La elección de Jaume Collet-Serra como director no deja margen de duda: 'Black Adam' pretende ser una película resultona con la que no de tiempo a aburrirse. Y así es, como la mayoría de las películas de Collet-Serra es una película muy entretenida que vista con buenos ojos, nos puede valer perfectamente. No deja de ser una película de orígenes. Una precuela. Un prólogo de dos horas tan necesario (o innecesario) como uno lo quiera ver. O disfrutar.
Porque, lo dicho, se trata de una película de Jaume Collet-Serra. Alguien que ha hecho carrera a la sombra de Liam Neeson, y cuyo cine no se caracteriza por lo refinado o lo inteligente. Para nada. El cineasta es al cine lo que McDonald's a la cocina, un cliché en cualquier caso muy acertado. Lo mismo se puede decir de 'Black Adam' respecto al cine, otra superproducción protagonizada por Dwayne Johnson abandonada al noble arte del entretenimiento.
Y entretiene aunque no sorprenda. Y mola, lo justo, lo habitual, aunque no sea molona sin dejar de pretender serlo. Y ahí, sobre esa fina capa en donde el pie con el que nos hayamos levantado de la cama puede suponer una gran diferencia, se mueve está película que no crea afición pero que saciará al que si la tenga y se acerque a ella sin ambición. No es una obra con la personalidad de 'The Batman', ni con el recochineo lúdico de 'El escuadrón suicida'.
Tampoco es '¡Shazam!' aunque se le parezca no por casualidad, siendo un acercamiento algo más oscuro, ambiguo y violento de lo habitual. Pero no mucho: No deja de ser una producción comercial de gran presupuesto cuya turbiedad está a la sombra de 'Joker'. O de cualquier Joker. Y sigue siendo una producción de DC marcada aunque sea de lejos, muy de lejos por el semblante serio que impuso Christopher Nolan y que luego Zack Snyder hizo suyo.
Sea como fuere, 'Black Adam' es una producción que cumple, aunque sea con lo mínimo y básico que se propone y cabe exigirle.
Sin alardes ni florituras. A lo Collet-Serra. Es entretenida pero genérica, distraída pero olvidable. Le pesan las regrabaciones y un ligero exceso de seriedad; la falta algún elemento memorable o diferencial; y abusa de un buen CGI al que entre la realización y el montaje le hacen un flaco favor. Esto es, los pros y contras habituales de un género demasiado acostumbrado a usar sólo el envoltorio para llamar la atención. A lo evidente y acomodado.
A darle demasiado menudo la razón a gente como Alan Moore y Martin Scorsese, le pese a quien le pese.
Por Juan Pairet Iglesias
Via:El septimo arte
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