La ceremonia intentó ser en todo momento distendida pese a la gravedad de la situación actual y las justas reclamaciones del sector.
Los premios a mejores protagonistas femenina y masculino por ‘La boda de Rosa’ y ‘No matarás’ fueron para Candela Peña y Mario Casas.
Presencial, pero con todas las medidas de seguridad. Daba gusto ver la platea medio llena del Auditori del Fòrum barcelonés, en estos tiempos de confinamiento, para asistir ayer por la tarde, en hora adecuada al toque de queda –o en horario infantil, como dijo Andreu Buenafuente en su monólogo a la mitad de la gala–, a la entrega de los Premis Gaudí en su edición número 13.
Una edición sin demasiadas sorpresas: ‘Las niñas’ ganó como mejor película no hablada en catalán –además de los Gaudí a la mejor dirección fotografía y sonido, de nuevo la gran triunfadora– y ‘La vampira de Barcelona’ obtuvo el premio al mejor filme en catalán junto a la dirección artística (para el también realizador Lluís Danés), maquillaje y peluquería, vestuario y efectos especiales. Uno de sus productores, Raimon Masllorens, se mostró agradecido, pero también crítico con la situación, recordando que ‘La vampira de Barcelona’ no ha competido fuera de Catalunya. Y eso también es preocupante para una industria en alerta roja.
Gags visuales
Tras un gag grabado, largo y discutible, en el que Isona Passola, presidenta de la Academia del Cinema Català, decía buscar directores ‘mainstream’ catalanes para salvar el cine patrio y el actor Enric Auquer contactaba por móvil con una foto fija de Steven Spielberg, quien aseguraba gustarle mucho ‘Pa negre’ y el cine catalán en general, la ceremonia arrancó con otro gag visual en el que un supuesto Josep Maria Mainat, el teórico presentador de la ceremonia, caía redondo en el escenario al recibir el impacto de una silla.
Hubo unos cuantos chistes más, en una ceremonia que intentó ser en todo momento distendida pese a la gravedad de la situación actual y las justas reclamaciones del sector, antes de que, ahora sí, se leyera el primer Gaudí, a la mejor actriz de reparto, que recayó en Verónica Echegui per ‘L’ofrena’; la actriz madrileña ya lo había recibido en la categoría de actriz principal por ‘Katmandú’ en 2012.
Mario Casas y Candela Peña
Según el espectáculo diseñado por Enric Cambray, de El Terrat, los premios fueron sucediéndose entre aliños musicales con una versión posmoderna de ‘Qualsevol nit pot sortir el sol’ a cargo de Rigoberta Bandini y una canción de Maria Arnal y Marcel Bages acompañando las fotografías de los fallecidos el pasado año; diálogos y monólogos irónicos sobre el número de mujeres que trabajan en el cine y el test de Bechdel; una conexión desde la sala Mozart de Calella –uno de los 13 cines centenarios que quedan en Catalunya– para dar el premio del público a ‘Les dues nits d’ahir’; los divertidos placeres culpables de Albert Serra y Candela Peña –a quien no le hizo mucha gracia que solo aparecieran películas interpretadas por ella–; la solidaridad con las alumnas del Institut del Teatre que sufrieron abusos sexuales y un homenaje de Buenafuente a Pepe Rubianes y Can Pistoles (el cine Capítol).
Los premios a Candela Peña y Mario Casas, mejores protagonistas femenina y masculino por ‘La boda de Rosa’ y ‘No matarás’, tampoco resultaron muy sorprendentes. Si lo fue, relativamente, que ‘My Mexican bretzel’ logrará, además del Gaudí al mejor documental, el de montaje (por primera vez un documental ha ganado en esta categoría, como ocurrió en los recientes Goya con ‘El año del descubrimiento’) y el de guion. Ante la ausencia de Alberto San Juan, mejor actor de reparto por ‘Sentimental’, subieron al escenario para recoger la estatuilla su compañero en el filme, Javier Cámara –que se hizo un entretenido lío con ‘no soc’, ‘no suc’, ‘cap’ y ‘cup’– y su amigo de alma, Willy Toledo.
El discurso de la actriz Carme Elías al recibir el Gaudí d’Honor fue muy sereno, cerrado con unas sentidas estrofas de Jacint Verdaguer sobre lo grande que es el corazón del hombre. En una buena idea autorreferencial, la sintonía previa al arranque del ‘Telenoticies vespre’ servía de aviso a quienes se alargaban demasiado en sus parlamentos, señal de que a las 21.00 en punto la gala habría terminado. Tras los últimos parlamentos volvimos al gag inicial entre Passola y Auquer con la sombra de Spielberg y ‘Jurasic park’, no sé si como divertimento o necesidad. Ese no será nunca el modelo para que una industria baqueteada como la del cine catalán se recupere, porque no hay dinero ni tradición ni logística. Acabaron en broma, aunque clamando a las instituciones más que nunca para que aporten su grano de arena en la solución del problema. Un final agridulce que no minimiza lo logrado por ‘Las niñas’, ‘La vampira de Barcelona’ o ‘My Mexican bretzel’.
Via:El periodico
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