Presentada en el Festival de Cine de Venecia dentro de la sección Giornate degli Autori, nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera y ganadora del premio de la crítica en el BCN Film Fest, 'Corpus Christi', inspirada en un hecho ocurrido en Polonia, destaca por la original forma en que cuestiona la verdadera naturaleza de la fe cristiana.
El dulce porvenir
La tercera película del joven cineasta polaco Jan Komasa (la cuarta, 'Hater', ya la tienes en Netflix) es una fantástica prueba de fe en sí misma. Principalmente a la hora de abordar otra historia sobre párrocos alienados o fuera de lo común. Y es que llevamos unos cuantos años con personajes fabulosos en películas extraordinarias dentro de ese estilo. 'Calvary', 'El club', 'El reverendo' (First Reformed) o esta 'Corpus Christi' están dejando divino el listón dramático del clero.
Daniel, el protagonista de esta historia, no es un sacerdote convencional. De hecho, ni siquiera es sacerdote. Impávido ante el clima de violencia del reformatorio donde cumple condena, el joven ha desarrollado una pasión incontrolable hacia la iglesia. Ha escuchado "la llamada". La historia, escrita por otro joven talento poláco, Mateusz Pacewicz, vive cómoda en el límite entre lo real y lo ficticio una vez que el joven decide desaparecer y hacerse pasar por cura en un pueblo perdido, precisamente, de la mano de dios.
La llegada del joven (falso) cura a este pueblo sin esperanza pondrá patas arriba su realidad y la de los vecinos, tristes, muertos en vida azotados por la desgracia, arengando a los fieles de una manera totalmente inconformista y donde la compasión y la humanidad pesan más que los ritos más sagrados. Una historia tradicional, mil veces contada, leída, escuchada, pero con un talento en la interpretación de Bartosz Bielenia que resulta totalmente irresistible.
El cura que sabía demasiado
Komasa opta por una puesta en escena precisa, sin estridencias. El carisma de su protagonista, casi residente en 'Trainspotting', es el mayor atractivo de la película y transmite de sobra el mensaje de la ambigüedad de la fe. Violencia y empatía, odio y compasión. Su habilidad para paliar el trauma colectivo del pueblo es pura piedad. Hay culpa y hay castigo, pero en realidad 'Corpus Christi' va sobrada de redención.
La película golpea donde más duele de la forma menos delicada posible. De hecho, superado el ecuador, nos recuerda que esto no es la historia de un pez fuera del agua, ni de un ángel caído del cielo. Esto es una historia sobre rabia y enfrentamiento infinito que se refugia en una fachada de perdón, aunque nadie nunca vaya a poner la otra mejilla. Y ahí remata la faena la historia, durante su desenlace.
Nadie como Daniel para poner la otra mejilla. La suya o la de quien pretenda perturbar su paz espiritual. Al final 'Corpus Christi', a través de sus constantes planteamientos sobre la fe y el catolicismo es algo tan simple como otra historia de violencia, tanto contenida como desatada, exactamente como han sido siempre las historias sobre religión. La película polaca es una de las más apasionantes de una temporada donde ir a los cines es, más que nunca, una cuestión de fe.
Via:espinof
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