'Santo' es tan frenética como dispersa: la primera serie hispanobrasileña de Netflix tiene mucha fuerza visual pero no está a la altura en todo lo demás
Uno de los principales reclamos que se están utilizando para promocionar 'Santo' es que se trata de la primera serie hispanobrasileña de Netflix. La plataforma ha hecho ya varias series originales en ambos países -en España más que en Brasil, eso sí, pues en nuestro país ya roza la treintena-, pero la idea unir fuerzas siempre suena interesante, tanto por ofrecer un enfoque artístico más variado como por la posibilidad de tener un gancho extra en más mercados.
Estrenada el pasado viernes 16 de septiembre, 'Santo' es un thriller sobre la búsqueda de un enigmático narcotraficante cuyo rostro nadie parece conocer. Eso lleva a que dos policías muy distintos investiguen al respecto, uno en España y otro en Brasil, pero sus caminos no tardan en cruzarse. Sobre el papel, una premisa potente y con gancho, pero a la hora de la verdad estamos ante una serie con una innegable energía visual que falla en lo narrativo.
La potencia de 'Santo'
Si algo de lo que no se puede acusar a 'Santo' es de andarse por las ramas, ya que opta por un enfoque directo en el que los impactos dramáticos se suceden cada poco tiempo. Eso a menudo se traduce en grandes chispazos de violencia que van avisando el suspense alrededor de ese Santo que da título a la serie, todos ellos mostrados con un nervio tras las cámaras que fomenta su componente más inmersivo.
Además, hay varios momentos de los seis episodios que dan forma a esta primera temporada de 'Santo' en los que se prescinde casi por completo de los diálogos para dejar que sean las imágenes las que hablen por sí mismas, una decisión refrescante, ya que cada vez es más usual que las series expliquen todo a través de los diálogos y que lo que sucede en pantalla sea poco más que un fuerzo de lo que dicen sus personajes.
Esta decisión se mantiene a lo largo de toda la serie, pero llama especialmente la atención en su primer episodio, funcionando muy bien como puerta de entrada para aquellos espectadores que busquen algo que se salga de la norma. Además, la factura técnica acompaña y ayuda a que 'Santo' tenga un look visual distintivo, sucio en líneas generales y que adquiere una dimensión diferente cuando todo lo relacionado con la santería entra en escena.
Sus debilidades
Teniendo eso en cuenta, 'Santo' podría haber sido apasionante, pero lo cierto es que los guiones no acompañan, tanto por lo dispersa que llega a ser en términos narrativos, lo cual resta fuerza a la contundente historia que cuenta, como por un dibujo de sus personajes bastante mejorable, algo bastante evidente en unos diálogos poco estimulantes, tanto por su escasa naturalidad en líneas generales como por lo rígidos que llegan a resultar en algunos momentos más centrados en la investigación.
Eso también afecta al trabajo de los actores, donde Raúl Arévalo ('Antidisturbios') es quien más luce como un rudo policía que se obsesiona con el caso de Santo. El resto de intérpretes no me dijeron gran cosa, sobre todo a medida que avanzaban los seis episodios, por mucho que sea consciente del talento de varios de ellos.
En resumidas cuentas
No puedo decir que me arrepienta de haber visto 'Santo', pero sí que me han quedado sensaciones enfrentadas. Por un lado, su energía visual nos deja escenas muy potentes y además el trabajo en los apartados técnicos acompaña para que luzca aún mejor en esa faceta. Por otro, la historia están planteada de tal forma que estuve a punto de desconectar en varios momentos y tanto sus personajes como diálogos carecen de esa fuerza que sí tienen sus imágenes.
Texto:MIKEL ZORRILLA
Foto/Via:Espinof
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