'Final Portrait: El arte de la amistad', la anécdota de un retrato sirve a Geoffrey Rush para brillar como Giacometti
Stanley Tucci ha dicho que no le interesan mucho los biopics pero sí "segmentos de la vida de la gente porque puedes centrarte en los detalles". Más conocido como actor, Tucci es guionista y director de 'Final Portrait: El arte de la amistad' ('Final Portrait', 2017), una comedia dramática basada en el libro de memorias 'Retrato de Giacometti', de James Lord.
La historia tiene lugar en 1964, durante un viaje del escritor estadounidense a París. Es amigo del reconocido pintor y escultor de origen suizo Alberto Giacometti, quien se ofrece a hacerle un retrato. Lord acepta halagado, ante la promesa de que tardará "dos o tres horas, máximo una tarde". Sin embargo, pronto descubre que el artista fue muy optimista y estará más de dos semanas posando, viviendo una experiencia mucho más compleja de lo que parecía inicialmente.
Interesante retrato de un artista (en su última etapa)
A Tucci le atrae el proceso creativo que hay detrás de la obra de un artista, y se preocupa por crear la ilusión de tener un acceso privilegiado, de recrear la peculiar experiencia que tuvo Lord. Así, cuando este apasionado del arte se adentra en el taller de Giacometti, la cámara plasma la sorpresa, la confusión y la curiosidad que siente el protagonista; hasta la música se detiene.
Acaba de cruzar una frontera invisible. Se halla en una especie de pequeña nación aparte, gobernada por un monarca absoluto, cuyo vínculo divino es ese don que hace sus creaciones tan apreciadas en todo el mundo. El (exagerado) valor asociado a su trabajo le convierte en un privilegiado, que dar rienda suelta a sus excentricidades y deseos, y disculpa todo comportamiento desagradable o cruel que pueda tener con aquellos que le rodean. ¡Es un genio!
'Final Portrait: El arte de la amistad' no saca partido a la deslumbrante transformación de Geoffrey Rush
Giacometti se encuentra en la última etapa de su vida, ya no tan inspirado ni lúcido como antaño; cuando su personalidad, obsesiones, tics y vicios se han pronunciado hasta el extremo. Además de los momentos de frustración frente al lienzo, es significativa la escena donde vemos la rutina de su desayuno. Como Lord, el espectador descubre, a brochetazos más que a pinceladas, el caótico, complicado, extraño y fascinante estilo de vida del artista.Giacometti duerme a unos pasos de su taller. Diariamente repasa obras empezadas e inacabadas, que parecen atormentarle; es increíblemente inseguro de su talento, a pesar de su fama mundial, y no valora ni su trabajo ni el dinero que le dan por él (da la sensación de que encuentra absurdo el negocio/mundo del arte); su musa es una prostituta y su matrimonio es cualquier cosa menos convencional. Son detalles de su vida, fusionada completamente con su obra.
Al final, Lord es un desconocido, un personaje gris y anodino, en el que Armie Hammer se encuentra incómodo, seguramente porque Tucci está más preocupado en Alberto Giacometti (o su hermano Diego, encarnado por el siempre estupendo Tony Shalhoub). La transformación de Geoffrey Rush se convierte en un poderoso imán que atrae la atención y mantiene el interés, todo lo posible. Mientras su Giacometti vive en pantalla, la película funciona. No es gran cosa, pero es suficiente para ver con agrado los 90 minutos que dura 'Final Portrait: El arte de la amistad'.
Via:espinof
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