Venecia 2019: ‘El oficial y el espía’. Polanski evoca la polémica de su propia historia en un thriller tan eficaz como convencional

Venecia 2019: ‘El oficial y el espía’. Polanski evoca la polémica de su propia historia en un thriller tan eficaz como convencional
Acudes a la gala de presentación o no. Entras o no entras al pase de prensa. Te sumarás a los previsibles aplausos o a los abucheos. No importa demasiado cuál sea tu elección porque la proyección de 'El oficial y el espía' ('J’accusse'), su presencia en la competición oficial, está obligando a todo el aparato de la industria del cine presente en Venecia a lo mismo: posicionarse políticamente acerca de la conveniencia de seguir dando espacio al cineasta que mantiene pendiente un juicio por violación desde hace 40 años.

Sacar el tema no es un capricho de la prensa, siempre deseosa de crear narrativas y polémicas para vender sus piezas. Es el propio dossier promocional de la obra el que habla de ello cuando podría perfectamente no hacerlo.

Un Polanski creativamente agotado

Su entrevistador, Pascal Bruckner (y cuya novela 'Lunas de hiel' acabó siendo adaptada por El que no debe ser nombrado) pregunta: “¿sobrevivirás al actual macartismo neofeminista que, además de intentar evitar la proyección de tus películas, entre otras vejaciones, consiguió que te expulsaran de la Academia de los Oscar?”. A lo que se le responde: “debo admitir que me resultan familiares muchos de los métodos del aparato de persecución mostrado en el film, algo que claramente me ha inspirado”.

Sólo para dejarlo claro, la persecución a la que alude Polanski, sobre la que gira enteramente su película, es el caso Dreyfus, uno de los episodios más infames de la historia de Francia, ejemplo de los primitivos linchamientos populares de la sociedad de masas y también un hito de las cloacas del Estado y los peligros de ese aparato que vive para autoperpetuarse en el poder llamado ejército.
En 1894 se acusó de alta traición a un judío injustamente, con pruebas fabricadas, y buena parte del pueblo aplaudió la decisión feliz de haber encontrado a su chivo expiatorio, los sucios usureros. Un terreno allanado para denunciar el auge de los populismos y del resurgir de la violencia xenofóbica. Y aunque su director confirma esta mirada preocupada por el actual antisemitismo, también elige ligar el discurso de la película con su propia historia.
Roman Polanski Rape Allegations Interview
En su ficción, él es también una víctima. Dreyfus, quien vivió encarcelado durante cinco años en una remota isla, sin ningún estímulo externo, esposado a su cama durante las noches, es también Polanski, el aclamado director de 86 años que sufrió una caza mediática por el asesinato de su esposa y al que se llegó a culpar de la muerte de la misma, sí, pero también un prófugo de la justicia acusado por cinco mujeres de haber abusado sexualmente de ellas que sigue viviendo cómodamente en Europa y que, pese a esa persecución feminista, sigue recibiendo millones de dólares y la oportunidad de filmar con grandes estrellas compitiendo en los certámenes más prestigiosos del mundo.

Bien, ¿y todo este revuelo para qué? Viendo los resultados, la decisión es aún más injustificable. Las dos horas de 'El oficial y el espía' se pueden suplir sin ningún problema con una lectura de la entrada extendida de la Wikipedia de los acontecimientos históricos recreados. Suena frívolo esto, pero es una respuesta sincera.

Los 25 millones de dólares del proyecto, una de las películas más caras de la cosecha francesa, han garantizado unos espectaculares valores de producción para un filme actuado, montado y dirigido como la más convencional de las películas de sobremesa. Nadie ni nada está fuera de lugar, el caso Dreyfus en sí es muy nutritivo cinematográficamente hablando, ya que sus hechos componen un thriller legal perfecto, pero como producto está obsoleto.


En caso de extrema necesidad de alguna obra así, mejor acudir a cualquiera de las últimas de Spielberg. Aquí la pantalla nos devuelve el reflejo de un director creativamente agotado o desinteresado. Una cosa muy triste. De la que no deberíamos estar hablando.

Via:espinof

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