La temporada 6 de 'Black Mirror' recupera el pulso perdido: la serie de Netflix triunfa ampliando su temática y rebajando la tecnología


 Nota de Espinof: 4 Estrellas

He de reconocer que de un tiempo a esta parte soy de los desencantados con 'Black Mirror'. Tras el impacto inicial, me imperó la sensación de que Charlie Brooker y compañía daban vuelta sobre sí mismos en lo que presentaban las nuevas historias de la antología ludita. Creo que, de hecho, fue su paso a Netflix lo que supuso su desgaste.

Algo que se notó bastante con la olvidable temporada 5 (¿alguien se acuerda de un solo episodio?). La gran esperanza que tenía con la temporada 6, cuyos cinco episodios ya están disponibles, es que si bien muchas veces la ejecución deja algo que desear, casi siempre tienen algo interesante que comentar. Afortunadamente, así ha sido.

Reconozco que no me esperaba que el primer episodio, 'Joan es horrible', abrazase tanto la comedia en su ácido comentario sobre ¿el futuro? del entretenimiento plagado de algoritmos y metacapas. No solo es el episodio más divertido que recuerde de toda la serie, también es probablemente el más "blackmirroriano" de todos los que nos encontramos en esta temporada.

Menos tecnológica, igual de mordaz

Ya en la temporada 4 se empezaba a notar el interés de Brooker por ampliar las miras de su crítica social saliéndose un poco de lo tecnológico y nuestra relación con ello. En esta ocasión, excepto quizás en el largo (se pierde un poco en sus ochenta minutos) 'Beyond the Sea', la temporada gira más en torno a la sociedad de consumo. Del streaming y lo audiovisual.

De hecho, 'Loch Henry' se centra en una pareja documentalista en lo que se habla de la narrativa y de cierta obsesión por el true crime y el uso del trauma ajeno para vender. 'Mazey Day' también juega con el negocio del consumo de material, en esta ocasión protagonizada por una paparazza y las consecuencias de sus actos.

La temporada termina con el episodio más diferente de todos, 'Demon 79' que, como define mi compañero Jorge Loser es como «el backdoor pilot de una versión de terror de la serie». De hecho ya no sería 'Black Mirror' sino 'Red Mirror' en lo que Anjana Vasan protagoniza una historia con componentes bastante más sobrenaturales que los demás.

Ahí ya es cuestión de cada uno el que nos convenza esta ampliación del abanico temático. Quizás los que busquen más el discurso neoludita que suele desprender la serie van a estar ligeramente decepcionados. A cambio de ignorar los componentes de ciencia ficción que caracteriza la serie, el guion de Brooker se decide a potenciar el lado humano.

Lastrando defectos de siempre pero manteniendo la intriga

El aspecto más negativo de esta sexta temporada es, en realidad, algo que lleva lastrando la serie desde el inicio y es esa falta de capas más allá del texto. Eso y un desinterés generalizado por desarrollar a algunos de los protagonistas de los episodios que más lo requieren hace que todo se quede en cierta superficie.

Mazey Day 2

Aun así, hay que reconocer que en cada episodio se logra mantener bien la intriga en lo que los giros se ejecutan. Recordemos que la presencia de estos giros son una seña de identidad de una serie que, en esta temporada, parece ir mutando hacia una cosa nueva. O, al menos, distinta de sus orígenes.

El que haya habido una pausa de cuatro años desde la temporada 5 ha servido para que 'Black Mirror' vuelva refrescada con un pulso y una fuerza que parecía perdida. Se nota, además, las ganas de Charlie Brooker de hacer algo nuevo con su juguete.

No es que le falten ideas en cuanto a su mirada sobre la tecnología pero sí que ha querido relegarla a un segundo (por no decir tercer) plano. Paradójicamente, el despegarse de sus orígenes o de su "normalidad", de la ciencia ficción cercana, hace que esta temporada redima en parte los peores tramos de la serie. Un regreso con frescura y ganas de contar bastantes cosas.

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Foto/Via: Espinof

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