Moviepass fue conocido en su momento como "el Netflix de los cines": un sistema de suscripción a salas de cine que llegó a decirse que aterrizaría en España en 2019, sin que su llegada se concretara en firme. No tenía nada de extraña esta expansión: el servicio, nacido en 2011, se había convertido en un fenómeno en Estados Unidos y aunque cada país tiene sus propios sistemas de distribución en salas, sus dueños buscaban nuevos mercados. Tras un anuncio de bancarrota y un periodo de reflexión post-pandemia, anuncia novedades y un relanzamiento.
El regreso de MoviePass. Hace unos días, Business Insider anunciaba que el servicio iba a ser relanzado en beta en el Día del Trabajo estadounidense, el primer lunes de septiembre (este año cae el 5). Los interesados pueden apuntarse en la web de MoviePass para recibir una invitación propia y 10 invitaciones para regalar. En declaraciones a Puck, el CEO de la compañía Stacy Spikes hablaba de 30.000 registros en los cinco primeros minutos de apertura de las suscripciones.
Los tres precios disponibles en esta nueva etapa son 10, 20 y 30 dólares al mes, y cada uno de ellos tendrá distintos beneficios. Esta fase beta no incluirá una de las opciones más atractivas de MoviePass original, la de una película diaria durante todo el mes. Los tickets se podrán comprar a través de la app del servicio o, una vez se tenga la famosa tarjeta, en cualquier taquilla de cines que acepten Mastercard, que ha llegado a un acuerdo con la compañía. ésta abandonará el branding rojo que tenía el servicio, y pasa a ser negra.
¿Y cómo funciona el nuevo plan? Con un sistema de créditos. Las películas tendrán un valor distinto según la demanda que haya: una película de Marvel ocupará casi todo ese crédito, mientras que estrenos más reducidos costarán menos. El valor de los créditos se fijará en acuerdos con las cadenas de cine, aunque de momento las tres grandes estadounidenses (AMC, Regal y Cinemark) no han llegado a ningún tipo de acuerdo con MoviePass.
Una carrera llena de altibajos. Hasta llegar a este punto, MoviePass ha pasado por una serie de subidas y bajadas en su trayectoria. En 2017 y 2018 parecía que la idea de un sistema de suscripción en este contexto (las entradas de cine como servicio, por usar otro término de la industria del entretenimiento) era imbatible, pero poco después la compañía se declaró en bancarrota.
El motivo es que en 2017 la plataforma fue adquirida por Helios and Matheson, una compañía de análisis de datos, y Spikes fue despedido por email, cargo al que ha acabado volviendo. La tarifa inicial de 30 dólares al mes pasó a ser de 10 dólares (poco más del precio tradicional de una sola entrada) con posibilidad de ver una película al día. Las cuentas jugaban en contra de MoviePass, que pagaba el precio completo de esas entradas a los cines. Las suscripciones pasaron de 20.000 a 100.000 en dos días, y a 3 millones en menos de un año. Cadenas de gran importancia en Estados Unidos como AMC y Regal dejaron de aceptar el servicio.
En el momento de mayor éxito de MoviePass, el 6% de todas las entradas del país se compraban con el servicio, y más aún en el caso de géneros como los documentales o el cine ajeno a los blockbusters, que el público se animaba a ver sabiendo que no tenía nada que perder. En una encuesta que cita Puck, la mitad de los suscriptores reconocían que iban a ver películas a las que normalmente no acudirían gracias a la "entrada libre" que proporcionaba MoviePass.
¿Tiene sentido el regreso de MoviePass? Como sabemos, el cine ha cambiado por completo en los años post-pandemia. La famosa y temida "nueva normalidad" en pocos escenarios ha calado tanto como en la industria del entretenimiento. Nos hemos acostumbrado a que las plataformas de streaming sean nuestra fuente primordial de suministro de cine y series, a sus ritmos (que marcamos nosotros -o eso creemos-) y a pagar un fijo por una cantidad inasumiblemente inalcanzable de contenido.
Es decir, MoviePass está en sintonía con la nueva forma de consumo audiovisual a la que nos hemos acostumbrado, pero choca con un gran muro, quizás el último gran muro de la exhibición tradicional: la estabilidad de las salas cuelga de un hilo y son poco amigas de experimentos. Mucho más cuando la mayoría de las cadenas tienen ya sus propios bonos y pases mensuales con libertad para escoger lo que se quiere ver.
Pero hay otro monstruo al que las salas se tienen que enfrentar: tienen la misión de revalorizar la experiencia cinematográfica, comunicar a los espectadores que vale la pena pagar un extra por ver una película especial en una sala especial. Un mensaje complejo en tiempos de atracones de series y películas cortadas todas por el mismo patrón a muy bajo coste. O dicho de otro modo: ¿desde la perspectiva de las salas, es MoviePass y su barra libre de entradas un aliado para los nuevos tiempos o el mismo perro con distinto collar?
Texto:JOHN TONES
Foto/Via:Xataka
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