'Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald', una digna secuela esclava de su condición de preámbulo
He de reconocer que nunca he tenido un particular interés en la obra de J.K. Rowling; lo cual incluye las longevas aventuras de Harry Potter, ya sean literarias o cinematográficas. Puede que este sea uno de los motivos por los que la primera 'Animales fantásticos y dónde encontrarlos' me pillase completamente desconocido, apañándoselas para cautivarme completamente sin prácticamente esforzarse.
El encanto de sus personajes —mención especial para un entrañable Newt Scamander ante el que es complicado no caer rendido—; su tono y ambientación, más adultos y complejos de lo que cabría esperar a juzgar por su premisa; y una deliciosa mezcla de géneros en la que su alma fantástica que no teme en coquetear con las bases narrativas y estéticas del cine negro tuvieron gran culpa de ello.
De este modo, la diversión sin concesiones ni frenos que brindaba la primera 'Animales fantásticos', queda sepultada en este caso por el exceso de exposición; articulado a través de un considerable número de secuencias en las que protagonistas y secundarios explican a viva voz los entresijos de una trama que da demasiados tumbos y requiebros mientras evita a toda costa atajar hacia sus obvias revelaciones.
Por suerte, estas flaquezas —más propias de una primera parte y no de una continuación— quedan maquilladas por la esporádica aparición de muchas de las virtudes que atesoraba su predecesora, como la desbordante química entre sus personajes, una atmósfera envidiable que huye de Nueva York para sumergirnos en la París de los años 20, y unas espectaculares secuencias de acción, ejecutadas con maestría, que harán las delicias de fieles y neófitos.
'Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald' es un largometraje esclavo de la franquicia a la que pertenece. Una secuela que, pese a resultar satisfactoria como pieza individual, ve lastrada gran parte de su potencial en un viaje cargado de palabrería que se antoja incompleto e inconcluso pero cuya magia aún así, merece la pena experimentar.
Via:espinof
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