Festival de San Sebastián 2022 | 'Los reyes del mundo', la ganadora de la Concha de Oro, es una fabulosa epopeya sobre el fin de la inocencia en los márgenes de la sociedad
Una de las tradiciones más populares durante el festival de San Sebastián es la de criticar al jurado y sus decisiones, ande o no ande. Pero en 2022 todas las previsiones se cumplieron y la Concha de Oro ha ido a parar a una película con la que todos, más o menos, podemos estar de acuerdo sin llevarnos a la cabeza: lejos de la polémica 'Sparta' o de cintas terribles como 'A woman', 'Los reyes del mundo' suena sobre el papel a algo mil veces visto, pero su espectacular apartado artístico consigue elevarla a los altares del cine.
Miedo y asco en Medellín
No se puede decir que 'Los reyes del mundo' haga un gran trabajo para promocionar el turismo en Colombia, desde luego: durante su metraje veremos todos los tejemanejes del sistema para abandonar a su suerte a un grupo de adolescentes que vagan por las calles de Medellín en busca de su suerte a machetazo limpio. La pobreza, la suciedad y la libertad más triste del mundo empapan cada fotograma creando una melancolía constante.
Podríamos ahora estar hablando de una película clónica de infancia rasgada, adolescencia fortuita y violencia por violencia, pero la obra de Laura Mora va mucho más allá, en un punto medio entre 'Los Goonies', la denuncia social y el viaje onírico. Estos cinco niños son familia encontrada, y juntos es como deben enfrentarse a una vida que no les correspondería vivir, enfrentándose no solo a los peligros de su país sino también a algo incluso peor: la burocracia.
'Los reyes del mundo', desde su primer minuto, no deja ver salvación para sus personajes, que viven en un continuo estado de desarraigo emocional y violencia como único juego que conocen. Son niños que han crecido demasiado pronto, sin otra posibilidad que el canalleo para su propia supervivencia, pero que en el fondo solo quieren un lugar en el que tener las mismas oportunidades que el resto. Unas oportunidades que Colombia les niega de forma repetida.
El peligro de las calles
La sensación de alerta continua planea a lo largo de la película, en la que la pandilla es avisada una y otra vez de que ningún lugar va a ser jamás seguro para ellos. Ni una casa, ni un bosque, ni una calle: son adolescentes cuya desesperanza y desconfianza en el sistema marcan la cinta. Cada minuto puede ser el último, y por eso prefieren no temerle a nada: ¿Para qué, si ni siquiera en un final feliz tienen permiso sonreír?
Cierto es que, en ocasiones, el componente onírico que diferencia a 'Los reyes del mundo' de otros proyectos similares (con "un día todos los hombres de la tierra se durmieron..." como leitmotiv continuo) no siempre le sienta bien, pero no entorpece la -llamémosle- aventura a lo largo y ancho de un país tan bello en sus parajes como mortal en su naturaleza.
La película nos habla de la esperanza de una nueva Colombia, truncada por la realidad, el país que hace frente a su utopía. Es difícil a lo largo de un presente que une los puntos entre hijos perdidos, madres asesinadas, luchas callejeras, bandas violentas y tierras robadas. 'Los reyes del mundo' es directa en sus planos iniciales, en Medellín, y más preciosista después, en un viaje con destino pero sin final en el que el grupo se embarca, pero siempre tiene una voz propia que nunca deja de hablar.
Justa ganadora
'Los reyes del mundo' pretende abrir una necesaria conversación en su país de origen con una reflexión entre el simbolismo de la obra (ojo a esa bandera podrida en el burdel) y el toque de realidad duro del que nos hacen partícipes sus protagonistas, que buscando su Arcadia se encuentran con su propio destino y pueden solo alcanzar con la imaginación esa Colombia que aún no existe.
Una justa ganadora de la Concha de Oro para la que quizá habría estado bien un toque al espectacular reparto, que cae en el retrato decadente (quizá en ocasiones demasiado) de un país que aún se recupera del narcotráfico, pero al que le queda mucho camino por avanzar. Aunque sea a machetazo limpio.
Texto:RANDY MEEKS
Foto/Via:Espinof
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