'Niñato' es una película aparentemente sencilla, pero que detrás de su narrativa desnuda y directa esconde un trabajo de reflexión muy sofisticado (aunque intuitivo en buena parte) acerca de cómo mostrar la realidad en un formato narrativo similar a la ficción. El resultado del experimento es una película absolutamente invadida por el lenguaje del documental, una crónica urbana y modesta del día a día de un padre treintañero de clase humilde.
Ese padre es David Rasanz, parado y con la eterna esperanza de hacerse un nombre en el competitivo mundo del rap, y también incansable cuidador de tres niños -una hija y dos sobrinos-, aunque a todos los efectos padre de los tres. A veces queda con su novia, que no va a tardar en irse unos meses fuera del país con una beca, a veces pide dinero y ayuda en las tareas del hogar a su madre, que vive puerta con puerta con él.
Otras veces lo veremos discutiendo con su hermana acerca de las dificultades de meter en vereda al más pequeño de los niños, Oro. O comentando con otro padre que no se puede permitir pagar el comedor de los chavales, pero que tampoco le importa, porque eso le permitirá pasar más tiempo con ellos. David se abre paso sin perder la esperanza en el día a día, en una película sin estridencias ni sorpresas, que transcurre plácida y dura como la vida en la gran ciudad.
Durante seis años el debutante Adrián Oor ha convivido con David y los niños y los ha seguido en todas sus peripecias, creíbles y tiernas. Se adivina un trabajo de exhaustiva observación de las a buen seguro cientos de horas de material grabado en busca de un gesto natural, un comentario improvisado o un momento de reveladora naturalidad. El enorme trabajo que hay detrás de dejar la esquemática historia reducida a setenta minutos premia al espectador con una película sencilla, pero no anecdótica.
Vivir cada día: el rap
'Niñato' se sienta cómoda en un término medio, orgullosamente indescifrable, entre el documental indie sin pretensiones y la ficción mumblecore, y afortunadamente a los pocos minutos el espectador deja de preguntarse qué hay de real y qué de preparado en la historia que se le cuenta. Ese es sin duda el gran valor de una ficción que no tiene la necesidad de reivindicarse continuamente como realidad, porque se palpa la autenticidad en cada fotograma.
Orr ya habia tratado la cotidianeidad de David y los suyos en su corto de 2014 'Buenos días, resistencia'. Prácticamente lo repite aquí en una larga y esquemática escena en la que los niños se levantan para ir al colegio, remoloneando, bromeando y cabreando a su padre. Lo que podría parecer una maniobra de reciclaje de una buena idea de puesta en escena y que con muy pocos elementos define a los personajes, en realidad es la base de la película, su canto a la cotidianeidad, la repetición y la sencillez.
La relación entre corto y película es también lo que ha hecho que 'Niñato' sea comparada con la obra de Linklater y sus documentales de seguimiento, pues vemos en los cuatro años y medio que dura la acción que a los niños les da tiempo de crecer. Pero Orr no busca hablar del cambio, sino quizás, de todo lo contrario: de cómo pase lo pase esta familia sigue unida y dispuesta a afrontar cualquier contratiempo. Un mensaje sencillo para tiempos en los que la trascendencia hay que encontrarla en la heroicidad del día a día.
Via:espinof
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