‘The Gentlemen: Los señores de la mafia’ trae de vuelta al mejor Guy Ritchie en un electrizante ejercicio de estilo
uele decirse que, a estas alturas de la historia de la humanidad, todas las historias que puedan concebirse, al menos en sus aspectos más básicos, ya han sido contadas con anterioridad. Es por eso que, a día de hoy —y esto cada vez tiene más peso—, a la hora de narrar en imágenes cualquier tipo de relato, independientemente de su género y contenido, es casi más importante el cómo, que el qué.
Salvo en honrosas excepciones, la forma, para bien o para mal, tiende a eclipsar al fondo, y no cabe duda de que Guy Ritchie es plenamente consciente de esto. Haciendo un breve repaso a través de la filmografía del británico, no se tarda en comprobar que su marca personal, única y difícilmente imitable, se ha impuesto en casi todas sus producciones, haciéndolas destacar y elevando unos libretos que no siempre han tenido una calidad y frescor óptimos.
Con 'The Gentlemen: Los señores de la mafia', el de Hatfield ha recuperado plenamente esa esencia que le abrió un hueco en las filmotecas de buena parte del colectivo cinéfilo hace ya veintidós años y que se ha ido diluyendo progresivamente mientras la industria norteamericana le fagocitaba. Ritchie ha vuelto a su zona de confort, y lo ha hecho más libre y autoconsciente que nunca con un nuevo thriller criminal marca de la casa para enmarcar.
Una cuestión de estilo
Decía Tyler Durden en 'El club de la lucha' que una vez se toca fondo, sólo se puede mejorar; unas sabias palabras que Ritchie toma al pie de la letra para resurgir de sus cenizas regresando a esos derroteros que le hicieron grande. A esa Londres de los bajos fondos, macarra, corrupta, violenta y tóxica que tantas alegrías nos dio en 'Lock & Stock', 'Snatch' y 'RocknRolla'; a esos lugares formales y narrativos que, pese a comunes, no podrían ser más estimulantes.
Pero, como comentábamos al principio de este texto, a veces lo importante es el cómo se cuenta algo y no el qué se está contando. Es en este punto cuando Guy Ritchie saca la artillería pesada y transforma su arquetípico relato en un ejercicio de estilo electrizante, enriquecido por un poderío audiovisual envidiable —soberbio el montaje de James Herbert— y por unos delicioso juegos metaficcionales que no dejan de ser una excusa perfecta para cachondearse de sí mismo.
Todos aquellos que echaban de menos a Guy Ritchie están de enhorabuena, porque 'The Gentlemen: Los señores de la mafia' recoge todos y cada uno de los tics y mecanismos que proyectaron su carrera, refinados con el paso del tiempo, y los pone al servicio del entretenimiento de calidad más cafre y desvergonzado que haya podido disfrutarse en una larga temporada.
Via:espinof
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