los temas que trata la película en una mezcla tan óptima como agridulce. Además de esto, la particular garra de Allen para el diálogo permanece intacta, así como un tratamiento de personajes que se erige como lo mejor de una cinta que, haciendo honor a la verdad, adolece de unos altibajos en su ritmo tan molestos como perdonables.Pero, por encima de todo, está ella. Una Kate Winslet que personifica la infelicidad, los brotes de optimismo y la asfixia de la mujer de mediana edad insatisfecha con el rumbo de su vida a través de los ojos y experiencias de la luchadora Ginny en una interpretación descomunal que pide a gritos un más que merecido reconocimiento en esta temporada de premios.
'Wonder Wheel', pese a no destacar como una de las obras cumbres del director de 82 años, sí que se sitúa como uno de sus mejores trabajos de los últimos años, estando a la altura de la fantástica 'Blue Jasmine' —cinta que, curiosamente, también se sostenía sobre una interpretación femenina de órdago—. Todo un logro que, deficiencias rítmicas aparte, sabe enamorar, robándonos un pedazo de corazón con dulzura y buen humor y destrozando la otra mitad a golpe de melancolía y desazón.
Via:espinof
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