Da la impresión, a falta de cifras oficiales y de un anuncio más o menos firme y definitivo sobre su destino, que DC Universe no está teniendo suerte. Y es una pena: 'Titanes' es una potente serie superheroica a medio camino entre la solemnidad de productos como 'Gotham' y la verbena de las adaptaciones de The CW; la calidad de 'Young Justice' está fuera de toda duda; 'Doom Patrol' es la sorpresa de la temporada, una serie superheroica distinta y demoledora; y de 'Swamp Thing', una dignísima mezcla de procedural y terror clásico, con solo dos episodios en emisión, ya se ha anunciado que le espera un destino negro.
Es casi imposible que cuando echemos la vista atrás y hagamos resumen de esta primera -y única- temporada nos encontremos un producto equilibrado. Su desarrollo se ha encontrado con demasiados tropiezos: por una parte, los trece episodios originales se han reducido a diez por cuestiones presupuestarias, con lo que eso implica en términos de recortes y ajustes de las tramas a dos horas menos. Por otra parte, 'Swamp Thing' no se concibió como una miniserie, así que acabará estando, muy posiblemente, en esa tierra de nadie de los productos fallidos que dejan tramas medio abiertas por si las moscas, pero que así se van a quedar: eternamente inconclusas.
Y la situación es doblemente lamentable cuando queda claro, con solo dos episodios, que 'Swamp Thing' tiene ideas que la distancian de las ficciones televisivas superheroicas al uso, e incluso de las producciones de terror de moda. 'Swamp Thing' sabe encontrar el equilibrio entre la narrativa despreocupada y sin excesivos dramatismos de los cómics con el siniestro tono de terror -tanto visual como psicológico- propio del personaje. Y lo adereza con un elemento nuevo, pero que se desliza con naturalidad en el argumento de esta primera temporada: una trama propia de procedural, como un 'CSI' en el pantano (algo sobre lo que bromea la propia serie al comparar a sus héroes con Colombo o Jessica Fletcher).
'Swamp Thing': Un caso empantanado
'Swamp Thing' arranca como una historia de venganza sobrenatural (un código en el que el personaje se embutía en sus orígenes, antes de la llegada de Alan Moore): Alec Holland (inquietante Andy Bean, que roba tics al joven Jeffrey Combs de 'Re-Animator') es un científico que investiga un extraño comportamiento de las plantas en el pantano en Marais (Louisiana). Mientras, la doctora especializada en enfermedades infecciosas Abigail Arcane (Crystal Reed) indaga acerca de un extraño virus que podría estar relacionado con el pantano. Pero Holland está descubriendo cosas que la mafia local quiere mantener ocultas y es asesinado: pronto será parte del pantano y renacerá convertido en un ser muy distinto.En los dos primeros episodios, la acción avanza reposada pero a buen ritmo: los personajes son presentados con diálogos certeros y que esquivan con fortuna el retrato perezoso. Holland y Arcane experimentan una atracción que no cuaja porque él es asesinado, pero el espectador entiende fácilmente, gracias a las estupendas interpretaciones de Bean y Reed, el lazo que une a los dos personajes, en un tramo inicial que podía haber caído en el tópico. También están bien trazados los villanos, el inevitable pasado traumático de Arcane y su relación con la madre de una amiga del pasado (también estupenda Virginia Madsen).
El empleo de efectos especiales prácticos y un CGI controlado y que refuerza la atmósfera opresiva y mohosa de la serie en vez de sacarle brillo redondea una propuesta estimulante y distinta. Es cierto, cae en determinadas convenciones (horrible y obvia banda sonora, algún susto barato), pero dado el panorama de género en televisión, son detalles sin importancia. Ahora ya sabemos que no hay esperanza de futuro para la Cosa del Pantano, pero al menos podemos disfrutar de ocho episodios que, si siguen a la altura de estos dos primeros, pueden quedar entre el mejor terror católico del año.
Via:espinof
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