'Godzilla: Rey de los monstruos': sobredosis de destrucción que lo apuesta todo al espectáculo de sus monstruos
‘Godzilla: Rey de los monstruos’ llega este viernes a los cines españoles con tres semanas de retraso respecto a su estreno en Estados Unidos. Allí no ha funcionado tan bien en taquilla como se esperaba de ella, dejando en duda la continuidad del Monsterverse con el que Warner pretendía emular una vez más a Marvel.
La película parece una respuesta directa a aquellos que se quejaron de que el monstruo no aparecía lo suficiente en ‘Godzilla’, una notable superproducción que se centraba más en ver los efectos que provocaba el resurgir de la bestia en la población que en su lado más devastador. Aquí eso cambia y se apuesta por una sobredosis de destrucción que arrasa con todo a su paso. El resultado es inferior a su predecesora -y también a ‘Kong: La isla calavera’- pero como pasatiempo tiene sus virtudes.
Un enfoque claro
Aquí prima un tono dramático, marcado desde el
inicio por el potente prólogo que marca las motivaciones de la familia
protagonista. A partir de ahí la película da un pequeño paso atrás en
términos de intensidad para luego ir creciendo sin control hasta que
todo se convierte en casi un videojuego con criaturas gigantes dándose
de leches y destrozando todo a su paso.
Luego a la hora de la verdad son muy pocas las que tienen una relevancia real en el devenir de los acontecimientos, pero aporta cierta variedad para que uno no se canse de ver a los mismos monstruos enfrentándose una y otra vez hasta que todo se zanja de forma definitiva. Además, todas son impresionantes visualmente y abordando la película desde una perspectiva más sencilla es fácil dejarse llevar por el derroche de efectos visuales.
Unas limitaciones aún más claras
Una decisión que en sí misma no es negativa, pero que ayuda a dejar más al descubierto las limitaciones del guion firmado por Dougherty y Zach Shields. Algo me dice que no gozaron de la libertad adecuada para explorar la historia, ya que cuesta asumir que de su mente salgan diálogos tan planos, como si fueran fruto de la plantilla resultante del acuerdo de un comité. Eso daña la película, pero no de forma irreparable.
Lo que sí provoca de forma innegable es una inestabilidad dramática, bajando el interés cuando la historia tiene que centrarse de forma inevitable en ellos y además restando empaque a las grandes catarsis emocionales de la película. Momentos con una fuerza innegable que no consiguen el impacto deseado por todo el lastre que la película había ido acumulando con anterioridad.
En definitiva, ‘Godzilla: Rey de los monstruos’ funciona como entretenimiento al que no pedirle más que ver a monstruos arrasando con todo. El resto no pasa de prescindible en el mejor de los casos, pero hay tantísimo momento de combate entre criaturas o sembrando el caos que personalmente sí me ha merecido la pena.
Via:espinof
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