'El rey león': por qué lo llaman remake en acción real cuando parece un calco de animación CGI (y no hay problema)
Ayer por la noche, la todopoderosa Disney puso patas arriba la red de redes necesitando poco más de un minuto y medio para desatar pasiones y odios, sembrar dudas, y polarizar las opiniones del respetable. Todo ello gracias a —o por culpa de— un primer avance de la nueva versión de 'El rey león' que el estudio está preparando junto al realizador Jon Favreau.
Para un servidor, férreo detractor de las versiones live action de clásicos Disney que tanta rentabilidad están dando a la casa del ratón Mickey durante los últimos años —a excepción de una notable 'El libro de la selva' dirigida curiosamente por el propio Favreau—, los noventa segundos de teaser me han parecido una auténtica delicia a nivel técnico y han generado recuerdos y sensaciones que creía haber olvidado por completo.
Live action, animación y vacíos terminológicos
Una de las primeras reacciones que ha generado el tráiler de 'El rey león' —bastante comprensible, todo sea dicho— ha consistido en poner en entredicho la etiqueta de live action —que podría traducirse como acción real en nuestro idioma— que Disney Studios le ha adjudicado a su nueva y flamante producción.Juzgando única y exclusivamente por el material oficial que ha podido verse hasta el momento —y esto es algo que debe mantenerse presente a lo largo de este texto—, es cierto que más que una película de "acción real" podríamos hablar de una cinta de "animación realista" en la que un espectacular CGI invade la pantalla recreando personajes y escenarios con una belleza deslumbrante.
Este concepto de la "animación realista" da pie a teorizar —e incluso divagar— sobre los límites que separan la animación de la acción real hasta llegar a un punto en el que se evidencia una falta de términos en nuestro diccionario para abarcar todos los conceptos posibles. ¿Es, por ejemplo, 'A Scanner Darkly' —o cualquier otro título que haga uso del rotoscopado— un filme de animación o pertenece a alguna otra categoría intermedia que no sabríamos definir?
De ser esto así, la cuestión, bajo mi punto de vista, no pasaría por intentar discernir si la nueva historia de Simba pertenece o no al campo de la animación, sino por qué esto debería importar. De cara al patio de butacas debería ser algo completamente intrascendente; pero de cara a las grandes compañías, alardear de la etiqueta de live action parece darles un —innecesario— extra de validez o prestigio que les permite mirar de tú a tú al resto de cintas no animadas.
Algo que volvería a demostrar una vez más la tendencia a infravalorar a un mal llamado género que tan sólo en contadas ocasiones ha sido admitido para competir en la categoría principal en las grandes citas de las temporadas de premios año tras año.
Remakes, fotocopias y puntos de vista
No es de extrañar que esto le haya jugado a la contra y haya levantado las suspicacias de muchos detractores sistemáticos de los remakes que no han tardado en tildar este último proyecto de Favreau de "copia innecesaria", temiendo un calco plano a plano de la versión 2D conocida por todos.
Es de rigor recordar que, salvo en casos excepcionales como pueden ser la segunda 'Funny Games' de Michael Haneke o la aproximación a 'Psicosis' de Gus Van Sant, ambas fotocopias deliberadas de sus referentes, un remake no debe —ni suele— ser tal cosa, sino una nueva visión que un realizador aporta sobre un material ajeno cuya temática, personajes o historia le suscitan especial interés.
Para acabar de convertirlo en un terreno más pantanoso y urticante si cabe, hablar de remakes implica a hacerlo de una nostalgia que impide a quienes disfrutaron de los originales en su momento aceptar que un nuevo tratamiento sobre un largo existente es posible, y no necesariamente inferior —ni superior— al material en el que se basa; tan sólo diferente y creado tanto para neófitos como para veteranos que quieren recorrer de nuevo lugares conocidos desde otra perspectiva.
Por lo que a mi respecta, estoy contando los días que quedan hasta el 19 de julio de 2019 para ver qué tiene que ofrecerle Jon Favreau al crío de siete años, ahora con treinta primaveras a las espaldas, que alucinó en su momento con la obra de Minkoff y Allers y que, probablemente, volverá a hacerlo 25 años después de un modo muy diferente. Tanto en forma, como en fondo.
Via:espinof
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