'Tomb Raider' es una aventura clásica, inesperadamente sólida y donde Alicia Vikander triunfa como heroína
El reboot de 'Tomb Raider', seamos honestos, olía a chamusquina. Una actriz oscarizada con incursiones muy puntuales -y nunca como protagonista- en el cine de acción. Un director europeo semidesconocido. Un par de precedentes protagonizados por Angelina Jolie y de recuerdo poco halagüeño. Una franquicia de videojuegos cuyas constantes no son especialmente sencillas de adaptar. Y por supuesto, la etiqueta de "basada en un videojuego", esa maldición.
A todo ello, en los últimos meses, se iban sumando pistas que aunque nunca definitivas siempre apuntaban en dirección a un desastre controlado: trailers más bien sosos, metidas de pata en el marketing previo que delataban cierto descuido, críticas USA no del todo amables y, finalmente, un pase de prensa a un día del estreno. Nada concluyente, pero suficiente para escamar al más pintado.
La primera cruzada de Lara Croft
Lo hacen con un argumento que recoge elementos de los dos últimos juegos de 'Tomb Raider', los que desde 2013 han reformulado la serie original, convirtiendo a Lara Croft en una aventurera intuitiva, vulnerable pero dispuesta a todo. Los aficionados encontrarán detalles que recuerdan a los juegos (del mismo modo que los juegos recuerdan a 'Uncharted' y 'Uncharted' a Indiana Jones): el escenario de la isla, el aspecto de la tumba, y detalles argumentales como los villanos Trinity.Y por supuesto, la propia Lara Croft, equipada con las armas que va encontrando, nada glamourosa y lejos de los andares de pin-up de la arqueología de sus primeras encarnaciones en los videojuegos. Vikander, fibrada y creíble como pocas heroínas de acción -desde las heroínas de Hong Kong de los ochenta no veíamos una mujer peleando de forma tan verosímil- encuentra el equilibrio perfecto entre el implacable valor de una aventurera y cierta fragilidad que la humaniza.
Es ella la que permite que la película no naufrague ante su principal carencia: exceso de gravedad y falta de humor (salvo la puntual y bienvenida aparición de un Nick Frost sin acreditar) en determinados puntos. El algo perezoso papel de Dominic West como padre de Lara propicia los peores momentos de la película, bajones de ritmo para dar paso a las lágrimas que por suerte no duran mucho, apenas interrumpiendo un increíblemente compacto núcleo central (desde la persecución en el puerto de Hong Kong a la entrada en el templo) cimentado en adrenalina y acción pura.
Roar Uthaug parece haberse revelado como una elección perfecta para sacar adelante un proyecto complicado, sobre todo en términos de ritmo. Quienquiera que supo ver en 'La ola' una carta de presentación suficiente para dirigir este reboot, acertó de pleno: lo demuestran secuencias como la larga (pero a la postre necesaria) presentación de Lara en un gimnasio y en las calles de Londres o la espléndida pelea nocturna de Lara con un esbirro de Trinity, sucia, oscura y tremendamente bien planificada.
'Tomb Raider' no solo consigue incluir de forma orgánica y divertida prácticamente toda la lista de cosas que se esperan de una película de 'Tomb Raider' (del piolet a las plataformas, pasando por secuencias salidas de los juegos, como la del avión en la catarata), sino que consigue ser, por encima de todo, una producción de aventuras clásicas divertida y clásica. Tiene sus problemas, como un clímax que no está a la altura de su trepidante planteamiento, pero el conjunto es una sorprendente revitalización de un género que desde hacía años que no resultaba tan estimulante.
Via:espinof
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