'Érase una vez... en Hollywood': vuelve el Tarantino más lúdico con un gran homenaje a los géneros populares
Hay en la novena película dirigida por Quentin Tarantino un instante que puede pasar desapercibido o incluso ser confundido con un guiño sarcástico, aunque bajo él palpite el auténtico corazón de su película. Se trata del momento en el que uno de los personajes encuentra un reflejo de la deriva que ha tomado su vida y su carrera en el manido y convencional -pero apasionado- argumento de una novela barata del Oeste.
Hay, sin duda, secuencias más impactantes en 'Érase una vez... en Hollywood', pero aquí se transparenta uno de los muchos mensajes que Tarantino quiere lanzarnos, uno que desde luego ha ido revisitando con su cine prácticamente desde los tiempos de 'Pulp Fiction': que en los géneros populares (el cine de serie B y explotación, los tebeos infames, la literatura barata, la música de baja estofa) es donde se cuentan las auténticas verdades. Y no, desde luego, en la alfombra roja de Cannes, donde la película fue recibida con previsible frialdad.
De ese modo, vemos secuencias de las películas del Oeste que rueda nuestro protagonista, el actor Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) entremezcladas con las secuencias del rodaje, la preparación, los ensayos y las bambalinas de esas mismas producciones. En ellas anda también mezclado Cliff Booth (Brad Pitt), doble de acción del actor y, posiblemente, su único amigo. Por un dudoso hecho en su pasado, el especialista no pasa por su mejor momento y hace de asistente y chico para todo de Dalton, que tras haber acabado el rodaje de una serie, se ve ante la disyuntiva de tener que trabajar para la boyante industria del spaghetti-western.
Ahí no acaba la telaraña de referencias: Roman Polanski y su mujer
embarazada, Sharon Tate (Margot Robbie), son vecinos de Dalton. Y la casualidad quiere que el camino de Booth se cruce con el de la Familia, la secta comandada por Charles Manson,
cuyo destino no desvelaremos por si algún despistado no conoce aún cómo
el gurú sociópata acabó con el sueño hippie en 1969. Año en el que se
desarrolla la película, por cierto.
'Érase una vez... en Hollywood': un cuento de hadas soleado y nostálgico
Posiblemente muchos espectadores se dejen engañar por el tono festivo de una película que entronca con 'Death Proof' en lo estético (esos paseos en enormes coches americanos por avenidas medio desiertas y bajo un sol de justicia) y también en el ambiente vitalista, algo banal, y sus reverencias a la cultura pop. Después de dos películas de considerable gravedad, como 'Los odiosos ocho' y 'Django desencadenado', es fácil confundir la despreocupación superficial de 'Érase una vez... en Hollywood' con la de una película a medio cocer. Nada más lejos de la realidad.Tarantino pone en pie así un juego de espejos en algunos puntos aún más sofisticado que el de 'Malditos bastardos', y alcanza un equilibrio único entre su disección de un Hollywood que es casi un estado mental (ese drive-in cerca de donde vive Booth y desde donde se oye la sintonía de los anuncios de trailers que popularizó 'Grindhouse'), sus propios rasgos de autor (con escenas estiradas hasta el paroxismo, como el rodaje del western o la conversación de Booth con su perro) y los sinceros homenajes con sentido y sensibilidad (de Bruce Lee a Bruce Dern). Una auténtica fiesta, pero también una reflexión sobre el legado de la cultura pop. Puro Tarantino.
Via:espinof
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