‘The Office’ se
ha ido convirtiendo con el tiempo en una de las comedias televisivas más
populares de todos los tiempos. Esto llegó hasta el punto de
convertirse en la serie
más vista en Netflix
cuando estaba disponible en su catálogo. Peacock acabó haciéndose con
ella, pero en Netflix ya habían tomado buena nota de su éxito al
conseguir reunir de nuevo a
Greg Daniels, creador de la serie, y
Steve Carell, el inolvidable Michael Scott, en
‘Space Force’.
Será este próximo viernes 29 de mayo cuando la primera temporada de
‘Space Force’ llegue a Netflix, pero yo ya he tenido la ocasión de ver
sus cuatro primeros episodios y
he quedado tan satisfecho con la experiencia que estoy deseando ver los seis restantes.
Es cierto que no es tan hilarante como lo era ‘The Office’ en sus
mejores años, pero a las comedias les suele costar un poco encontrar el
tono y en este caso lo consigue con gran rapidez.
Creando un universo propio
La base de la serie es la creación de una sexta rama de las fuerzas
armas de Estados Unidos dedicada al espacio, algo que también sucedió en
la realidad hace bien poco. Sin embargo, aquí lo que interesa no es ese
posible componente visionario, sino la posibilidad de indagar una vez
en las relaciones que establecen dentro de un entorno laboral,
saltándose además ese primer contacto para entrar de lleno en una etapa
en la que
la propia credibilidad de esta Fuerza Espacial está en tela de juicio.
Por ello, el episodio piloto se lo toma con calma, yéndose por encima
de la media hora de duración habitual, pues tiene tanto que presentar
la situación a la que ha de hacer frente el protagonista interpretado
por Carell como todo lo que rodea luego a su liderazgo cuando todo
podría irse al traste si un lanzamiento no sale como la seda. Esto lleva
a que el primer episodio sea algo más ligero en lo cómico,
concediéndose pequeños desvíos, pero
centrándose sobre todo en presentar a los personajes y las situaciones a las que se enfrentan.
Es en el segundo capítulo cuando la serie muestra todas sus
posibilidades, ofreciendo un espectáculo tronchante que incide en el
distanciamiento en la forma de abordar los problemas por parte de Carell
y del científico encarnado por
John Malkovich. Se
juega entonces con esa épica de los héroes americanos para llevarlo al
absurdo, provocando infinidad de carcajadas en el espectador tanto por
lo que sucede como por las meras reacciones de los personajes.
Ese segundo episodio es casi redondo, que vuelve a
demostrar que la serie no confía tanto en el punch momentáneo como en
explorar las posibilidades cómicas de una trama hasta sus últimas
consecuencias. Lo que sorprende es que luego la serie vuelva a
relajarse, confiando más en las interacciones entre los personajes que
en la búsqueda directa de las risas.
Una cuestión de tono
Es como si Daniels supiera que uno de los aspectos esenciales para
que el espectador conecte con la serie es que uno le pueda coger cariño a
sus personajes. Eso no quita para que aproveche el ridículo de ciertos
momentos como cuando el protagonista ha de reunirse con los líderes de
las otras ramas del ejército, pero incluso esto sirve para recalcar las
particularidades de los integrantes de la Fuerza Espacial, donde incluso
hay espacio para un más que probable espía ruso,
algo que Daniels en ningún momento esconde.
Una de las consecuencias de ello es que se aborden otras tramas con
algo más de fondo dramático, sin querer llevarlo nunca realmente más
allá, pero sí para que comprendamos mejor las motivaciones de los
personajes principales. Esto por ahora no aplica a todos ellos -
Ben Schwartz, al que muchos recordaréis por su descacharrante Jean-Ralphio en
‘Parks and Recreation’,
sigue siendo en todo momento un alivio cómico-, pero sí se nota una
preocupación por construir bien los cimientos antes de que la serie
despegue por completo.
Es cierto que la serie está
cocreada por Daniels y Carell,
pero no me cabe duda de que la principal fuerza creativa detrás de ella
es el primero, quien incluso se permite el lujo de usar a Malkovich
como voz de la razón en lugar de explorar su vis cómica -lo más parecido
es su reacción cuando ha de volver a coger su identificación tras serle
impedido el paso-. Tengo claro que lo que está haciendo es sentar las
bases de su relación con el protagonista y que ya le llegará la hora de
soltarse, pero es una apuesta curiosa que podría haberse vuelto
fácilmente en su contra.
Por lo demás, es cierto que alguna trama interesa menos, pero sin
llegar a convertirse nunca en una molestia. Pienso sobre todo en su vida
personal, donde la que deja con ganas de más es
Lisa Kudrow,
quien tiene una presencia reducida hasta ahora, pero vuelvo a la mismo,
la serie tiene claro que ha de entender quién es realmente Mark Naird y
lo está haciendo bastante bien. Daniels
ya erró el tiro con Michael Scott
en los primeros episodios de ‘The Office’ y aquí se está manejando
muchísimo mejor que sea un personaje que podría caer muy mal
perfectamente.
El tono es esencial en una serie y ‘Space Force’ ha
decidido sacrificar ligeramente el punch humorístico para ofrecernos una
comedia que sabe muy bien cómo abrazar el absurdo cuando la ocasión lo
requiere, pero tampoco quiere hacer tal hincapié en ello que todo se
desmorone. Primero toca creernos la relación entre todos ellos y por ahí
no hay ninguna pega que ponerle.
En resumidas cuentas
‘Space Force’ presenta muy bien a los personajes y las situaciones a
las que han de hacer frente en esta nueva serie de Netflix. Es verdad
que la guinda hubiese sido reírme con todos los capítulos tantos como
con el segundo, pero estamos ante una obra entretenida en todo momento
gente al frente, tanto detrás como delante de las cámaras, que sabe lo
que se hace.
Muy recomendable y con un gran margen para seguir creciendo.
Via:espinof
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