4DX: el siguiente paso evolutivo del 3D desvirtúa el cine convirtiéndolo en un parque de atracciones
Recuerdo como si aún estuviésemos en el invierno de 2009 el momento en que vi por primera vez la fantástica 'Avatar' de James Cameron. Las promesas de su visionario director por traer a nuestros cines un 3D como nunca antes habíamos visto me impulsaron a comprar una entrada sin pensármelo dos veces, y la recompensa fue un espectáculo impagable que, además, utilizaba las tres dimensiones como una herramienta narrativa más del lenguaje cinematográfico.
A partir de aquél momento, la industria y los distribuidores vieron en un 3D que actualmente vive en un continuo estertor mientras lucha por sobrevivir, la excusa perfecta para atraer a las masas y, de paso, inflar hasta el ridículo el precio de unas entradas ya de por sí elevado. Una suerte de último recurso para devolver a las salas una afluencia perdida por motivos muy diferentes a la ausencia de artificios tecnológicos.
Pero, ¿qué es exactamente el 4DX? Según Jaime Tarrazón, el consejero delegado de los Filmax Gran Via —cines catalanes en los que debutará susodicho sistema, ya presente en Madrid y Valencia—, es un sistema que "se basa en la magia del cine"; según Bayona, es “una experiencia inmersiva cinematográfica total”; y según el que suscribe, un divertido añadido a las instalaciones de una sala de cine que transforma —y tira por tierra— la experiencia cinematográfica.
Estos efectos están sincronizados a la perfección con el largometraje que se proyecta —realmente es sorprendente la integración entre imagen e instalaciones—; algo que pudimos comprobar con una escena de 'Jurassic World: El reino caído' en una experiencia breve, intensa y, para ser honestos, muy divertida.
¿Cine o atracción de feria?
Durante los pocos minutos que duró la demostración pudimos sentir cómo la presencia de los dinosaurios en pantalla se antojaba más real que nunca, con unos rugidos y unas pisadas que retumbaban en la sala a través de la vibración; cómo las ondas expansivas de las explosiones azotaban al patio de butacas gracias a las ráfagas de viento; y cómo el agua... bueno, lo de las salpicaduras resulta algo molesto, pero hizo que se escuchasen carcajadas similares a las que podrían escucharse en cualquier atracción de un parque temático.Y ahora llega el quid de la cuestión: un precio de 14,90 euros por
Por suerte o por desgracia, el cine sigue —y seguirá— siendo cine, y por muchos efectos, salpicaduras de agua y ráfagas de viento que se añadan, lo verdaderamente importante seguirá siendo la emoción. Llamadme viejuno, carca o anticuado, pero donde esté una buena butaca que se esté quietecita, una buena pantalla, un sistema de sonido decente y, lo que es más importante, una buena historia, que se quite lo demás.
Via:espinof
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