Por supuesto que la idea de ambientar 'Nación salvaje' ('Assassination Nation') en Salem es completamente intencionada. Es una de las muchas ironías que sustentan una película en apariencia intrascendente y juvenil, pero llena de dobles y triples significados que funcionan como potentes cepos: Salem, que identificamos con las cazas de brujas reales, es el lugar perfecto para poner en solfa lo que los hombres blancos acomodados llaman, no sin cierta desvergüenza, "caza de brujas" motivada por el #metoo: que a lo mejor pierden su trabajo tras un abuso (luego ya se ve que ni siquiera eso).
Es una de las muchas ideas que vienen afiladas por todos sus bordes (es decir, que la interpretes como la interpretes, te cortas), en una película inteligentísima, aunque envuelta de falsa intrascendencia. Una aparente banalidad que empapa conversaciones sobre por qué no hay que sentir empatía por un político hipócrita por mucho que esté sufriendo, si un dibujo al natural puede ser pornográfico (en una conversación retirada del montaje estadounidense para que la película no sea clasificada solo para adultos), o acerca de qué resulta más feminista: una película de venganzas con una mujer armada hasta los dientes o 'Perros de paja' en la que el personaje violado es Dustin Hoffman.
Un ejemplo meridiano: la película (casi) acaba con un discurso de la protagonista (excelente Odessa Young) que explicita de forma absolutamente frontal el mensaje de la película. Cualquier crítico podrá apuntar que 'Nación asesina' es poco sutil, demasiado obvia, pero estará dejando escapar el lenguaje que emplea el film: honestidad y planificación visual propia de youtuber, hablando a la cámara sin cortapisas. ¿No te parece lo suficientemente "clásico"? Sin problemas: 'Nación asesina' no necesita tu permiso.
Puede que 'Nación salvaje' no sea perfecta: cuando se adentra en los terrenos del cine de género más puro, coqueteando con el rape & revenge o las invasiones domésticas (aunque incluso ahí se permite delicias visuales como un impresionante plano secuencia que rubricaría De Palma sin dudarlo), pierde un poco de fuelle discursivo. Pero aún así, va plantando pequeñas bombas de relojería, subvirtiendo por ejemplo el tradicional concepto de la final girl. O con la muerte más simbólica de la película, casi un discurso político a bocajarro. O con el trigger warning del principio, que arranca como un aviso-homenaje al estilo de William Castle, pero que se regodea advirtiendo también de que la película contiene masculinidad tóxica, transfobia y egos masculinos frágiles.
Porque sí: 'Nación asesina' es rabiosamente feminista, combativa hasta la incomodidad, pero más inteligente -y asumidamente contradictoria y vital- de lo que muchos de sus críticos advertirán (preparaos a oir la chorrada de "la dictadura de lo políticamente correcto" en ocho de cada diez reseñas). Un ejemplo: a la salida del pase, un compañero tuiteó que la película era hipócrita porque las actrices hablaban todo el rato de sexo, pero luego no enseñaban nada. Así que puede que él no entendiera ni media, pero creedme: la película lo ha entendido a él perfectamente.
Via:espinof
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