'La sociedad de la nieve' trae al mejor Bayona: un blockbuster superior a la media que sería una digna nominada al Óscar | Festival de San Sebastián 2023


 Hace tiempo que en España tenemos un problema a la hora de enviar las películas que nos representen en los Oscar: los académicos escogen cine muy nuestro, pero sin pensar en lo que están buscando en Hollywood. Allí, su público potencial no sabe cómo enfrentarse a propuestas como ‘Alcarràs’ o -posiblemente la más marciana de los últimos años- ‘El buen patrón’. Y claro, el resultado siempre es el mismo: nos quedamos con las ganas. Durante estos días ha habido una polémica (ligera, como todo lo que tiene que ver con nuestro cine) a raíz de no haber llevado a Hollywood ‘Cerrar los ojos’, el último trabajo de Víctor Erice, como homenaje a su carrera. Pero después de ver ‘La sociedad de la nieve’, personalmente no tengo ninguna duda: esto es lo que quieren ver en los Óscar en 2023. Si este año teníamos alguna posibilidad, estaba aquí.

¿Quiénes fuimos en la montaña?

Sí, ‘La sociedad de la nieve’ es la misma historia que ya se contó en ‘¡Viven!’, pero son dos películas abrumadoramente distintas. No hay color: J.A. Bayona tiene un manejo de la cámara espectacular y una narrativa sobresaliente. Lejos de buscar el morbo del canibalismo o regodearse en el misery porn, el director español permite que los personajes, además de sufrir y luchar por su vida, tengan un respiro dentro de la brutal experiencia que están viviendo. Así, decide mostrarles también riendo, jugando, divirtiéndose y, en general, da dignidad a un grupo de supervivientes que deben pasar a la historia como algo más que eso: al fin y al cabo, son seres humanos.

La película de Bayona se preocupa en mostrar a cada uno de los personajes como algo más que una máquina de gritos que se comió a sus amigos: todos ellos tienen personalidad, remordimientos y esperanzas (representadas en esa maleta con los recuerdos de los fallecidos tratada con respeto casi beato). Cada uno vive, aunque sea en unos pocos minutos, su propio viaje particular. Y el enfoque de Bayona no es el que cualquier director daría a una cinta de pura supervivencia: en lugar de contar los hechos de forma wikipédica, pivota sobre una perspectiva mucho más humanista que, quizá, se le va de las manos en un monólogo final pasado de vueltas.

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Es el único momento de descontrol en un título medido al dedillo, en el que aplica todo lo que ha aprendido a lo largo de los años. Curiosamente, hay más de ‘El orfanato’ en esta película que de, por ejemplo, ‘Jurassic World Dominion’: Bayona ha sacado a relucir su faceta como director de cine de terror en unas escenas claustrofóbicas muy inesperadas pero que dan personalidad propia a lo que, de otra manera, podría haber caído en el biopic inerte. No es un ‘13 vidas’, la insípida cinta de Ron Howard sobre el rescate en la cueva tailandesa, sino un blockbuster de autor de esos que cuesta ver en un cine marcado por una hegemonía casi dolorosa.

Perdidos en los Andes

Si en ‘¡Viven!’ todo el gancho con el público se focalizó en uno de los aspectos de la trama (impagable la parodia de ‘Los Simpson’), en ‘La sociedad de la nieve’ el canibalismo es solo un punto más de la supervivencia, y trae quebraderos de cabeza éticos y morales al grupo que se solventan en fabulosas escenas conversacionales. Pero Bayona rehúye el gore y la casquería muy inteligentemente en lo que habría sido una banalización innecesaria del dolor de las víctimas. Al contrario: se recalca y subraya continuamente que están plenamente agradecidos de no saber de quién es la carne que comen y que el único motivo por el que lo hacen es por mera supervivencia convertida en nueva rutina. Es innegable que hay algún momento de humor negro involuntario, pero su recepción depende de las ganas de guasa del público.

Es sorprendente que ‘La sociedad de la nieve’ sea una producción española de Netflix, porque luce mejor que la mayor parte de los blockbusters que llegan a nuestras pantallas. La fotografía de Pedro Luque es brillante, capaz de mostrar en un mismo paraje natural y a la vez su majestuosa belleza y su implacable mortandad: el blanco de la nieve nunca ha lucido tan increíble. Además, los planos cercanos y más terroríficos, oscuros y claustrofóbicos adquieren el tono perfecto de cine de género sin por ello desentonar con el resto del metraje, aupando el conjunto. También es de agradecer un montaje que va mucho más allá de lo que se le pide a un biopic: el momento de la caída, narrado a partir del plano de un ojo y un momento de silencio posterior, es uno de los mejores de la historia del cine de catástrofes y va mucho más allá del destrozo en sí..

El Bayona de ‘Lo imposible’ se deja caer por aquí, pero no tanto en las escenas lacrimógenas que coronaban la cinta de 2012 como cogiendo prestado el ritmo y el cuajo tras las cámaras de un director que sabe rodar acción y desastres naturales como nadie, con un talento natural para escoger tiros de cámara inesperados y crear personajes tridimensionales con tan solo unos pocos detalles. Por una vez, dos horas y media no se hacen excesivas. Es más, se antoja una duración perfecta para poder contar todo sin un apresuramiento que le habría sentado francamente mal al paso marcado por un guion de hierro.

A la hora de enfrentarme a ‘La sociedad de la nieve’ estaba convencido de que me iba a topar con un puñado de tópicos en un biopic al uso, pero Bayona ha dado una lección de cine, mostrando (y demostrando) que es capaz de ir mucho más allá y narrar con tensión e interés una historia sabida por todos, perlada con personajes que van más allá del estereotipo y sin necesidad de revolcarse en el morbo para vender su propuesta. La película de Netflix es elegante, y esa es solo la primera de las sorpresas que nos aguardan.

Esta vez la candidata española a los Óscar tiene posibilidades reales de colarse entre las nominadas sin que por ello tengamos que bajar la cabeza avergonzados. Bayona se ha marcado una buenísima película, un blockbuster superior a la media que tan solo renquea en el hecho de que no pueda darle otra vuelta a la historia ni narrativa ni técnicamente. Todos los miembros del equipo hacen lo que está en su mano para conseguir una cinta impecable, y es exactamente lo que le pedíamos a alguien como Bayona, alguien con las manos de un obrero del cine y el cerebro de un nuevo Steven Spielberg.

Texto:Randy Meeks

Foto/Via: Espinof

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