Los descalabros de 'Han Solo' y 'Los últimos Jedi' en la potencia
asiática demuestran una vez más que esta es terreno vedado para la saga.
¿Por qué?
Estamos en 2017, y todo el mundo parece sometido al poder de Star Wars. ¿Todo el mundo? ¡No! Aunque parezca difícil de creer, hay un territorio que, cual aldea gala de Astérix, se resiste al poder de la invasión galáctica. Siempre que por “aldea” entendamos el país más poblado de la Tierra, con 1.411 millones de habitantes y que, mira tú por donde, es ahora mismo uno de los mercados más codiciados de la industria estadounidense del cine, si no el que más. Se trata, claro, de la República Popular China.
La preocupación en Hollywood por la mala relación entre el Reino del Centro y la saga que fue de George Lucas se ha visto incrementada esta semana por el fracaso de Han Solo: Una historia de Star Wars. Si bien los resultados de la cinta de Ron Howard no han sido para tirar cohetes, China es el país en el que peor ha funcionado, haciéndose ‘sólo’ con 10 millones de dólares. Y eso que, para evitar males mayores, Disney había optado por estrenarla con el título de Han Solo, a secas, para que así el público no la identificara con el serial.
Este fracaso se suma al de Star Wars: El despertar de la Fuerza (124 millones, 52 en su primer fin de semana) y, sobre todo, al de Star Wars: Los últimos Jedi. El episodio dirigido por Rian Johnson tuvo la mala fortuna de estrenarse en el mismo finde que The Ex-files 3: Return of the Exes, última entrega hasta la fecha de una celebérrima saga local de comedias. ¿El resultado? Un estreno de 28 millones de dólares y un acumulado de 42 millones, seguramente los peores resultados financieros jamás alcanzado por una entrega de la saga. Incluso Valerian y la ciudad de los mil planetas (62 millones) tuvo mejor trayectoria que ella.
¿Cuál es la raíz de la antipatía china hacia Star Wars? Para explicarlo debemos, para variar, hacer historia. Porque 1977, el año en el que ‘tío George’ estrenó la película que puso en marcha todo esto, puede ser recordado en Occidente como el año en el que los Sex Pistols lanzaron el Never Mind The Bollocks o en el que el gobierno español legalizó al Partido Comunista. Pero, en el contexto chino, fue el año posterior a la muerte de Mao Zedong, que es como decir “el año cero después del fin del mundo”.
Así pues, mientras en otros países el público hacía colas kilométricas para comprobar si todo eso del Halcón Milenario, la Estrella de la Muerte y Darth Vader era tan alucinante como decían, en China el tiempo se iba en llorar al ‘Gran Timonel’, por un lado, y por otro en recuperarse de la Revolución Cultural, una mastodóntica purga ideológica de 10 años de duración que había sacudido al país entero dejando entre medio millón y dos millones de muertos. Deng Xiaoping, que escalaba puestos para suceder a Mao, había empezado a aligerar la represión, pero eso no abarcaba tolerar estrenos de Hollywood en los cines. Ni siquiera (o menos aún) si el estreno de turno estaba protagonizado por guerrilleros rebeldes enfrentados a un tiránico imperio.
Como sabemos, las medidas implantadas por Deng (fallecido en 1997) y sus sucesores aspiraron más a sanear la economía que en promover la libertad de expresión o en sanear el historial de China en términos de derechos humanos. En lo que respecta a Star Wars, esto tuvo dos consecuencias. La primera fue buena, porque, con el tiempo, permitió que los filmes de la saga se estrenasen en el país: primero llegaron las precuelas, mientras que la trilogía inaugural sólo empezó a verse en los cines llegado 2015. La segunda consecuencia, eso sí, fue pésima: todas estas películas han llegado desde entonces a un público totalmente ajeno al culto warsie que impera en Occidente.
Disney ha tomado medidas para paliar esta falta de afinidad, desde incorporar a Donnie Yen y Wen Jiang al reparto de Rogue One a insertar en Los últimos Jedi subtítulos que identificaban a los personajes clásicos de la franquicia. Pero estos recursos, que consiguieron despertar el interés del público chino por las películas de Marvel, no han servido de nada en lo que respecta al serial galáctico. “Tal vez sean diferencias culturales o algo así, pero el caso es que no me ha gustado nada”, comentaba una espectadora china de Han Solo a la salida de un pase en Shangai (vía Bloomberg). Y el analista de taquilla James Li, consultado por el Hollywood Reporter, sentenciaba que las entregas de Star Wars obtienen resultados pésimos en las encuestas que se hacen entre el público a la salida de las proyecciones.
En su explicación de por qué Star Wars se desploma en China, Li señala varios factores (la abundancia de personajes, las múltiples trilogías y el poco interés que la space opera despierta en Asia oriental), describiendo la percepción de la saga en Occidente como “una cultura, o un culto, que se extiende a lo largo de generaciones”. Como ejemplo, el experto indica que, mientras los espectadores europeos y estadounidenses sintieron un escalofrío de emoción con el final de El despertar de la Fuerza, la reacción del público de China ante la aparición de Luke Skywalker se pareció más bien a un “¿Quién es este viejo, y por qué se supone que es tan importante?”. “Star Wars no tiene ningún tipo de tradición aquí”, remacha. “Y para ganarse al público chino hacen falta cosas nuevas”.
Via:cinemania
Estamos en 2017, y todo el mundo parece sometido al poder de Star Wars. ¿Todo el mundo? ¡No! Aunque parezca difícil de creer, hay un territorio que, cual aldea gala de Astérix, se resiste al poder de la invasión galáctica. Siempre que por “aldea” entendamos el país más poblado de la Tierra, con 1.411 millones de habitantes y que, mira tú por donde, es ahora mismo uno de los mercados más codiciados de la industria estadounidense del cine, si no el que más. Se trata, claro, de la República Popular China.
Este fracaso se suma al de Star Wars: El despertar de la Fuerza (124 millones, 52 en su primer fin de semana) y, sobre todo, al de Star Wars: Los últimos Jedi. El episodio dirigido por Rian Johnson tuvo la mala fortuna de estrenarse en el mismo finde que The Ex-files 3: Return of the Exes, última entrega hasta la fecha de una celebérrima saga local de comedias. ¿El resultado? Un estreno de 28 millones de dólares y un acumulado de 42 millones, seguramente los peores resultados financieros jamás alcanzado por una entrega de la saga. Incluso Valerian y la ciudad de los mil planetas (62 millones) tuvo mejor trayectoria que ella.
¿Cuál es la raíz de la antipatía china hacia Star Wars? Para explicarlo debemos, para variar, hacer historia. Porque 1977, el año en el que ‘tío George’ estrenó la película que puso en marcha todo esto, puede ser recordado en Occidente como el año en el que los Sex Pistols lanzaron el Never Mind The Bollocks o en el que el gobierno español legalizó al Partido Comunista. Pero, en el contexto chino, fue el año posterior a la muerte de Mao Zedong, que es como decir “el año cero después del fin del mundo”.
Así pues, mientras en otros países el público hacía colas kilométricas para comprobar si todo eso del Halcón Milenario, la Estrella de la Muerte y Darth Vader era tan alucinante como decían, en China el tiempo se iba en llorar al ‘Gran Timonel’, por un lado, y por otro en recuperarse de la Revolución Cultural, una mastodóntica purga ideológica de 10 años de duración que había sacudido al país entero dejando entre medio millón y dos millones de muertos. Deng Xiaoping, que escalaba puestos para suceder a Mao, había empezado a aligerar la represión, pero eso no abarcaba tolerar estrenos de Hollywood en los cines. Ni siquiera (o menos aún) si el estreno de turno estaba protagonizado por guerrilleros rebeldes enfrentados a un tiránico imperio.
Como sabemos, las medidas implantadas por Deng (fallecido en 1997) y sus sucesores aspiraron más a sanear la economía que en promover la libertad de expresión o en sanear el historial de China en términos de derechos humanos. En lo que respecta a Star Wars, esto tuvo dos consecuencias. La primera fue buena, porque, con el tiempo, permitió que los filmes de la saga se estrenasen en el país: primero llegaron las precuelas, mientras que la trilogía inaugural sólo empezó a verse en los cines llegado 2015. La segunda consecuencia, eso sí, fue pésima: todas estas películas han llegado desde entonces a un público totalmente ajeno al culto warsie que impera en Occidente.
Disney ha tomado medidas para paliar esta falta de afinidad, desde incorporar a Donnie Yen y Wen Jiang al reparto de Rogue One a insertar en Los últimos Jedi subtítulos que identificaban a los personajes clásicos de la franquicia. Pero estos recursos, que consiguieron despertar el interés del público chino por las películas de Marvel, no han servido de nada en lo que respecta al serial galáctico. “Tal vez sean diferencias culturales o algo así, pero el caso es que no me ha gustado nada”, comentaba una espectadora china de Han Solo a la salida de un pase en Shangai (vía Bloomberg). Y el analista de taquilla James Li, consultado por el Hollywood Reporter, sentenciaba que las entregas de Star Wars obtienen resultados pésimos en las encuestas que se hacen entre el público a la salida de las proyecciones.
En su explicación de por qué Star Wars se desploma en China, Li señala varios factores (la abundancia de personajes, las múltiples trilogías y el poco interés que la space opera despierta en Asia oriental), describiendo la percepción de la saga en Occidente como “una cultura, o un culto, que se extiende a lo largo de generaciones”. Como ejemplo, el experto indica que, mientras los espectadores europeos y estadounidenses sintieron un escalofrío de emoción con el final de El despertar de la Fuerza, la reacción del público de China ante la aparición de Luke Skywalker se pareció más bien a un “¿Quién es este viejo, y por qué se supone que es tan importante?”. “Star Wars no tiene ningún tipo de tradición aquí”, remacha. “Y para ganarse al público chino hacen falta cosas nuevas”.
Via:cinemania
Comentarios