'El silencio' me parece una de las decepciones del año: la miniserie del creador de 'Patria' para Netflix es un thriller psicológico al servicio de su potente final
El hecho de encargarse de la adaptación televisiva de 'Patria' hizo que muchos empezasen a fijarse más en el nombre de Aitor Gabilondo. Lo cierto es que ya había participado previamente de forma decisiva en éxitos como 'El príncipe' o 'Allí abajo', pero fue la versión televisiva de la novela de Fernando Aramburu la que llevó su carrera a otro nivel.
No me cabe de que eso fue clave para que Netflix se hiciera con sus servicios y diera luz verde a 'El silencio', una miniserie protagonizada por Arón Piper ('Élite') y Almudena Amor ('La abuela') que parecía llamada a estar entre lo mejor de la cosecha televisiva de 2023 de esta plataforma. Y digo parecía porque el resultado final tras su prometedor inicio es decepcionante a todos los niveles, ofreciendo muy poca cosa por la que merezca la pena verse sus seis episodios.
Una falsa miniserie de prestigio
Una cosa muy evidente en Netflix es que solamente un puñado de sus producciones buscan ser títulos de prestigio, de esas obras que puede vender intentando transmitir la idea de que se encuentra entre lo más destacado de su catálogo. No me cabe ninguna duda de que están convencidos de que 'El silencio' es una de ellas, porque la verdad es que a simple vista lo parece. La cosa se complica, y mucho, cuando nos fijamos en los detalles.
El gran misterio sobre el que se construye 'El silencio' está en averiguar qué sucedió exactamente para que un adolescente acabase con la vida de sus dos padres. Para alimentar el enigma, resulta que el personaje interpretado por Piper no ha dicho ni una palabra desde entonces -de ahí el título de la serie-, pero eso es algo que Gabilondo pronto deja de lado para complicar más la trama con elementos que nunca terminan de integrarse de forma satisfactoria. Ahí pienso sobre todo en la subtrama protagonizada por Manu Ríos y Cristina Kovani, que a la hora de la verdad solamente sirve para alejar el foco de lo que debería interesarnos realmente.
Y es que en todo momento queda claro que los dos grandes ejes de la función van a ser los personajes de Piper y Amor, estableciendo un extraño vínculo entre ambos que acaba llevando a que cualquier tipo de credibilidad que pudiera tener 'El silencio' salte por los aires a medida que va aclarándose qué es exactamente lo que les une. De hecho, la idea que queda una vez vista la serie es que lo más probable es que se escribiera con el objetivo de llegar a un final muy concreto por la potencia que tiene a nivel conceptual.
El problema insalvable aquí es que todo lo que le precede lo diluye por completo hasta el punto de que surgen dos sensaciones que deberían ser excluyentes entre sí. Por un lado, 'El silencio' estira de forma artificial la trama jugando con giros sorpresa y cliffhangers de forma muy poco efectiva, pero es que además también queda la idea de que no ha desarrollado realmente lo que propone y que quizá hubiese necesitado más episodios para profundizar realmente en la psique del protagonista.
Eso lleva a que 'El silencio' tenga lo peor de dos mundos, pues todo lo referente a la problemática personalidad de su protagonista pincha en hueso hasta el punto de que incluso desaprovecha a un Ramiro Blas ('Vis a Vis') en un personaje que sobre el papel era perfecto para él. De hecho, ni siquiera tengo muy claro que se esfuerce en que sintamos algún tipo de empatía hacia él, lo cual hace que el visionado de la serie se haga aún más cuesta arriba.
Sin embargo, Piper defiende con cierta soltura el personaje, demostrando una progresión interpretativa que ya había apuntado en la estimable 'El desorden que dejas'. No es para nada memorable, ni suficiente para compensar todas las debilidades que llegan desde el guion, pero sí que luce más que Amor, pues ella tiene que hacer frente a un personaje aún más desagradecido en el que se apuesta por un enfoque interpretativo que roza lo incomprensible.
Y solamente digo roza porque uno asume que su personaje tiene algún tipo de trastorno que hace que por momentos actúe como una especie de robot sin sentimientos. Eso lleva a que Amor prescinda de cualquier tipo de expresividad como forma de reflejar ese trauma interior que sufre su personaje, pero es que así lo único que consigue es alejarnos aún más emocionalmente de lo que sucede en pantalla y que nos centremos en una serie de decisiones de guion impropias de lo que se supone es una miniserie de prestigio.
Al final todo queda en manos de cómo reaccione uno ante la sobredosis de intensidad que Gabilondo plantea en todo momento y que, eso hay que reconocerlo, está reflejado en imágenes con una solvencia técnica indiscutible, y se agradece además que la acción transcurra en Bilbao -aunque el euskera brilla por su ausencia-. Eso sí, no esperéis que luego desarrolle nada de forma oportuna para que la serie encuentre un punto de equilibrio a partir del cual construir todo lo demás. Pronto queda claro que todo lo del silencio es una mera excusa que no lleva a ninguna parte y que la serie es un thriller desenfocado que lo confía todo al impacto de su desenlace.
No merece la pena
'El silencio' es una gran decepción, ya que tiene la apariencia de una buena serie y en ella participe gente con suficiente talento como para dar forma a una miniserie al menos notable, pero a la hora de la verdad no hay nada en ella que realmente llegue a funcionar. Bueno, supongo que el desenlace sí tiene la suficiente fuerza como para llamar la atención de forma aislada, pero es que ni siquiera encaja bien con lo visto hasta entonces.
Texto:MIKEL ZORRILLA
Foto/Via. Espinof
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