Cuando el cine zombie parecía que no daba para más, nos encontramos con que ‘The Walking Dead’ estrenará un nuevo spin-off, ‘Train to Busan’ (2016) prueba con nueva secuela multimillonaria y la novela póstuma de George Romero se publica este mismo mes. En este panorama no desentona pues, una nueva propuesta de comedia zombie como ‘Little Monsters’, que se desmarca de otros productos por combinar el género con… niños de preescolar.
Esa mezcla imposible marca también la diferencia frente a la proliferación de comedias como ‘Zombieland: mata y remata’ (Zombieland: Double Tap, 2019) —bastante inferior a la presente pese a los más de 40 millones de diferencia— pero certifica que los muertos vivientes aún dejan cierto margen de juego y que, después de todo, ‘The Living Dead’, la novela que finaliza la saga del padre de todo esto, no llega en un momento especialmente desincronizado con la oferta actual de la ficción.
Comedia romántica envenenada
Y es que la obra de Romero está bastante aferrada a la cultura popular y también sigue siendo el formato perfecto para combinar el humor y el terror. En este caso, va por otro camino al de la clásica revisión de ‘Zombies Party’ (Shaun of the Dead, 2004) —aunque su protagonista masculino sigue el itinerario de aquel personaje al dedillo— con un tono más amable y menos referencial y un humor que basa sus gags en el contraste de la ingenuidad infantil con los exabruptos gore.
No hay mucha diferencia en planteamiento con una comedia romántica al uso. Dave (Josh Gad) es un músico con un talento cuestionable que, pese a su perseverancia, no pudo triunfar cuando le tocaba, con lo que está un poco encajonado en una condición irrevocable de músico fracasado. En medio de la desesperación se ve obligado a quedarse en casa de su hermana y se compromete a acompañar a su sobrino a una excursión en un jardín infancia.
Un musical feel good lleno de casquería
‘Little Monsters’ podría ser el primer musical "feel good zombie movie" de la historia —si obviamos la fallida ‘Anna and the Apocalypse’ (2017), que más que transmitir buen rollo acababa siendo deprimente— aunque no sea estrictamente una película que pudiera entrar dentro de ese género por su estructura, las canciones están presentes todo el rato, puesto que es el método didáctico de la profesora, que canta a sus alumnos con un ukelele.
Una de las más queridas por los niños es una suave versión de ‘Shake It Off’, de Taylor Swift que Lupita convierte en un himno a las buenas vibraciones y resulta clave en el tono desprejuiciado y contagioso del film y su forma de tratar el humor, entre la ternura y el salpicón de sangre, un tono que parece imposible pero que, por algún motivo funciona, y que, más allá del posible cinismo en la actitud de los espectadores, invita a entrar y disfrutar de la propuesta.
También funciona su humor irreverente, su salvaje splatterstick y su candidatura a ser el encantador remake de ‘La vida es bella’ (La vita è bella, 1997) en clave apocalipsis romeriana. Probablemente, ‘Little Monsters’ sería mucho más olvidable si el film realizado por Abe Forsythe no fuera una vehículo para que Lupita Nyong'o se reivindique como una actriz de otro mundo.
Via:espinof
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