Sitges 2018: el thriller morboso de 'Animal', la ci-fi blanca de 'Parallel' y el giallo francés de 'Un couteau dans le coeur'
Seguimos pellizcando en la gargantuesca programación de Sitges para entresacar de ella tres películas absolutamente distintas entre sí. Apenas hacemos mella en la avalancha de películas, pero no desfallecemos: estas son nuestras impresiones de la oscura fábula moral de 'Animal', la primera y fallida película en inglés de Isaac Ezban, 'Parallel', y un sugestivo y atrevido giallo francés de maneras clásicas y ambientado en el mundo de los rodajes de porno gay, 'Un couteau dans le coeur'.
Animal
En sus peores momentos, la película se aproxima demasiado a un formulaico thriller de "burgués-se-ve-sobrepasado-por-quien-no-tiene-nada-que-perder", pero 'Animal', por suerte, va más allá. De la espléndida fotografía de Javier Julia, que retrata una Mar del Plata casi apocalíptica, a los detalles más malvados del guión, que exprimen bien hasta dónde está a punto de llegar un hombre desesperado, sin necesidad de agentes externos para arruinar su vida. Pasando por el extraño diálogo que Bó mantiene con su abuelo, el mito del grindhouse argentino de su mismo nombre, aquí reverenciado en las citas a la industria cárnica. El resultado no es redondo, pero su inyección de mala baba es estimulante.
Parallel
Posiblemente el problema viene de un guión que por primera vez no es de Ezban, sino del debutante Scott Blaszak, y que cuenta cómo un grupo de jóvenes encuentra un portal que les pone en comunicación con universos paralelos. Primero sacarán un leve provecho profesional y finalmente, la ambición les llevará a una confusa moraleja que parece un canto de advertencia contra las start-ups tecnológicas. En cualquier caso, su mayor problema es que se esfuerza demasiado en plantear reglas muy rígidas para después ignorarlas, en una película que no tiene la consistencia de la buena ciencia-ficción, pero tampoco la jovialidad de la fantasía amable.
Un couteau dans le coeur
La película desborda personalidad cuando incluye entre sus influencias, formando parte de un universo coherente, al Almodóvar de los ochenta, al De Palma de 'Impacto' y al Henenlotter de 'Brain Damage', pasando por abundantes clásicos del terror italiano, a los que homenajea con asesinatos salvajes, falos con filo y un trabajo de escenografía muy potente. El humor altamente homófilo es adecuadamente chillón y el submundo del porno gay se contempla desprejuiciadamente, pero sin dulcificar nada. Solo cojea el trasfondo emocional de la protagonista, que estorba más que completa. Por lo demás, un divertimento de primera.
Via:espinof
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