En medio de una fina lluvia que no cesa y la horda de periodistas zombis que mantienen ese elemento de género que nos está afectando a todos tras varios días devorando películas, marcha la sección oficial entre estrellas y protestas.
Quentin Tarantino y Albert Serra, ambos presentando película en esta edición, desfilaban como invitados en una de las mejores películas del día, la del cineasta Diao Yinan.
Un momento emocionante en medio del glamour de lentejuelas, en presencia de un Thierry Fremaux entre solemne y algo incómodo. La nota discordante viene a cargo del realizador Corneliu Porumboiu, que con 'La Gomera' firma el pinchazo de rigor de casi toda sección oficial.
'The Wild Goose Lake', de Diao Yinan
Diao Yinan regresa a la Croisette tras el éxito de 'Night Train', presentada en Un certain regard en 2007, aunque en esta ocasión ascendido a la categoría reina. Un salto que parece dejarse ver tanto en ambición como en presupuesto, no en vano está respaldada no sólo por grandes distribuidoras internacionales como Memento, sino también por la mismísima Francia en forma de coproducción.
Envuelta en una atmósfera absolutamente sensorial, donde el sonido juega un papel destacado en la búsqueda de esas sensaciones que la diferencian del cine más occidental, 'The Black Goose Lake' deja momentos memorables, como una secuencia musical, heredera del mejor cine asiático contemporáneo.
'La Gomera', de Corneliu Porumboiu
Toda sección competitiva pincha en un momento u otro con alguna selección que se siente fuera de lugar. Por desgracia, en la sección oficial este año la nota discordante la pone Corneliu Porumboiu con un film tan descafeinado como vergonzoso. Una pena, viniendo del director de '12:08 East of Bucharest', que a juzgar por su carrera, prometía una dosis de humor refinado de tintes sociopolíticos y finalmente entrega una supuesta comedia trasnochada y a estas alturas quizá inadecuada.
Esta historia policíaca internacional, a medio camino entre Bucharest
y la Canarias, pincha fuera de la Rumanía natal en la que brillaban sus
mejores trabajos, convertida en una suerte de Frankentein inverosímil y rancio. Con un guión flojo donde prevalece el tratamiento de la mujer como objeto de deseo,
de una forma tan vulgar como dolorosa, y la construcción de unos
personajes tan planos como estereotipados, la película resulta
absolutamente innecesaria.
Programada incluso en el mejor espacio del sábado noche, uno se pregunta qué la ha hecho colarse en la sección oficial, si el apoyo de grandes contratos de distribución en Francia, la coproducción de una de las directoras del momento, Maren Ade ('Toni Erdmann', 2016), o la posibilidad de rellenar la cuota de cine del Este, para recordar que este festival un día apostó por la cinematografía rumana como la cara del cine europeo emergente. En cualquier caso, una decisión como poco cuestionable.
Via;espinof
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