'Entre sombras' remodela con inteligencia un viejo recurso del suspense aunque abusa del impacto gratuito

No hay exoplaneta que supere jugar
Toda 'Entre sombras' ('In Darkness') está construida en torno a Natalie Dormer, y no es para menos. Es una intérprete extraordinaria, y pese a sus espléndidas intervenciones en 'Juego de tronos', 'Los juegos del hambre' o 'Elementary', posiblemente es en esta película de suspense de su pareja Anthony Byrne, con quien ha coescrito el guión, donde por primera vez tiene genuinas posibilidades de darlo todo.
Lo consigue con una interpretación compleja y llena de matices, más allá de un guión algo tramposete y que se desmorona en su tramo final de tal manera que el sabor de boca amargo que queda en el espectador es inevitable. Pero Dormer, en su composición de una mujer adulta que es ciega desde que era pequeña, hace que su vida cotidiana, que se describe con cierta minuciosidad, desborde realismo y detalles naturales e inteligentes.
Lo que cuenta la película, sin embargo, no tiene nada de cotidiano. Dormer es Sofia, una pianista ciega que vive en Londres y cuya carencia de visión no le impide vivir perfectamente sola. Una noche escucha una pelea en el piso de arriba, tras la que muere al caer al vacío su vecina Veronique (Emily Ratajkowski). Esta joven es hija de Zoran Radic (Jan Bijvoet), acusado de haber cometido crímenes horribles durante la Guerra de Bosnia.
Un argumento que podría formar parte de películas de suspense clásicas como 'Sola en la oscuridad' (con Audrey Hepburn), 'Terror ciego' (con Mia Farrow) o 'Sola en la penumbra' (más reciente, con Madeleine Stowe interpretando, curiosamente, a otra intérprete de música, una violinista). 'Entre sombras', sin embargo, va un poco más allá: mientras que todas las citadas se basan en la indefensión total de la mujer a la que le falta un sentido, la película de Byrne quiere presentar a una invidente no tan desvalida.

'Entre sombras': la guerra en penumbra

No solo 'Entre sombras' propone a una protagonista que no necesita ayuda ajena para valerse, sino que desde el principio se dan pistas acerca de por qué su presencia cercana al asesinato podría ser no del todo casual. ¿Tiene una agenda oculta o solo lo aparenta? ¿De dónde proceden las terribles pesadillas que padece? ¿Por qué miente a la Policía desde el primer momento?
Algunos de estos giros argumentales están mejor llevados que otros. Los primeros detalles sobre sus intenciones son genuínamente sorprendentes y algunos de los últimos, francamente ridículos. El indiscutible talento para la puesta en escena de Byrne ('Ripper Street') conduce al espectador con relativa fluidez por todos ellos, los verosímiles y los desnortados. Imprime cierta cualidad sensorial a las imágenes, que casi se pueden palpar y escuchar, tal y como haría una persona ciega, y ese es sin duda el gran hallazgo de una película más brillante en lo formal que en su trasfondo.
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Byrne también se luce en secuencias como el intento de secuestro de Dormer, filmado en un espectacular plano secuencia, o en el por contra muy reposado montaje con la preparación del cadáver de Veronique para su funeral, de cierta belleza morbosa y sacra. No deja de tener sentido que una película que cojea en lo argumental al preferir el impacto de las revelaciones sorpresa a la coherencia narrativa encuentre su mejor arma en la potencia visual.
'Entre sombras' tiene, además, un problema extra: la Guerra de Bosnia, que podría servir para compaginar una potente denuncia si estuviera bien engrasada con los recursos del suspense puro, no es más un ruido de fondo, agravado por la frivolidad de emplearlo para un mecanismo del tipo "ciega en peligro". Un problema menor, pero que delata la irregularidad de su tono.

La película promete una locura estilística con su arranque (en el que Dormer pone música a una película de terror, en un curioso guiño meta que no tiene continuidad) que nunca llega. Aún así, formalmente, 'Entre sombras' es un experimento interesante. Y solo por la poderosísima interpretación de Dormer, el artefacto se sostiene con sobrada dignidad.
Via:espinof

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