REVIEW: La chica de nieve – miniserie.
Netflix arranca otro año plagado de estrenos producidos en nuestro país con el lanzamiento de su esperada adaptación de La chica de nieve, la popular novela bestseller de Javier Castillo, un drama de seis episodios desarrollado por Jesús Mesas y Javier Andrés Roig (Deudas) y dirigida por David Ulloa (El Inmortal) y Laura Alvea (Ánimas). Producida por Atípica Films, estará disponible en la plataforma a partir de este mismo viernes 27 de enero.
Si echamos la vista para atrás, cuesta un poco encontrar una ficción original del gigante del streaming que haya logrado destacar entre la multitud por su calidad. Todos lo sabemos, la estrategia de Netflix es producir series como churros y eso también se aplica a España. La mayoría de ellas -miniseries aparte- ni siquiera son canceladas oficialmente, se emiten y se quedan en el limbo más absoluto hasta que el público se olvida de ellas. ¿Alguien se acuerda de Jaguar? ¿Hache? ¿Tú no eres especial? ¿La noche más larga? ¿Pasará lo mismo con esta? Espero que no, pero a saber. Ninguna serie merece quedarse colgada. Al ser una adaptación de un libro, mi idea era que ‘La chica de la nieve’ sería una miniserie, pero… ¡sorpresa! Si decidís verla y terminarla comprobaréis que Netflix parece tener otra cosa en mente. Veremos. En fin, esta entrada es la crítica de una serie, no una valoración de la política de una plataforma, pero a veces hay cosas que necesitan ser comentadas.
Volviendo a la serie, su caótica historia arranca en 2010, durante la cabalgata de los Reyes Magos de Málaga. Digo lo de caótica porque la forma en la que está estructurada me ha parecido innecesariamente dispersa. Ahora hablaremos de ello. Una joven pareja, interpretada por Loreto Mauleón y Raúl Prieto, sale a la calle con su hija Amaya para celebrar uno de los momentos más mágicos del año, el cual se convierte rápidamente en pesadilla cuando la pequeña desaparece de forma misteriosa entre la multitud. Apenas hay pistas, solo el vídeo de una cámara de seguridad en la que se la ve abandonando la muchedumbre de la mano de alguien sin identificar. No hay una petición de rescate y nadie sabe nada. La policía hace lo que puede, pero no parece ser suficiente.
La investigación de la Inspectora Millán (Aixa Villagrán) y su compañero de batallas, el joven y cometido Chaparro (Marco Cáceres), tampoco está dando resultados. Les faltan medios y efectivos y las pocas pistas que tienen acaban siempre de la misma forma, en un callejón sin salida. Aquí es donde entra en juego el personaje de Miren (Milena Smit), una joven periodista en prácticas considerada por ella misma como un fantasma, una chica en la que nadie se fija, que siempre pasa inadvertida, cuya vida fue destrozada años atrás. Miren vive atemorizada, insegura y llena de ansiedad. El hecho de que su caso nunca quedara resuelto tampoco ayuda. Pero eso no impide que luche cada día para salir adelante. Preocupada por la pequeña Amaya y la incapacidad de la policía por encontrar nada que pueda llevar a ella, decide empezar una investigación paralela con la ayuda de su estimado colega, ex profesor y prácticamente mentor, Eduardo (José Coronado), un veterano de la profesión, eficiente y con múltiples conexiones. La persona que querrías tener a tu lado si fueras ella. Y pese a que el caso despertará aspectos de su pasado que habría deseado olvidar, Miren no parará hasta encontrar a la niña. Nada ni nadie conseguirá detenerla.
Como decía, considero que el principal problema de la serie es la forma en la que sus creadores han decidido estructurar su narrativa. Desconozco si eso también ocurre en el libro ya que no he tenido el placer de leerlo. Con el paso de los episodios, la historia empieza a dar saltos en el tiempo, situándose en tres épocas distintas, 2010, 2016 y 2019. En cada una de ellas transcurre un evento clave del caso de Amaya. Los saltos temporales no son ‘malos’ per se, pero tienen que servir para esclarecer lo que estás viendo, no para marear. Creo que la serie hubiera mejorada con una narrativa más lineal. Pero vaya, cuestión de gustos. Tampoco he entendido muy bien el escaso protagonismo que tienen los padres de Amaya en una trama de la que deberían ser uno de los motores principales. Les roban a su hija y adiós. La serie se desentiende de ellos para centrarse casi exclusivamente en Miren. No tengo ninguna queja ni de ella ni de la exploración de su pasado, pero me parece que la serie se beneficiaría de darle más presencia a los Martín.
Al final del día, ‘La chica de nieve’ es una serie correcta, sin demasiadas pretensiones, quizás algo por debajo de lo que me esperaba. El guion y la dirección son eficientes, igual que el trabajo de la mayoría de un reparto más bien plano en el que Jose Coronado es el único que logra destacar. Y eso que tampoco es que tenga muchísimo tiempo en pantalla. No he sido capaz de conectar con ellos. Igual es problema mío. O que también le falta velocidad y adrenalina. Una vez más, Netflix nos ofrece lo de siempre, algo que hemos visto 40 veces que por lo que sea no acaba de explotar su potencial más allá de los mínimos que debería tener una producción como esta. De todas formas, os animo a verla y valorar por vosotros mismos. Espero que os guste más que a mí.
NOTA DE LA TEMPORADA: 5.8/10
Texto: Chris Patterson
Via:Loving Series
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