El dúo formado por el actor Mark Wahlberg y el director Peter Berg lleva varios años explorando las diferentes caras de la figura del héroe norteamericano. Todo comenzó en 2013 con la discreta ‘El único superviviente’ -curiosamente también la más taquillera de todas-, llegando después las estimables ‘Marea negra’ y ‘Día de patriotas’.
A estas alturas uno pensaría que ya habían agotado todo lo que tenían que ofrecer al respecto, pero el estreno de ‘Milla 22’ demuestra que al menos aún tenían algo más que explorar. Aquí vuelven a usar la fórmula del thriller para narrar una misión contrarreloj que no tiene problemas en mostrar el lado negativo de los supuestos héroes, en especial por parte de Wahlberg. Más allá de eso la película es entretenida pese a su irregular tratamiento de las escenas de acción.
Chispazos
Personalmente creo que la idea de Berg es optar por lo primero, pero la sensación que deja en el espectador en varios momentos se aproxima más a lo segundo. Es una lástima que esto dañe un poco la sensación de urgencia que ‘Milla 22’ busca ya desde su efectivo prólogo y porque también hay alguna otra escena aquí y allá que realmente consigue dar en la diana, siendo entonces cuando la película se acerca más a ser la mejor versión posible de sí misma.
‘Milla 22’ funciona pese a sus limitaciones
Algo cambia la cosa con un desenlace que abre la puerta a una posible secuela que dudo que vemos -‘Milla 22’ no ha funcionado demasiado bien en taquilla-, pero antes hay demasiadas comparsas, siendo una pena ver por ejemplo relegado a esa función a John Malkovich. Además, el guion más que nunca es un mero recurso sobre el que construir ese espectáculo de peleas, tiroteos y persecuciones que no siempre resulta satisfactorio, algo que provoca que notemos más que los diálogos son tirando a flojos por mucho que lo quieran compensar a través del uso del lenguaje para adultos.
Lo que nos queda al final es un thriller desigual que lo sacrifica todo en beneficio de un ritmo vibrante -apenas llega a los 90 minutos de duración cuando lo habitual en estos casos es rondar las dos horas o incluso superarlas- que impida al espectador desconectar incluso cuando es más consciente de las limitaciones del espectáculo que tiene ante así. Al final eso es lo que realmente la salva por encima de sus virtudes o defectos.
Via:espinof
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